Los océanos constituyen la penúltima frontera del conocimiento, y quizá esconden la respuesta a muchos de los desafíos y retos del siglo XXI; ocupan el ochenta por ciento de la superficie terrestre, y sin embargo es muy superior el conocimiento que se tiene de la Luna o de Marte que de la cartografía o de la biodiversidad marina.
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Por eso, miles de científicos de todo el mundo miran al océano, conscientes de que algunos lugares han permanecido intactos e inalterados, y de que allí puede esta la respuesta a los interrogantes sobre el origen de la vida, la composición de la atmósfera o la evolución del clima.
Pero también hay quienes miran al mar como una “gran farmacia”, como la fuente de la que manarán nuevos fármacos -sobre todo antitumorales o antibióticos de nueva generación-; o como una “gran despensa” que cubrirá las necesidades alimentarias de la Humanidad.
El océano, fuente de recursos energéticos, alimento o agua
“Tenemos que dirigir nuestras miradas y nuestras esperanzas al océano para encontrar soluciones para el abastecimiento de recursos clave, como la energía, el alimento, el agua, o los recursos biotecnológicos que necesitaremos para mantener nuestras vidas saludables”, ha señalado a EFE el oceanógrafo Carlos Duarte.
La oceanografía está en fase de “exploración”, según Duarte, quien considera “fundamental” impulsar esta investigación, “porque en el año 2050, cuando la Tierra esté poblada por 9.000 millones de personas, se puede haber agotado la capacidad de generar alimento u otros recursos fundamentales, incluso el agua”.
El oceanógrafo ha subrayado la posición que ocupa España, debido a la “calidad” de la comunidad científica que trabaja en varias disciplinas oceanográficas y a la calidad también de las infraestructuras científicas, entre las que ha citado los buques oceanográficos y las bases permanentes que tiene en la Antártida (en las islas Livingston y Decepción).
Laboratorios naturales inesperados
Los científicos han encontrado además en el fondo del mar laboratorios naturales inesperados; ocurrió con la erupción submarina ocurrida en el Mar de las Calmas, en la isla canaria de El Hierro, donde los investigadores del Instituto Español de Oceanografía han conseguido recopilar una ingente información sobre los efectos del cambio climático en los ecosistemas marinos.
Varias de las campañas que se han sucedido en El Hierro las ha dirigido el investigador del IEO Eugenio Fraile, quien ha destacado la “suerte” de la comunidad científica de poder recopilar toda la información “arrojada” por el volcán.
En declaraciones a EFE, Fraile ha explicado que allí se han concentrado tres factores (un aumento muy considerable de la temperatura del agua, una acidificación del océano y una desoxigenación del agua) que han aportado claves para el estudio del cambio climático que sin un evento natural de estas características se habrían tardado en recopilar más de 1.000 años.
“El volcán nos ha permitido conocer cómo se adapta un ecosistema marino a esos grandes cambios”, ha observado Eugenio Fraile, y ha precisado que no todo lo emitido por el volcán ha sido negativo, ya que también ha aportado una gran cantidad de nutrientes para que la vida se regenere a una velocidad muy superior a la que habría llevado en condiciones normales.
El IEO: 100 años en 2014
La oceanografía está a punto de cumplir el primer centenario desde que se fundara en 1914 el Instituto Español de Oceanografía, impulsado por el profesor Odón de Buen, un pionero que consiguió con esta iniciativa plasmar la necesidad que muchos investigadores vieron -ya desde la segunda mitad del siglo XVIII- de profundizar en el conocimiento de los océanos y de ordenar esa investigación.
Hoy, este organismo cuenta con nueve centros oceanográficos, ocho buques y unos setecientos científicos, y además de ampliar el conocimiento sobre los océanos y sobre sus recursos, representa al Gobierno español en todas las organizaciones o comisiones oceanográficas internacionales.
”La última frontera de la Tierra es el océano”, ha dicho a EFE Eduardo Balguerías, actual director del IEO, quien ha observado que sólo se conoce un 10 por ciento de los mares y se ha mostrado convencido de que “una gran parte del desarrollo de la humanidad en el futuro estará basado en la explotación de los océanos”, y de que los científicos desempeñan un papel clave para que esa explotación se haga de manera sostenible.
Algunas frases, aunque pronunciadas hace un siglo, no pierden su vigencia y encajan perfectamente con los argumentos esgrimidos hoy por los oceanógrafos.
Ésta fue pronunciada por Odón de Buen en 1919, durante la constitución de la Comisión Internacional para la Exploración Científica del Mar Mediterráneo: “El mar es una fuente inagotable de alimentación sana, barata, que incesantemente se renueva; pero hace falta reglamentar sabiamente su explotación, y sin la base de los estudios oceanográficos no podrá adelantarse un paso, corriendo el grave riesgo de secar la fuente en vez de aumentar su caudal». EFEfuturo
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