Aunque parezca difícil creerlo, aún hoy existen compañías que funcionan con viejos modelos jerárquicos de administración basados en estrategias militares, lo que, según Paul Thomas, profesor e investigador de la Universidad de Glamorgan en el Reino Unido, hace que estas organizaciones se retrasen y que los empleados se sientan frustrados y sin iniciativa. De acuerdo con él, las compañías más exitosas de hoy son aquellas que han adoptado sistemas democráticos y en las que los directivos han aceptado que deben deshacerse del control para permitir que sus empleados piensen por ellos mismos, tomen decisiones y, de esta manera, se comprometan con su trabajo.
Un nuevo estudio del Wharton Business School afirma que posiblemente no se verán aumentos sustanciales en el empleo en Estados Unidos hasta el año 2013, y que los más afectados serán los directivos de mediana edad. La situación de los ejecutivos de entre 40 y 50 años pasa así por un momento difícil: no sólo son sustituidos cada vez más por jóvenes impuestos en las nuevas tecnologías, sino que además son el blanco más común a la hora de los despidos porque son más caros y tecnológicamente más atrasados.
Un estudio ha descubierto que 13 de los 14 problemas más comunes en los equipos de trabajo se encuentran entre los trabajadores que no comparten un mismo espacio físico y que los conflictos entre ellos son más duraderos y significativamente más difíciles de resolver. Además, los sistemas tradicionales empleados para resolver estos conflictos tienden por lo general a destruir no sólo las relaciones de trabajo, sino también la productividad general. El gran reto no está en la localización, sino en la comunicación, según los autores de esta investigación.
Los directivos no pueden quedarse estancados en las medidas contra la crisis, sino que deben ser conscientes de que sus decisiones actuales definirán el futuro de sus compañías. Un estudio de la firma consultora de negocios Deloitte asegura que las decisiones que tomen los directivos durante los siguientes dos años determinarán el desarrollo de las empresas durante la próxima década.
Cuando un negocio entra a competir dentro de un mercado puede robarles clientes a los otros competidores pero obtener distintos resultados con sus nuevos consumidores; es decir, es posible que se quede con la mitad del mercado del otro pero que no obtenga ganancias debido a la guerra de precios que lo hizo llegar al límite y vender sus productos por lo mínimo, pero también está la posibilidad de revisar bien el mercado antes de entrar en él para pensar en un producto diferenciado, que no sea intercambiable por el de los demás y, por ende, poco sensible a los cambios de precio, para así abrir el camino a quedarse con los clientes sin caer en la guerra de precios, y obtener las ganancias esperadas.