Muchos de los comportamientos que tenemos a diario se dirigen a comprender cómo somos vistos por los demás. Nuestra capacidad para “leer” la mente de las personas que nos rodean es muchas veces errónea. Una nueva investigación llevada a cabo por la Universidad de Chigado muestra que, para comprender mejor cómo somos vistos por los demás, es preciso en primer lugar cambiar la perspectiva desde la que nos vemos a nosotros mismos. Según sus autores, esta habilidad puede mejorarse si, en lugar de fijarnos en los detalles, nos miramos de un modo general, ya que ésa es la perspectiva desde la que nos analizan los demás. Tener una visión lo más precisa posible respecto a la manera en que nos perciben los demás es esencial, no sólo en nuestra vida privada, sino también a la hora de relacionarnos con clientes o empleados, ya que nos permitirá mejorar la nota de decisiones.
Los directivos también pueden fomentar la creatividad entre sus empleados. A esa conclusión llega la profesora de la Harvard Business School después de llevar a cabo varios estudios. Según ella, la motivación y las emociones positivas están directamente ligadas a la creatividad. Sus estudios han puesto de manifiesto que los trabajadores se muestran más creativos cuando experimentan emociones positivas, mientras que cuando tienen emociones negativas, sus cotas de creatividad y motivación decaen. Otra de las conclusiones a las que llega es que los trabajadores se sienten contentos cuando hacen algún tipo de progreso, por pequeño que sea, en su quehacer diario. Por ello, considera que los directivos deben estar muy pendientes de apoyar cotidianamente el progreso de sus trabajadores como fórmula para, a su vez, incrementar su creatividad.
La falta de formación o, directamente, la falta de interés de los directivos es el principal impedimento que se encuentran las empresas que quieren aumentar el nivel de compromiso de sus empleados. Según sostiene Martin Vickers, del Institute for Corporate Productivity, impulsar el compromiso en momentos de incertidumbre económica como el que vivimos es clave para las organizaciones. La mejor manea de inculcarlo, dice, es que las empresas se tomen en serio la formación de sus directivos en este sentido. Asimismo, afirma que las empresas que funcionan bien (ingresos, rentabilidad o atención al cliente) son las que mejores porcentajes de compromiso muestran entre sus empleados.
Un cambio de hábitos consciente lleva consigo la innovación. A esa conclusión llegan dos escritores y expertos en management consultados por el New York Times. Para ellos, la innovación reside en lo que llama nuestra zona de “expansión”, un lugar de nuestra existencia en el que no nos sentimos cómodos con nuestros hábitos, lo que nos lleva a buscar otros nuevos. Asimismo, defienden que los directivos se rodeen de colaboradoras que piensen de un modo diferente a ellos, ya que, de lo contrario, la organización pierde la diversidad intelectual y, en consecuencia, la capacidad de cambio e innovación. Para superar le miedo a innovar, recomiendan practicar la técnica japonesa llamada “kaizen” (mejora continua), en la que se basa el sistema de producción de Toyota.
Tres estudios dirigidos por un profesor de management de la Kellogg School of Management han puesto de manifiesto que a la hora de negociar es mejor tomar perspectiva respecto a nuestro oponente si queremos llegar un acuerdo. Esta toma de perspectiva consiste en tratar de entender las motivaciones del otro sin que nos olvidemos de nuestras propias necesidades. Por el contrario, demasiada empatía (aunque ésta sea útil en otras interacciones sociales) dificulta llegar a acuerdos porque lleva a los oponentes a introducir en la negociación, en un sentido u otro, el componente emocional. Según los autores del estudio, es mejor negociar con la cabeza que con el corazón.