Para que un negocio llegue a triunfar, su estrategia debe de empezar por basarse en valores y significados. Esta es una de las conclusiones a las que llega el consultor y experto en ética empresarial Dov Seidman en su último libro. Según Seidman, el cómo se hacen las cosas importa más que el qué y considera que los directivos y las empresas que triunfen serán aquellas que integren sus valores más profundos en sus conductas cotidianas. En un mundo hiperconectado ya no sirve la apariencia, ya que todos nuestros actos son transparentes para los demás. Seidman cree que un buen líder debe tener una visión de futuro, comunicarse abiertamente y no tener miedo a hacerse cargo de su autoridad.
Un estudio llevado a cabo por el Institute of Leadership and Management ha revelado que muchos directivos no confían en sus destrezas ni en sus posibilidades. En concreto, un 25% afirmó que tenía serías dudas sobre sus habilidades para hacer frente a sus responsabilidades. Asimismo, parte sienten que se ha depositado mucho peso sobre sus hombros y que, en cierta manera, se vieron “obligados” a aceptar el ascenso. La responsabilidad de liderar y la dificultad para gestionar su carga de trabajo son parte de esta inseguridad. Según el estudio, estos datos deberían ser tomados en cuenta por las empresas, ya que los directivos que cuestionan sus habilidades se motivan con dificultad y no gestionan bien a sus equipos.
Las empresas suelen hacer sus selecciones de personal mediante varias entrevistas. Según la experta en inteligencia emocional Adele Lynn, es mejor primar la calidad sobre la cantidad. Se refiere a que los directivos deben mejorar las entrevistas que llevan a cabo midiendo la inteligencia emocional de los candidatos a un puesto determinado. En concreto, aconseja que se tengan en cuenta tres aspectos: su capacidad de autoconocimiento, su capacidad para “leer” a los demás y para reconocer el impacto que tienen sus comportamientos y, finalmente, su capacidad para aprender. Asimismo, la autora advierte que los directivos también están en la obligación de medir y aplicar esos rasgos en ellos mismos para desempeñar bien su función.
El cambio dentro de la empresa no se puede dar sin un sentido de urgencia, sin una necesidad de movimiento que debe impregnar a toda la organización. El profesor John Kotter, de la Escuela de Negocios de Harvard, explica en su último libro qué pasos tienen que dar los directivos para crear en la empresa ese sentido de urgencia. Para él, hay dos grandes impedimentos al respecto: la complacencia y un falso sentido de urgencia. Por otro lado, enfatiza en la importancia que tiene una correcta comunicación interna para que el mensaje del cambio cale a todos los niveles.
Los directivos lo pueden hacer mejor. Es una de las conclusiones que se sacan leyendo el informe realizado por la consultora Proudfoot en el que se analiza tanto la productividad de directivos de nivel medio como la de los trabajadores que tienen a su cargo.