Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión.
Escuela Técnica Superior de Ingeniería.
Universidad Pontificia de Comillas. En preparación hasta el 1.04.2006.
La doctrina ética, moral y política del actual pontificado católico está fundamentada en lo que tradicionalmente se llamó la “ley natural”. De ahí ha dimanado su concepto de la “naturaleza humana”, la existencia creada por Dios de una entidad sustantiva metafísica que se transmite de generación en generación. Pero desde el campo de la filosofía (especialmente desde la ética y desde la antropología) se cuestionan estos conceptos. ¿Tiene sentido hoy en nuestra cultura evolucionista hablar de “naturaleza humana” y de “ley natural”? La revista internacional de Teología, Concilium, [en el número 336, de junio de 2010] aborda con valentía la necesidad de reformular estos conceptos a la luz de las ciencias y de las culturas emergentes.
La polémica suscitada por el reciente libro del físico británico Stephen Hawking “The Grand Design”, en el que afirma que, según se desprende de las leyes físicas, ningún Dios fue necesario para la creación del Universo, continúa suscitando reacciones. El popular filósofo británico Julian Baggini analiza a raíz de este libro la situación actual de la relación ciencia-Dios, señalando que en el universo científico habría sitio para Dios si cambiara de forma. Este cambio se oficiaría gracias a la fe de creyentes capaces de encontrar una deidad científicamente respetable, afirma Baggini.
El 26 de agosto pasado, en su retiro de Tavertet (Pirineo catalán), fallecía Raimon Panikkar, reconocidamente uno de los filósofos de la religión más importantes del siglo XX y lo que va del XXI. La interculturalidad la llevaba Panikkar literalmente en la sangre, siendo como era hijo de padre hindú y madre catalana católica. Su allegados vivos son, por lo demás, un poco como él, pese a algunas diferencias de criterio que tampoco hay que exagerar: su hermano menor, Salvador Pániker, y su sobrino Agustín dirigen desde hace años una prestigiosa editorial especializada en temas de búsqueda espiritual y metafísica.
La religión en la que hemos sido educados condiciona nuestra manera de percibir los estímulos visuales, señala una investigación de la Universidad de Leiden. Así, en función de los entornos religiosos que habiten, los individuos se fijarán más en las características globales o en los detalles de cada imagen que vean.
El gigante chino está de moda. En agosto de 2008 tuvieron lugar en Pekín unas Olimpiadas que sorprendieron al mundo. En 2010 está teniendo lugar la Exposición Universal. Y China está celebrando con múltiples actos los 400 años del fallecimiento en Pekín del jesuita Matteo Ricci (1552-1610), el primer europeo enterrado en el cementerio del Emperador. Con 9.5 millones de kilómetros cuadrados (el cuarto país más grande del mundo) y 1.300 millones de habitantes (la cuarta parte de la población mundial), la República Popular China nos sorprende cada día. El rápido crecimiento económico dentro de un régimen autoritario ha convertido a China en una de las potencias industriales y comerciales del mundo. Las relaciones entre China y el cristianismo han sido históricamente difíciles. Pero los analistas perciben nuevos signos esperanzadores. El gobierno chino espera que las religiones tengan un papel estabilizador, aumentando la paz y la armonía de la sociedad. Por María Dolores Prieto Santana.
Experimentos realizados por un psicólogo de la Universidad Queens de Belfast han demostrado que niños y adultos modifican su comportamiento si se creen observados por algún agente sobrenatural. Según los científicos, este hecho demostraría que la religiosidad humana surgió como herramienta de supervivencia.
Los miembros de la Generación X – nacidos en la década de los 70- son menos propicios a dejar de tener una afiliación religiosa que sus padres y antecesores. Esto es lo que afirma un estudio realizado por un sociólogo norteamericano en el que fueron analizadas las respuestas de unos 37.000 encuestados. El origen de esta tendencia podría estar en la diversidad religiosa de la sociedad actual, que permitiría a la gente optar por una u otra fe en lugar de abandonar por completo la religión, explican los expertos.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Pittsburgh y de la Cleveland State University ha revelado que, aunque puede establecerse una relación entre la ausencia de religiosidad y la inteligencia, esta relación sólo se daría en los extremos del espectro de la inteligencia humana.
Los pronósticos científicos recientes acerca del destino del universo, más allá de diversos matices y versiones, exhiben un mayoritario consenso respecto de aguardar una muerte térmica de escala cósmica, esto es: una disolución final de la armonía física universal, y la ulterior permanencia de una materia carente de estructuras capaces de generar vida. La cosmología plantea aquí un genuino desafío a la escatología, ya que ésta proclama, antes bien, una plenitud de alcance universal, cuando acontezca la resurrección escatológica de los muertos. En efecto, el Magisterio de la Iglesia presenta a la Segunda Venida como un acontecimiento que, aunque es meta-histórico, tendrá lugar a la vez en la historia tanto de la humanidad como del universo material en su conjunto. Así pues, en esta situación, no resultarían indiferentes los posibles escenarios cósmicos en los que tal consumación habrá de tener lugar. He aquí una verdadera superposición de ámbitos que plantea un estimulante debate. El Papa Juan Pablo II es, probablemente, el primer Pontífice que percibió esta aparente paradoja, refiriéndose al tema en una famosa carta al Director del Observatorio Vaticano en 1988.