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Cuando hay despidos, los directivos han de centrarse en los que se quedan

Según un estudio, la confianza y la productividad de estos trabajadores se resiente con la crisis


Una investigación llevada a cabo por el Center for Creative Leadership ha puesto de manifiesto que despedir a gente puede llevar a una caída de la productividad entre los trabajadores que no han sido despedidos. Para evitarlo, el estudio, que ha consistido en una encuesta, recomienda a los directivos centrarse y “vigilar” el grado de motivación y de productividad de estos trabajadores. La clave es que no pierdan la confianza en la dirección, cosa sencilla cuando ven peligrar su puesto de trabajo. Mantener intacta su confianza en los demás es, pues, primordial para mantener, al mismo tiempo, su grado de implicación. Por Raúl Morales


Raúl Morales
06/02/2009

Cuando hay despidos, los directivos han de centrarse en los que se quedan
Los directivos que desesperadamente quieren reducir los gastos de sus empresas recortando personal deberían pensárselo dos veces. Sacar la tijera puede tener consecuencias contraproducentes: un éxodo de más trabajadores de los deseados o un colapso en la moral y el rendimiento de los que se quedan.

Una reciente investigación del “think-tank” Center for Creative Leadership ha confirmado esto y ha puesto de manifiesto que despedir a gente, sobre todo si se hace de un modo rudo, puede llevar a una caída de la productividad y de valores entre los trabajadores con más experiencia, justamente cuando más se les necesita. En consecuencia, y para evitar estos perjuicios, insta a los directivos a centrarse en los “supervivientes”.

Según informa Management-Issues, la investigación ha consistido en una serie de entrevistas realizadas a 1.700 trabajadores llevadas a cabo entre marzo y diciembre del año pasado. Según la encuesta, los mayores grados de motivación y compromiso se encuentran en las empresas donde hay mucha confianza entre colegas.

Asimismo, los trabajadores creen que su empresa lo hace bien financieramente si disfrutan de un sentimiento de confianza en el lugar de trabajo. En este sentido, aquellos que confían en sus compañeros y en sus directivos tienden a decir que su empresa es socialmente responsable.

Despidos recurrentes

Estos datos fueron recientemente comentados por el famoso consultor Tom Peters en CNN Money. Preguntado sobre el “arte” de despedir, este pensador, autor de más de 15 libros, dijo irónicamente que si queremos machacar la moral de los trabajadores, lo mejor es hacer algún despido cada dos meses y durante dos años.

Frente a esta actitud, recomienda, sencillamente, ser lo más abierto posible. “Los rumores son siempre peores que la realidad”, dice. “Tenemos que tener más cuidado que nunca, porque de lo contrario infringiremos un importante daño mental en mucha gente y mucho estrés en aquellos que estarán pendientes de si ellos serán o no los siguientes”.

El reconocimiento de que mostrar la salida a algunos trabajadores puede traer consigo que el miedo se apodere de los demás no es nuevo.

En diciembre, otra encuesta de la empresa Kenexa mostró que los trabajadores dejados de lado después de dar muchas vueltas y de redundancias se mostraban más desencantados y desmotivados, viendo a su jefe bajo una luz mucho más negativa.

Un esfuerzo extra

En enero, una encuesta de Sirota Survey Intelligence puso el acento en que el verdadero reto para los directivos es un ambiente de trabajo tenso era no perder de vista la productividad y el compromiso de los trabajadores que no habían sido despedidos.

Con el contrato psicológico entre el empleado y el empresario sometido a presión y, en el peor de los casos, completamente roto, el trabajo en equipo y la productividad se pueden colapsar rápidamente. Siendo esto así, es muy complicado pedir al trabajador que dé un poco más de sí cuando sea necesario.

La confianza puede tardar años en construirse y segundos en perderse. La confianza es una de las pocas cosas que en plena recesión no tiene un coste financiero pero, si se cultiva, se protege y se mantiene, puede aportar unos dividendos fabulosos en el futuro, dice el Center for Creative Leadership.

La confianza, medida en términos de reputación corporativa o productividad, es una de las pocas inversiones que merecen la pena en una recesión. No es la inversión más obvia en tiempos difíciles, pero quizá sea la más acertada.

Básicamente, la habilidad de una organización para funcionar con la suficiente eficiencia como para sobrevivir a la crisis descansa sobre todo en la disposición de los empleados, de los directivos y de los ejecutivos en confiar en los demás. Esto significa confianza en que el trabajo será hecho y en que las decisiones del directivo serán justas.

Si la disposición a confiar brilla por su ausencia, habrá conflictos, lentitud, poca eficiencia y, en definitiva, la empresa será menos viable en un contexto de crisis.



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1.Publicado por Carlos R. Támara Gómez. el 09/02/2009 15:02
Un despido del trabajo en realidad no debiera llamarse así, sino "Situación de Despido" pues es absolutamente claro e indudable que un despido va más allá de la persona despedida e incluso más allá de lo visible. Mucho del daño ocurrido con los despidos navega subterráneamente, hasta llegar incluso a la inexplicable depresión. Creo que lo mejor no sería despedir, si no disminuir los salarios de todos los trabajadores, incluso sus gerentes; bajar incluso las utilidades de las empresas a efectos de mantener a la gente en sus puestos. En realidad, la empresa no puede decir que no los necesita. Tanto el despedido y su entorno social e individual se deprime como también se deprime la empresa. Y esto de la depresión de las empresas nadie lo estudia pues, aparentemente la empresa no es un ser vivo. Pero la empresa si es un ser vivo y, si no lo fuere, por convenciones racionalistas sale más económico considerar que sí lo es.
¡Y pensar que todos estos estragos lo causaron algunos avivatos que hoy reciben miles de millones de dólares de compensación por su crimen! ¡Esto clama al cielo! ¡Tanto dolor deberá ser cancelado, ahora o más tarde!

2.Publicado por Gabriel el 10/02/2009 05:33
Yo fui despedido hace 5 meses. Me queda un mes de seguro de desempleo. Todavía no me atacó la depresión, si bien soy bastante "normal" en ese sentido. Mi preocupación principal es que se deteriore mi relación familiar, que se vayan a joder los familiares que me rodean y que estaban acostumbrados a ciertas "despensas" de mi parte si bien tienen las suyas (mucho menores que la mía pero aún las tienen). O que me vea en la situación de tener que ser ayudado por ellos, cuando por mucho tiempo siempre fue a la inversa. Y como está la cosa con la crisis financiera (que en mi opinión es sistémica), mala tos le siento al gato. Sigo teniendo luz y conexión a internet pero no sé hasta cuando podré seguir comiéndome el seguro y los ahorros. Aún así tengo fe en que encontraré otras cosas para hacer, si bien no creo que en principio vaya a ser tan bien remunerado como estaba... Y en mi ex-empleo, según me contaron, está pasando efectivamente lo que dice el artículo, ha caido la productividad, pero de mis compañeros más cercanos (dicen que porque se tuvieron que encargar de lo que yo hacía). Así está el mundo...

3.Publicado por Javier Martinez el 16/04/2009 08:28
Siempre es duro que te despidan, pero creo que en estos casos los es aun mas, sobre todo si es un puesto que te ha costado años alcanzar. El hecho de perder esa posición y el pensar que quizás no logres alcanzar nunca una situación similar puede ser muy frustrante.

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