Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión.
Escuela Técnica Superior de Ingeniería.
Universidad Pontificia de Comillas. En preparación hasta el 1.04.2006.
Los fenómenos de sincronicidad han llamado la atención desde hace ya muchos años. Carl Gustav Jung, junto con su amigo Wolfgang Pauli, se preguntaron cuál pudiera ser su explicación. En realidad, se trata de uno de los muchos fenómenos –el principal es la “conciencia” en el mundo animal y humano– que dificílmente pueden hallar explicación en el marco de una visión reduccionista y desintegrada del Cosmos. Éste, sin embargo, mantiene su misterio, su “encanto” y el actual enfoque holístico –abriéndonos un nuevo campo de intuiciones y conjeturas– podría quizá guiarnos a vislumbrar el sentido de muchos de sus enigmas.
El escritor Nathan Schneider aborda en un artículo aparecido en la revista Seed las consecuencias que para el pensamiento religioso actual está teniendo la aparición de la teoría del multiverso. Para algunos pensadores religiosos relevantes, por ejemplo, el hecho de que –hipotéticamente- habitemos en uno de los muchos universos posibles es un ataque directo a la constatación de un universo inteligentemente diseñado. Para otros pensadores creyentes, sin embargo, la teoría del multiverso sólo es una respuesta a grandes cuestiones de la física –como la teoría de cuerdas- y no entra en conflicto con la idea del cosmos como creación divina.
Un estudio realizado por científicos del Dana-Farber Cancer Institute de Estados Unidos con 345 enfermos de cáncer en fase terminal, ha revelado que existe una relación entre la religiosidad de los pacientes y una cantidad mayor de cuidados destinados a prolongar artificialmente su vida, a pesar de que dichos cuidados vayan en detrimento de la calidad de ésta. Aunque aún se desconoce el por qué de esta tendencia, los científicos creen que los enfermos creyentes esperan hasta el último momento que se produzca un milagro. O también que su valoración por la vida es mayor que la consideración del daño que les pueden hacer estos tratamientos agresivos. De cualquier manera, estos investigadores señalan la importancia del conocimiento de las características religiosas de los pacientes para ayudarlos en el proceso de su enfermedad, y no sólo en la fase terminal.
Dominique Lambert ha publicado en Bruselas en 2008 una obra fundamental, Un atome d´Univers (Un átomo de Universo) en la que aporta datos inéditos para comprender la evolución del pensamiento de Lemaître y su concepción de las relaciones entre ciencia y religión. Esta obra expresa el reconocimiento de la importancia de uno de los más eminentes científicos del siglo XX, ya que fue el primero en proponer, en dos artículos de 1927 y 1931, la primera formulación de lo que con el tiempo se denominaría “el modelo estándar” de la cosmología moderna, modelo que ha sido confirmado en sus análisis, los cálculos y la síntesis. La obra responde a una pregunta: ¿cómo una misma persona pudo ser un eminente científico, fuertemente racional en sus trabajos de astronomía, y a la vez ser un sacerdote fervoroso?
La teoría de la evolución ha presentado problemas para los creyentes cristianos occidentales, especialmente en Estados Unidos. Sin embargo, poco sabemos de cómo se acepta esta teoría en los países musulmanes. Estos días, la Universidad McGill de Canadá está celebrando un simposio sobre la cuestión, para tratar de conocer la situación general. Según una de las organizadoras de este simposio, que va aparejado con años de investigación en el tema por parte del Evolution Education Research Centre (EERC) de dicha universidad, en el mundo musulmán no existe una única postura musulmana ante la teoría de la evolución. Hay musulmanes que no ven que exista conflicto alguno entre ésta y su fe, mientras que otros la rechazan de pleno. En cuanto a su enseñanza en las escuelas y centros educativos, las investigaciones han revelado que la evolución forma parte de la programación de ciencias que se imparte en los institutos, con reflejo en los libros de texto, en gran parte de los países islámicos.
La clásica discusión Russell-Copleston de 1948 suscitó enorme interés en su tiempo, pero en la actualidad puede saber algo a rancia. El ámbito de reflexión ciencia-religión ha cambiado, tenemos nuevos conocimientos y autores importantes han aportado sus ideas. No obstante tiene innegable interés valorarla y discutirla desde la actualidad porque permite recordar dónde estaba el razonamiento clásico de la escolástica en aquel entonces y por dónde van hoy las directrices más modernas del diálogo ciencia-religión.
La idea de un Dios que impone su presencia en el mundo y que exige ser reconocido, de tal manera que no hacerlo supone contravenir las leyes del orden creado en el universo, fue propia de gran parte de la filosofía y teología teocéntrica cristiana, vigente en los últimos siglos. Hoy en día, sin embargo, comienza a abrirse camino una forma distinta de entender la presencia divina en el mundo. Dios no ha querido imponerse, sino que ha aceptado la kénosis de sí mismo en la Creación, creando un universo ambiguo en que el hombre deberá construir su vida libre y creativamente. El libro “La obra del amor. La creación como kénosis”, coordinado por John Polkinghorne, recoge las opiniones de un grupo de teólogos y científicos sobre esta nueva perspectiva.
La relación entre la religión y el apoyo a los ataques suicidas es real, pero no está relacionada con la devoción o la fe religiosa particular, ni siquiera con la fe religiosa en general, sino con el ritual religioso colectivo, según un estudio. En cuatro experimentos distintos, realizados en diversos países y con personas de distintas religiones, se realizaron encuestas para conocer el grado de devoción religiosa y el nivel de acuerdo o desacuerdo con los ataques suicidas de los individuos encuestados. Se reveló así un patrón común en todos los casos: la gente que más acudía a los servicios religiosos era más propicia a favorecer este tipo de actos radicales. Los científicos señalan que esta tendencia sólo se da en contextos geopolíticos particulares.
Las creencias religiosas ayudan a minimizar el estrés ante nuestros propios errores y ante lo desconocido, señalan los resultados de dos estudios realizados en la Universidad de Toronto con participantes de diversas religiones y razas, y también con personas no-creyentes. La amígdala cingulada anterior del cerebro de los individuos que creen en Dios se activa mucho menos cuando éstos cometen errores que en el caso de los individuos no-creyentes. Esta calma, sin embargo, puede ser contraproducente en algunos casos, advierten los científicos, porque la ansiedad ante nuestros fallos es lo que nos impulsa a cambiar o a mejorar nuestro comportamiento.