Lo que hasta no hace mucho era un sinónimo de éxito y la meta de todo subordinado, hoy día parece ser una prueba de fuego para las capacidades de cualquier profesional dentro de una organización.
Llevar las riendas de la empresa representa ahora una responsabilidad mucho mayor, porque con la crisis el margen de error se ha visto reducido ante la imposibilidad del fracaso, así que los candidatos a ascensos se piensan ahora mejor el tomar las riendas de su organización, si con ello ponen en juego su puesto de trabajo y el de cientos de empleados más.
Esta conclusión es la alcanzada en el Foro Económico Mundial de Liderazgo, tras una mesa redonda realizada por la Universidad de Wharton en Pensilvania, Estados Unidos. De ella se ha hecho eco la revista digital kwonledge @ Wharton.
En dicha mesa redonda participaron los expertos Ian Rogan, Krishnaswamy Ramya , Mats Björkman y Carl Vadapalli Sandilya, gerente de proyectos e iniciativas ambientales, así como experto en soluciones de riesgo emergentes de British Petroleum y Satyam Computer.
Para Ian Rogan, la naturaleza del liderazgo, pese a lo que digan, no ha cambiado, pero sí lo ha hecho que el contexto en el que se ejercita ese liderazgo, que se ha vuelto mucho más complicado. “Vivimos en una época donde no hay un ciclo de noticias, sólo hay un flujo constante de información. Para ser capaces de gestionar, particularmente en una crisis, es mucho más difícil. Como directivo, debes ser capaz de realizar mucho más rápido tus tareas y proyectos para emerger, pero sin dejar de pensar bien las decisiones a tomar”, señala el especialista.
Responsabilidad Compartida
La mayoría de los expertos, entre ellos Vadapalli, coinciden en que este temor generalizado a enfrentar cargos de poder dentro de una empresa en riesgo por la crisis, se subsanaría contando con varios directivos a todos los niveles y haciendo responsables y colaboradores a todos por igual.
Con frecuencia, se ha observado que los individuos de alto rendimiento de las grandes organizaciones a menudo fracasan, a menos que puedan llevar a su equipo con ellos. “En lugar de buscar en el icónico héroe-líder-director general las soluciones, tenemos que entender que este presidente es un líder eficaz, porque [él o ella] tiene la capacidad de atraer a un buen equipo, identificar dónde están las debilidades, y activar proyectos que le den el empujón necesario a la empresa”, asegura Rogan.
Llevar las riendas de la empresa representa ahora una responsabilidad mucho mayor, porque con la crisis el margen de error se ha visto reducido ante la imposibilidad del fracaso, así que los candidatos a ascensos se piensan ahora mejor el tomar las riendas de su organización, si con ello ponen en juego su puesto de trabajo y el de cientos de empleados más.
Esta conclusión es la alcanzada en el Foro Económico Mundial de Liderazgo, tras una mesa redonda realizada por la Universidad de Wharton en Pensilvania, Estados Unidos. De ella se ha hecho eco la revista digital kwonledge @ Wharton.
En dicha mesa redonda participaron los expertos Ian Rogan, Krishnaswamy Ramya , Mats Björkman y Carl Vadapalli Sandilya, gerente de proyectos e iniciativas ambientales, así como experto en soluciones de riesgo emergentes de British Petroleum y Satyam Computer.
Para Ian Rogan, la naturaleza del liderazgo, pese a lo que digan, no ha cambiado, pero sí lo ha hecho que el contexto en el que se ejercita ese liderazgo, que se ha vuelto mucho más complicado. “Vivimos en una época donde no hay un ciclo de noticias, sólo hay un flujo constante de información. Para ser capaces de gestionar, particularmente en una crisis, es mucho más difícil. Como directivo, debes ser capaz de realizar mucho más rápido tus tareas y proyectos para emerger, pero sin dejar de pensar bien las decisiones a tomar”, señala el especialista.
Responsabilidad Compartida
La mayoría de los expertos, entre ellos Vadapalli, coinciden en que este temor generalizado a enfrentar cargos de poder dentro de una empresa en riesgo por la crisis, se subsanaría contando con varios directivos a todos los niveles y haciendo responsables y colaboradores a todos por igual.
Con frecuencia, se ha observado que los individuos de alto rendimiento de las grandes organizaciones a menudo fracasan, a menos que puedan llevar a su equipo con ellos. “En lugar de buscar en el icónico héroe-líder-director general las soluciones, tenemos que entender que este presidente es un líder eficaz, porque [él o ella] tiene la capacidad de atraer a un buen equipo, identificar dónde están las debilidades, y activar proyectos que le den el empujón necesario a la empresa”, asegura Rogan.
