Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión.
Escuela Técnica Superior de Ingeniería.
Universidad Pontificia de Comillas. En preparación hasta el 1.04.2006.
La presencia cruda del mal y de la infelicidad contrasta con la presencia benéfica del bien y de la felicidad. Desde una aproximación hermenéutica de carácter simbólico, el silencio de Dios representa para el humanista un vacío ético y un nihilismo desbordante. Así, el vacío de Dios y su ausencia se conciben como un hueco axiológico, una potencia abierta y lacerada; una realidad surreal que ahoga al hombre.
Las relaciones entre la Teología y la Universidad en España han sido conflictivas en los últimos siglos. En 2010, la Universidad de Granada creó una Cátedra de Teología en colaboración con la Facultad de Teología de Granada. Se retomaba así la tradición por la que la teología se encontraba presente en el medio universitario, tradición que quedó interrumpida en el siglo XIX.
A pesar de los muchos malentendidos y conflictos, el entendimiento y el encuentro son siempre posibilidades reales de los seres humanos. La posibilidad de que los hombres puedan hacer entrar su vida por un camino de confluencia y comunicación interhumana (Habermas), creando niveles cada vez más altos de cohesión social, depende de una confluencia de racionalidades. ¿Es posible que esta confluencia se alcance en el mundo moderno? La desbordante variedad y variabilidad de la racionalidad humana se halla en todo momento a la espera de ser creativamente salvaguardada, articulada y lanzada hacia delante hacia la cohesión. En este necesario proceso dialógico la teología –como expresión de la sensibilidad religiosa de la mayor parte de la humanidad– deberá jugar, en nuestra opinión, un papel mediador de gran importancia.
El “retorno” de lo religioso en un mundo globalizado deja una constelación compleja y polivalente de fenómenos: des-institucionalización, flexibilidad dogmática e individuación de la creencia; integrismos, fundamentalismos y sectas; “sacralización de lo secular” y cultos profanos (como el culto al cuerpo), etcétera; que constatan la relevancia de “lo religioso” en el siglo XXI: La religión parece ahora revitalizada, sobre todo, en un nuevo contexto mundial globalizado. Un libro editado por el profesor Diego Bermejo aborda desde muchos puntos de vista el retorno y la ausencia de Dios en el contexto actual.
Una de las tendencias que se apuntan para el siglo XXI es el intento interdisciplinar de superar los conflictos de racionalidades. Es claro que antes de intentar resolver el conflicto de racionalidades se debe caer en la cuenta de que existe y se debe ser capaz de describirlo. Uno de estos conflictos, no el único, se refiere al contencioso entre conocimiento científico y el conocimiento organizado sobre las religiones expresado en la Teología. ¿Es posible establecer puentes racionales entre la ciencia y la Teología? ¿Qué mediaciones permitirían estos puentes?
Por todos es conocida la extrema gravedad de la crisis ecológica planetaria y sus manifestaciones. Pero la crisis ecológica forma parte de una gran crisis de civilización, de la humanidad en su conjunto. Es una crisis sistémica. La humanidad ha llegado a lo que Fritjof Capra llama un punto crucial. Para el budista zen, la causa principal de esta crisis radica en una percepción errónea de la realidad que ha ido surgiendo históricamente en el seno de la conciencia humana y que ha culminado en la civilización occidental.
Vivimos en un mundo azotado por una crisis global económica y de valores. Los gobernantes de los países occidentales hacen llamadas continuas a la austeridad. Pero tal vez el sentido que le dan a la palabra “austeridad” encubra otros contenidos que exoneren de responsabilidades a los culpables de la crisis. Algunas tradiciones religiosas coinciden en orientar la necesaria austeridad en una línea más reivindicativa y radical que, por lo general, no es bien comprendida por los gobernantes.
El proceso cósmico puede verse como una dialéctica entre lo constructivo y lo deconstructivo. La vida humana como una trágica contraposición entre lo positivo y lo negativo, lo divino y lo demónico. La cultura es dialógica y en ella han buscado los hombres su acceso a la integración en la armonía del cosmos. Uno de estos accesos ha sido el simbolismo de la “construcción”, partiendo de la figura mítica de Hiram que, tras ser asesinado a manos de su cofrades y auxiliares, se convierte en la clave de toda posible construcción y reconstrucción de la vida.
El llamado “Caso Flew” se hizo público en 2004, cuando el filósofo inglés Antony Flew, gran defensor del ateísmo, anunció su conversión al deísmo en una entrevista realizada por Gary Habermas para “Philosophia Christi”. Flew explicó desde entonces que este cambio en su pensamiento comenzó a producirse a raíz de las implicaciones filosóficas que tenían algunos de los aspectos de la naturaleza que iba desvelando la ciencia.