Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión.
Escuela Técnica Superior de Ingeniería.
Universidad Pontificia de Comillas. En preparación hasta el 1.04.2006.
En el debate filosófico, el hecho de la secularización se entiende como equivalente de la progresiva erosión de los fundamentos teológico-metafísicos que impregnaban toda la realidad cultural de las sociedades antiguas. El desarrollo de la sociedad europea occidental se podría entender como un progresivo proceso de secularización, donde se daría una creciente racionalización y mundanización de la sociedad. Los estudios sociológicos, sin embargo, están poniendo de relieve que no es la indiferencia lo que crece en Europa, sino que, más bien, la situación en la que parecen situarse la mayoría de los europeos es la de la duda. ¿Dónde se ha operado el cambio crucial?
Las creencias del cristianismo y otras religiones en la existencia de ángeles y demonios han sido para el pensamiento moderno ateo inadmisibles. Sin embargo, la valoración correcta de dichas creencias debe basarse en un conocimiento preciso: ¿cuál es su origen histórico?¿qué papel juegan?
En una conferencia en 2012, el filósofo Edgar Morin decía que vivimos en un tiempo sin esperanza, que la esperanza se desintegró en el siglo pasado a causa de la incertidumbre y el miedo al futuro. El fracaso del proyecto ilustrado, las dudas sobre el sistema socioeconómico y tecno-científico, las crisis de todo tipo: de valores, de sentido, cultural, educativa, familiar, económica, ecológica… hacen que en el imaginario del hombre de hoy “la incertidumbre” parezca coparlo todo. Quizás estemos en un cambio de época del que aún no somos plenamente conscientes pues sólo atisbamos la otra orilla, de la que aún permanecemos extranjeros.
“Las religiones nunca se han llevado bien con las mujeres. Siempre han sido las grandes perdedoras”, según el teólogo Juan José Tamayo Acosta. En el cristianismo, aunque en la época patrística se valoró su dignidad en la iglesia y existen figuras femeninas importantes, también predominan los criterios discriminadores en relación a la mujer. Tamayo plantea cinco tesis para analizar y profundizar en esta circunstancia, que revisaremos en el presente artículo. Por su parte, la teología feminista actual trata de reivindicar de forma radical la condición plena de la mujer como ser humano, en ningún caso inferior a la condición del varón.
La cuestión del sentido de la vida suele plantearse a un nivel más filosófico o subjetivo que objetivo o científico, a modo de pregunta radical por la existencia. Pero el enigma de la existencia tiene unos parámetros que desbordan la experiencia inmediata del hombre en el mundo, hasta proyectarse como enigma del universo, su aparición y funcionamiento físico-químico o biológico. De esta forma traspasamos el umbral de la filosofía y las ciencias humanas para asomarnos cautelosamente al ámbito de la ciencia. Podría hablarse entonces de una hermenéutica, interpretación o versión “metafísica de la física”, o bien de una “cosmología simbólica”.
Ante el sufrimiento surge el profundo desconcierto del espíritu humano: primero al tener que verse en el desespero del dolor y de la angustia, siente la impotencia y el abandono; segundo, cuando en el paroxismo del desespero el hombre recurre a Dios suplicando ayuda y no recibe más respuesta que la aparente indiferencia y silencio de la Divinidad. Para el ateísmo el silencio-de-Dios es incompatible con la creencia de que Dios sea real y existente. Pero para los creyentes, el sufrimiento produce un desconcierto total, una perplejidad existencial casi absoluta, a veces incluso un malestar ante Dios que pudiera llevar a poner en cuestión las mismas opciones religiosas. No cabe duda de que muchos ateísmos e indiferencias ante lo religioso son, en el fondo, un “ajuste de cuentas” con el Dios en silencio.
La Vía del Zen es un camino de despertar espiritual de más de dos mil quinientos años de antigüedad, una tradición que se ha perpetuado de generación en generación, de maestro a discípulos, atravesando culturas y áreas geográficas muy diversas. ¿Se puede fundamentar la ética en la filosofía y la espiritualidad? Y, en concreto, ¿es la Vía Zen un camino para la ética universal? En este artículo presentamos dos opiniones al respecto: la de un maestro Zen, Dokusho Villalba; y la de un filósofo, Juan Marcial Rufo.
Suele entenderse por New Age a una corriente espiritualista super-optimista y bastante individualista que combina tradiciones diversas, orientales (sobre todo) y occidentales. Pero, ¿en qué consiste este fenómeno, en sentido amplio? La corriente New Age (que quizás sería mejor traducir al castellano como Nueva Era) es un movimiento filosófico y espiritual surgido en las últimas décadas, que posee la virtud de poner nerviosos e intrigar a la vez a las personas de orientación científica y a los creyentes de las religiones tradicionales, un tema, por tanto, nada frívolo.
Cuando se produce un importante descubrimiento, especialmente en el caso de las ciencias biológicas, los partidarios de frenar la investigación de este tipo suelen señalar que el hombre está jugando a ser Dios, está tratando de suplantar a Dios en la creación. Sin embargo, un análisis más detallado del concepto de investigación en relación a la creación y de la función que Dios y el hombre juegan en esta última puede llevar a proclamar que la investigación, entendida como la misión co-creadora del hombre, no representa ninguna idea peligrosa.