Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión.
Escuela Técnica Superior de Ingeniería.
Universidad Pontificia de Comillas. En preparación hasta el 1.04.2006.
Una investigación realizada en Australia con más de 3.700 adultos jóvenes ha revelado que la espiritualidad de la Nueva Era, o las nuevas formas de religiosidad, pueden afectar negativamente al bienestar del ser humano. Centradas en la auto-transformación y excesivamente individualistas, estas prácticas religiosas acaban mermando la capacidad de relación social de los jóvenes, así como su salud mental. A esta conclusión llegó la investigadora Rosemary Arid, que señala que otro problema de la nueva espiritualidad es la inmensa variación en temas religiosos, que acaba restando credibilidad a los símbolos y, por tanto, dejándolos desprovistos de su capacidad para dar sentido a la vida.
La neurociencia ha intentado, en las últimas décadas, comprender y explicar las experiencias religiosas y espirituales, aportando nuevas perspectivas. Sin embargo, no ha desvelado sus misterios más profundos, ya que persiste una brecha entre los datos empíricos y el fenómeno religioso en sí. Para superar esta brecha, el reduccionismo debería ser sustituido por el concepto de emergencia, según el cual el todo es mayor que la suma de sus partes. Por ello la neurona no puede ser adecuadamente descrita sólo en base a sus componentes constitutivos, ni tampoco se puede comprender el cerebro sólo catalogando sus partes. El camino para la comprensión de la espiritualidad humana es complejo, pero la neurociencia puede ayudar en ese recorrido.
Los tecnócratas, la tecnología –es decir, la tecnología como tal y las grandes corporaciones tecnológicas– así como la sociedad y la cultura en que actúa la tecnología, responden siempre necesariamente a una filosofía. Si la tecnología no quiere actuar desde la irresponsabilidad de caminar “ciegamente” en la historia, debe afrontar la responsabilidad de entrar en la reflexión metatecnológica y filosófica. ¿No sería mejor para la misma tecnología comprometerse organizadamente en hacer posible las filosofías para un mundo mejor? Esta semana, segundo debate sobre Tecnología, Sociedad y Cultura en la Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión.
La polémica surgida con motivo de la finalmente no acontecida visita de Benedicto XVI a la universidad romana de La Sapienza ha reavivado, una vez más, la polémica en torno al caso Galileo. El manifiesto en contra de la presencia de Benedicto XVI en la universidad aludía a las valoraciones hechas en 1990 por el entonces cardenal Ratzinger en relación al caso Galileo. Un artículo aparecido en Physics Today en diciembre de 2007 nos permite valorar y entender algunas de las consideraciones de Ratzinger en el discurso que ha sido ocasión para atrubuirle una actitud intransigente.
Casi la mitad de los norteamericanos rechaza la Teoría de la Evolución, y la mayoría no cree que la homosexualidad sea innata, según una encuesta del Pew Research Center de Estados Unidos. Y aunque la mayoría reconoce que el cambio climático existe, más de un 20% aún cree que no es responsabilidad de la actividad humana. En el futuro, ciencia y religión se enfrentarán en otra cuestión candente: la existencia o inexistencia del alma, si es que la ciencia llega a demostrar que la conciencia humana reside sólo en el cerebro.
Una nueva obra del matemático John Allen Paulos recurre a las matemáticas para realizar una “deconstrucción concisa” de todos los argumentos a favor de la existencia de Dios. Estos argumentos van desde los más antiguos hasta los más contemporáneos, como el argumento de la primera causa, el argumento del diseño inteligente o el argumento del principio antrópico y de la universalidad de la moral, entre otros. Paulos propone sin embargo una alternativa a la fe ciega en Dios y a sus argumentos: una proto-religión básica aceptable para ateos y agnósticos, que no contenga dogmas o relatos pero que reconozca el sobrecogimiento y el asombro que nos produce el mundo, y aporte algo de serenidad.
Freeman Dyson publicó recientemente en la revista The Global Spiral un artículo en el que reflexionaba sobre la comprensión de la religiosidad como componente esencial de la condición humana. La religión es un atributo global que cobra diversas formas según nuestras experiencias, ¿puede la ciencia llegar a describir esta característica del hombre? y ¿realmente ciencia y religión son incompatibles? Parece que más allá de las descripciones que la ciencia haga sobre la religiosidad, otros campos de la expresión humana, como la literatura de ficción, pueden dar mejor cuenta de lo que es este fenómeno. Por otro lado, Dyson añade que ciencia y religión deben reunirse en una nueva comprensión más amplia y no excluyente: un marco que las reúna como diversas perspectivas de una misma realidad.
Durante siglos la física teórica ha estado complementada con la física experimental. A partir de 1970 irrumpe la teoría de supercuerdas, que pretende solucionar los problemas que afectan a la ciencia (unificación de partículas y fuerzas, paradojas de a mecánica cuántica y gravedad cuántica), pero que no dispone de una técnica adecuada para su comprobación experimental. El optimismo que acogió la nueva teoría se desvanece. Lee Smolin hace un balance de los 30 últimos años en su libro "The Trouble with Physics: The Rise of String Theory, the Fall of a Science, and What Comes Next", que él ha vivido, primero como defensor y luego como promotor de alternativas.
La polémica entre fundamentalistas cristianos protestantes y los defensores de la teoría de la evolución parece cada vez más candente en Estados Unidos, por lo que la National Academy of Sciences ha mediado con la publicación de un libro de aire conciliador. La fe en Dios no es incompatible con los postulados de Darwin, cada día más demostrados, por lo que la controversia es innecesaria. Por otro lado, la Academia arremete contra el diseño inteligente, al que considera no demostrado científicamente.