El año pasado un grupo de destacados profesores y empresarios se reunieron en California para dibujar lo que podría ser el management del futuro, así como para ver qué retos tendrán que afrontar los directivos. Coincidieron en que el modelo de dirección que arrastramos desde el siglo XIX está trasnochado y que es urgente cambiarlo. El nuevo modelo de management ha de propiciar organizaciones más adaptables, innovadoras y que inspiren a quienes trabajan en ellas. Asimismo, apuestan por la comunicación horizontal, por la diversidad, por la imaginación y por la pasión. Además, consideran que hay que inspirarse en conceptos extraídos de otros campos, como la biología o la teología, para poner las bases del management del futuro.
Una investigación llevada a cabo por el Center for Creative Leadership ha puesto de manifiesto que despedir a gente puede llevar a una caída de la productividad entre los trabajadores que no han sido despedidos. Para evitarlo, el estudio, que ha consistido en una encuesta, recomienda a los directivos centrarse y “vigilar” el grado de motivación y de productividad de estos trabajadores. La clave es que no pierdan la confianza en la dirección, cosa sencilla cuando ven peligrar su puesto de trabajo. Mantener intacta su confianza en los demás es, pues, primordial para mantener, al mismo tiempo, su grado de implicación.
Un directivo que se olvida de su inteligencia emocional tomará decisiones erróneas. Eso es lo que sostiene Nick Tasler, de TalentSmart. Este “think tank” lleva varios años analizando cómo influye la inteligencia emocional en la gestión de una empresa y las conclusiones son claras: los directivos diestros en inteligencia emocional lo son también a la hora de tomar decisiones. Según estos estudios, y curiosamente, los presidentes ejecutivos presentan muchas debilidades en este aspecto, sin embargo tienen que enfrentarse todos los días a tomas de decisión determinantes. Según Tasler, “la ignorancia emocional” se puede curar, y da algunas pautas para conseguirlo.
Los conflictos dentro en un equipo de trabajo pueden ser creativos o destructivos. El cómo un directivo gestione esa conflicto hará que éste se incline hacia un lado o hacia el otro. En definitiva se trata de gestionar también la tensión generada para que cada miembro de un equipo de lo mejor de sí mismo. Esto es lo que sostienen varios expertos en un artículo publicado por Harvard Business. En el artículo, Kling expone una serie de pautas para que el directivo consiga que los grupos se auto gobiernen en caso de dificultad. De esta manera, dice, enfocan el conflicto como una oportunidad, de modo más efectivo y creativo.
Solemos enfocar nuestro trabajo dirección desde muchos estados de ánimo. Esos estados de ánimo, o personalidades, bien utilizados pueden ser una herramienta muy valiosa. Eso es lo que sostiene el experto en creatividad Jurgen Wolff en su último libro. Según Wolff, si somos capaces de reconocer las diferentes personalidades que tenemos cuando gestionamos una empresa o un grupo de personas, nuestro ámbito de actuación se ensanchará y tendremos la posibilidad de llevar a cabo iniciativas que habitualmente nos cuestan, bien porque nuestra personalidad “predominante” nos lo impide o bien porque nos desagradan. La clave, dice Wolff, es estar atentos para reconocer exactamente cuándo hay un cambio de subpersonalidad y ponerla a trabajar a nuestro favor.