Mucho se ha dicho de la crisis que sufren las empresas y de la importancia de la capacidad de liderazgo y gerencia de los directivos actualmente. El común de los mortales piensa que basta con el nombramiento oficial de nuevos “líderes” para hallar las soluciones e impulsar nuestras industrias. Sin embargo, algunos analistas sugieren que sí existe una diferencia entre liderazgo y gestión. Al parecer todo radica en el colectivo y las masas.
Aunque los expertos coinciden en la necesidad de un buen liderazgo en momentos de crisis, no es fácil ser quien da las directrices en medio de una economía tambaleante. Esto ocurre tanto a nivel social como a nivel empresarial. A pesar de que, en ambos casos, un buen gestor resulta fundamental, hoy en día los nuevos directivos empresariales temen ejecutar algún plan que fracase y cargar con la responsabilidad absoluta del cierre de sus compañías, según revela el Foro Económico Mundial de Liderazgo.
Algunos expertos lo califican como el fenómeno de la burbuja de la educación, otros simplemente han dejado de lado sus esperanzas en la preparación universitaria, lo cierto es que, ante la crisis, en Estados Unidos ya comienzan a cuestionarse sí es rentable o no dedicar tantos años de estudio e inclusive solicitar créditos para costear una carrera, con el panorama mundial que se vislumbra y la crisis económica, que cada vez causa más estragos en los mercados laborales.
En un clima de incertidumbre económica constante, muchas son las empresas que no tienen otra opción que la reducción de costes, si quieren sobrevivir. Pero con demasiada frecuencia, estos recortes son una reacción instintiva a los acontecimientos inmediatos, y se centran en las áreas equivocadas, no para mejorar el rendimiento sino para detener los proyectos potencialmente valiosos, lo que a la larga termina por afectar gravemente a la empresa, revela una investigación realizada en Holanda.
Un sondeo realizado con 10.000 personas por el Instituto Superior Kenexa revela que, en Estados Unidos, un 28% de los trabajadores desconfía de sus jefes. Por otro lado, el informe señala que los empleados en esta situación son nueve veces más propensos a considerar seriamente la renuncia a sus puestos de trabajo, y 15 veces más propicios a solicitar la baja por estrés laboral porque suelen sentirse más agotados mental y físicamente.