Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión.
Escuela Técnica Superior de Ingeniería.
Universidad Pontificia de Comillas. En preparación hasta el 1.04.2006.
La filosofía occidental, pese a que en sus inicios tiene un carácter trágico, pronto queda tan deslumbrada por la contemplación del bien (y sus correlatos, la unidad, la belleza y la verdad) que pasa por alto y soslaya la cuestión del mal. Desde entonces, las corrientes predominantes se han esforzado por pensar el bien y han desarrollado un tipo de pensamiento apoyado en el principio de no contradicción y en la coherencia sistemática. El mal comparece en este contexto como ‘lo impensable’, por lo que queda apartado, excluido y olvidado. De este modo, la filosofía se entrega a la celebración teórica del bien, sin darse cuenta de que esa celebración instaura el sacrifico del mal.
¿Cuáles son los límites del conocimiento científico? ¿Explica la teoría evolutiva toda la realidad biológica? ¿Es posible y racional abrir la mente a nuevas dimensiones del mundo que van más allá de lo experimentable? Estas preguntas se las puede hacer el espectador después de asistir a la proyección de la película ‘Orígenes’ (estrenada en 2014) del director Mike Cahill. En ella, partiendo de un elemento pequeño y prácticamente insignificante como puede ser el iris de una persona, se genera una concepción mucho más compleja: la del ser humano y la de la relación existente y casi invisible de unos con otros.
La cultura del siglo XXI ha incorporado la dimensión evolutiva a todas las interpretaciones de las tendencias sociales. Sin embargo, las tradiciones religiosas han sido remisas para integrar la dimensión evolutiva en sus planteamientos sobre la trascendencia. Las tradiciones monoteístas han transmitido una imagen demasiado rígida de Dios que ha dificultado el diálogo y el encuentro en la Era de la Ciencia. El reciente ensayo “Trinidad, universo, persona. Teología en cosmovisión evolutiva” (Verbo Divino, 2014) intenta tender puentes con el paradigma abierto del mundo.
Años de experiencia docente e investigadora, así como la obra de diversos autores, han puesto de relieve el “personalismo comunitario”, una corriente de pensamiento que es un humanismo renovado, y que posibilita una ciencia psicológica humanizadora y liberadora; integrante de las diversas dimensiones de las personas: la conciencia y la conducta, el conocimiento y la acción, lo personal y lo social, lo cultural y lo económico, lo político y lo místico.
A lo largo de varios años, en ‚Tendencias21 de las Religiones‘ se ha comentado los esfuerzos de las tradiciones religiosas en pro de un trabajo por la paz mundial. Pese a que muchos autores relacionan las religiones con la violencia y el fanatismo, existe también (sobre todo en la actualidad) un gran interés por parte de las tradiciones religiosas por un trabajo serio por la paz mundial. Un extenso estudio alemán titulado ‚Religionen und Weltfrieden‘ (‚Las religiones y la paz mundial’) ha sido ampliamente comentado y publicado en la revista ‚Actualidad Bibliográfica‘ (Centro Borja, Sant Cugat del Vallés). Ofrecemos una versión del contenido de este texto para nuestros lectores.
Resulta ridículo caracterizar ortodoxamente a Dios como el Absoluto, y exonerarlo de toda responsabilidad mundana. Se debe hablar de Dios desde nuestra experiencia profunda de lo real y de lo religioso: coimplicando el sentido y el sinsentido de la vida, la vida y la muerte, el gozo y el sufrimiento. Rudolf Otto sintetizó la imagen de un Dios en el que se condensa lo fascinante y lo tremendo, la luz y la oscuridad, el cielo y el inframundo.
Las teorías sociológicas tradicionales que anunciaban el final de las religiones en las sociedades modernas son cuestionadas hoy. En este artículo analizamos el papel de las religiones en las sociedades tradicionales; luego, el impacto de la modernidad en las tradiciones religiosas, y los retos ante una nueva forma de secularización.
La metafísica es la filosofía primera o primaria; la disciplina filosófica radical que plantea clásicamente los “tópicos” fundamentales de la existencia. Sin embargo, la crisis (pos)moderna de la filosofía metafísica impide seguir planteándola al modo tradicional, que la sitúa “antidemocráticamente” por encima de las realidades, desde una presunta y presuntuosa idealidad de la Razón absoluta. Una auténtica metafísica (pos)moderna sólo puede presentarse “democráticamente”, como una filosofía hermenéutica no ubicada más allá de lo real.
El 10 de abril de 1955 (hace 60 años) fallecía en Nueva York Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955). Un infarto segó su vida, pero sus ideas siguen vivas en el corazón de muchos hombres y mujeres que buscan una coherencia entre una visión racional y científica del mundo y unas profundas creencias religiosas. Teilhard de Chardin fue capaz de unificar tres profesiones que vivió con intensidad: la de geólogo, la de filósofo y la de místico. En el fondo, supo integrar todo esto en la espiritualidad que brota de Ignacio de Loyola.