Muchos se preguntan si para buscar las respuestas a las crisis, no nos centramos demasiado en los líderes. ¿Debemos responder de manera diferente?
Krishnaswamy, involucrada en iniciativas sobre el agua de colaboración y miembro de la SGE Consultores de Impacto Social y McKinsey, opina que actualmente, en las empresas, se deposita la responsabilidad completa en la persona que ejecuta el único plan. Sin embargo, el hecho de que todo el sistema haya permitido que algo así no ocurra es cuestionado con frecuencia.
“Creo que la idea de un líder como alguien que está en la cima es algo que nos impide avanzar. En general estamos en un mundo en el que el papel de un directivo no debe basarse en ser capaz de llevar de manera activa un proyecto único que genere expansión, sino en permitir que sus equipos funcionen de manera coordinada y con responsabilidad compartida”.
Mantener la ética es fundamental
Según Björkman, los líderes de hoy en día tienen problemas muy diferentes, todos están interconectados, todos ellos están relacionados entre sí por la crisis. Un buen directivo tiene una caja de herramientas muy grande con un montón de buenos instrumentos, que él o ella puede utilizar, en función de las circunstancias.
Cuando la crisis golpea, los líderes deciden escoger de su caja de herramientas estrategias y se guían por los valores que tienen, la crisis financiera es un ejemplo en el que las empresas en repetidas ocasiones trataron de sacar el mayor provecho de la situación mientras la crisis se desarrollaba, con la finalidad de conseguir que sus empresas se mantengan por delante, jugando para su único beneficio.
Esto se debe,según Vadapalli, a que esa es la manera normal de hacer negocios - ser inteligente, moverse rápidamente y con fines de lucro cada vez que se presenta la oportunidad-. Sin embargo, si el sistema de valores aplicado se hubiese centrado en esta etapa crítica en consolidar fuerzas para superar el momento, el resultado mundial habría sido hoy distinto.
Las crisis ponen de manifiesto los valores verdaderos de las personas, de los líderes, de los mandatarios. Es fácil decir que en los buenos tiempos vamos a hacer todas “esas cosas”, que creemos en “esos valores”. Pero al enfrentarse a una crisis, es cuando se ponen a prueba nuestros reales valores. Renunciar a la posibilidad de avanzar, ascender y surgir no es la solución, la respuesta está en el trabajo en equipo y en la humildad para reconocer y enmendar sobre la marcha nuestros errores como directivos.
Krishnaswamy, involucrada en iniciativas sobre el agua de colaboración y miembro de la SGE Consultores de Impacto Social y McKinsey, opina que actualmente, en las empresas, se deposita la responsabilidad completa en la persona que ejecuta el único plan. Sin embargo, el hecho de que todo el sistema haya permitido que algo así no ocurra es cuestionado con frecuencia.
“Creo que la idea de un líder como alguien que está en la cima es algo que nos impide avanzar. En general estamos en un mundo en el que el papel de un directivo no debe basarse en ser capaz de llevar de manera activa un proyecto único que genere expansión, sino en permitir que sus equipos funcionen de manera coordinada y con responsabilidad compartida”.
Mantener la ética es fundamental
Según Björkman, los líderes de hoy en día tienen problemas muy diferentes, todos están interconectados, todos ellos están relacionados entre sí por la crisis. Un buen directivo tiene una caja de herramientas muy grande con un montón de buenos instrumentos, que él o ella puede utilizar, en función de las circunstancias.
Cuando la crisis golpea, los líderes deciden escoger de su caja de herramientas estrategias y se guían por los valores que tienen, la crisis financiera es un ejemplo en el que las empresas en repetidas ocasiones trataron de sacar el mayor provecho de la situación mientras la crisis se desarrollaba, con la finalidad de conseguir que sus empresas se mantengan por delante, jugando para su único beneficio.
Esto se debe,según Vadapalli, a que esa es la manera normal de hacer negocios - ser inteligente, moverse rápidamente y con fines de lucro cada vez que se presenta la oportunidad-. Sin embargo, si el sistema de valores aplicado se hubiese centrado en esta etapa crítica en consolidar fuerzas para superar el momento, el resultado mundial habría sido hoy distinto.
Las crisis ponen de manifiesto los valores verdaderos de las personas, de los líderes, de los mandatarios. Es fácil decir que en los buenos tiempos vamos a hacer todas “esas cosas”, que creemos en “esos valores”. Pero al enfrentarse a una crisis, es cuando se ponen a prueba nuestros reales valores. Renunciar a la posibilidad de avanzar, ascender y surgir no es la solución, la respuesta está en el trabajo en equipo y en la humildad para reconocer y enmendar sobre la marcha nuestros errores como directivos.