Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión.
Escuela Técnica Superior de Ingeniería.
Universidad Pontificia de Comillas. En preparación hasta el 1.04.2006.
Históricamente, ha habido tanto una tendencia, dentro de la Iglesia Católica, a asociar la investigación científica con el ateismo, como otra tendencia a apropiarse los resultados de las ciencias para reforzar las ideas ateístas. Los escritos y las campañas publicitarias del biólogo Richard Dawkins, por ejemplo, son una confirmación de esta tendencia. Sin embargo, durante el papado de Juan Pablo II se ha potenciado una relación entre la ciencia, la filosofía y la teología que contrasta de modo determinante con esas posturas del ateismo científico. Las opiniones expresadas por Juan Pablo II en varias ocasiones han ayudado a la Iglesia a contemplar a las ciencias como unas interlocutoras y compañeras de diálogo.
La práctica del sacrificio de animales ha estado y está presente en diversas culturas, siendo fundamental en muchas religiones, entre ellas el judaísmo, el cristianismo y el Islam. A pesar de ello, los análisis del significado y la utilización de los animales en los rituales de sacrificio desde un punto de vista científico son escasos. Ahora, investigadores de la Universidade Estadual da Paraba, en Brasil, han estudiado este aspecto de una religión de origen africano muy extendida en Sudamérica: el candomblé. Por Yaiza Martínez.
La teóloga Nicola Hoggard Creegan analiza en la revista The Global Spiral la necesidad de un acercamiento de los discursos de la ciencia y de la teología para dar cuenta de la complejidad del mundo. Los últimos descubrimientos de la ciencia han cambiado la percepción de la realidad, y eso requiere de una revisión teológica que explique dicha percepción, con un lenguaje diferente al de la ciencia, aunque en colaboración con ésta.
Hay mucha gente que todavía se pregunta si un cristiano puede defender que el universo, la vida e incluso los seres humanos, no hemos aparecido en la Tierra de manera sobrenatural, sino que somos el producto de un largo proceso natural de cambio biológico irreversible. Proceso que se ha prolongando durante miles de millones de años, lenta, gradual e irreversiblemente (aunque en algunas ocasiones una gran conmoción planetaria provocó extinciones en masa de carácter catastrófico). Este proceso implica que los humanos emparentamos biológica y evolutivamente con los primates (los mamíferos más similares a nosotros). Y todo este proceso no está reñido con la fe cristiana y la Teología. Un nuevo libro intenta responder al creyente de cultura media a esta pregunta. No se trata de ofrecer la única respuesta, sino una respuesta a pregunta tan compleja. Por Rafael San Román.
Muy pocos dudan ya del momento de crisis ambiental por el que nuestro planeta Tierra y nuestra civilización están atravesando. La presencia de problemas ambientales de alcance global, rápida evolución, número creciente y alta persistencia, están configurando un perfil de preocupación y riesgo del que pueden derivarse diferentes escenarios. Aunque algunos problemas son graves y pueden comprometer seriamente el futuro de la vida, otros apuntan hacia modelos sostenibles, bien entendido que para que puedan ser realizables debemos actuar en todos los niveles, esto es, personal, social y políticamente. En otras palabras, hay alternativas para otro modelo de desarrollo siempre que nos impliquemos en su búsqueda y adoptemos estilos de vida más contenidos y responsables. Y en este ámbito sorprende que buena parte de las iglesias, confesiones y movimientos religiosos no hayan alzado su voz de manera clara y decidida sobre este importante desafío, invitando a los creyentes a tomar la protección del medio y de las criaturas que lo pueblan como tarea urgente y preferente.
El escritor Dan Hofstadter ha publicado un libro titulado “The Earth Moves: Galileo and the Roman Inquisition”, en el que analiza el juicio de Galileo por parte de la Iglesia Católica Romana a mediados del siglo XVII, y el conflicto surgido entonces por la defensa que hizo el astrónomo de la teoría del heliocentrismo. Según Hofstadter, este conflicto explicaría la génesis de la división entre ciencia y religión, característica de la mentalidad occidental moderna.
Desde hace décadas se vienen levantando voces que afirman que el darwinismo se ha convertido en el nuevo mito siglo XXI. Pero no debe confundirse un hecho con la explicación de este hecho. La evolución es una evidencia empírica y hoy es comúnmente admitida como tal; pero el darwinismo es una visión teórica que debe ser discutida y valorada. La discusión científica en torno al darwinismo no deja lugar a dudas: ayudar a perfilar el alcance de estas discusiones es necesario para que cada cual asuma críticamente su propia posición valorativa sobre la pertinencia, alcance y limitación del darwinismo como teoría.
El periodista Michael Paulson ha analizado recientemente, en la revista The Boston Globe, el fenómeno de los milagros. Según Paulson, los milagros no han desaparecido en nuestro tiempo –a pesar de que parezcan contradecir la mentalidad moderna- pero sí que ha cambiado la forma en que la Iglesia Católica Romana los tiene en consideración. Ahora, la Iglesia cuenta con todo un elenco de especialistas en medicina que, desde una perspectiva siempre científica, tratan de diferenciar las recuperaciones asombrosas, médicamente comprensibles, de las curaciones milagrosas, sin explicación científica alguna.
El “alma” es un concepto que distingue lo vivo (lo animado) de lo inanimado. La neuróloga Laura Bossi recorre las tradiciones míticas, las tradiciones zoológicas, las implicaciones para el árbol de la evolución, el alma humana, las diferencias con los primates, la esencia de lo que podríamos llamar el “alma” y las reflexiones actuales a partir de la neurología y las teorías de la mente. Bossi describe las difíciles relaciones tanto en nuestro interior como en las sociedades humanas, entre nuestra “alma vital” y nuestra “alma pensante”, en el zoé y el bios, según la distinción aristotélica, entre nuestra vida desnuda de animal humano y esa vida “buena” y digna del ser consciente y libre que podemos llegar a ser, que tanto moralistas como juristas y teólogos han intentado imaginar y transmitirnos. Para la autora, repensar el “alma” supone, en el fondo radical, la defensa del ser humano.