Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión.
Escuela Técnica Superior de Ingeniería.
Universidad Pontificia de Comillas. En preparación hasta el 1.04.2006.
La modernidad líquida, término establecido por el sociólogo, filósofo y ensayista polaco Zygmunt Bauman, es un tiempo sin certezas, donde los hombres que lucharon durante la Ilustración por poder obtener libertades civiles y deshacerse de la tradición se encuentran con la obligación de ser libres asumiendo los miedos y angustias existenciales que tal libertad comporta: la cultura laboral de la flexibilidad arruina la previsión de futuro. Desde un punto de vista sociológico, la modernidad líquida, además, hace precarios los vínculos humanos y podría llegar a “licuar” incluso a las religiones.
Un reciente estudio, realizado por psicólogos norteamericanos, ha revelado que las personas con rasgos autistas son menos propensas a creer en Dios. Dado que el autismo implica diversos grados de incapacidad para comprender el pensamiento de otros, los resultados obtenidos sugieren que existiría una relación positiva entre la fe religiosa y la habilidad para atribuir pensamientos e intenciones a otras personas o entidades, señalan los autores de la investigación.
El catolicismo y el protestantismo por igual atraviesan una grave crisis, tanto en Europa como en América del Norte. Además, son cada vez más los observadores que pronostican que esta crisis va a afectar también a otras religiones y que su origen podría estar en la incapacidad creciente de las religiones para acomodarse al profundo cambio cultural en curso. Un informe elaborado por ASETT/EATWOT en esta línea muestra la quiebra creciente de las “religiones neolíticas” y plantea hipótesis sobre las nuevas formas de espiritualidad que podrían pervivir en la sociedad del conocimiento.
Es bastante común practicar rituales para conseguir algún fin. Pero lo cierto es que estas acciones conllevan una paradoja cognitiva: resulta imposible calibrar su verdadera eficacia. Un equipo de psicólogos estadounidense ha analizado cómo da el ser humano veracidad a los rituales, y ha descubierto que una de las claves estaría en su carácter repetitivo: cuanto más se repite el ritual, más se cree que funcionará. Según los investigadores, esto se debe a que la repetición activa los principios causales intuitivos, que nos ayudan a comprender la causalidad de los hechos o sucesos que acontecen continuamente a nuestro alrededor.
El teólogo Karl Rahner escribió: “en el siglo XXI los cristianos serán místicos o no serán”. Por otra parte, aunque para mucha gente los místicos sean gente excepcional, un poco rara y muy escasa, la teóloga Saskia Wendel ha defendido en un artículo muy difundido y traducido a muchas lenguas, que habrá una “democratización de la mística” en nuestro siglo. Estas afirmaciones nos llevan a preguntarnos por el papel actual de la mística. ¿Es algo pasado, propio de épocas muy confesionales? ¿Puede tener la mística futuro en el siglo XXI?
A lo largo de la historia, la religión ha aumentado la confianza dentro de los grupos religiosos, pero también ha incrementado la conflictividad intergrupal, han revelado diversos estudios. Sin embargo, según los expertos, aunque la base “sagrada” de estos conflictos pueda bloquear algunas tácticas de negociación, el hecho de llevar a cabo gestos simbólicos potentes, como la demostración sincera de respeto hacia los valores sagrados de otros, puede desembocar en negociaciones exitosas. Por esa razón, conocer las motivaciones religiosas desde un punto de vista científico podría promover determinadas prácticas que ayuden a la consecución y mantenimiento de la paz.
La Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural se aprobó por unanimidad el dos de noviembre de 2001, en una coyuntura muy singular: acababan de producirse los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001. La trigésimo primera reunión de la Conferencia General de la UNESCO constituía el primer gran encuentro de nivel ministerial después de aquel día aciago. Ello brindó a los Estados la ocasión de reafirmar su convicción de que el diálogo intercultural es el mejor garante de la paz, y de rechazar categóricamente la tesis que auguraba un choque ineluctable entre las culturas y civilizaciones.
En los últimos años, diversos neurólogos han tratado de darle una explicación al fenómeno de la espiritualidad humana desde la perspectiva del funcionamiento del cerebro. La última investigación al respecto ha revelado que la actividad del lóbulo temporal derecho estaría vinculada al grado de religiosidad de cada individuo. Según el autor del estudio, de la Universidad estadounidense de Missouri, este descubrimiento ayuda a establecer una base neuropsicológica de la espiritualidad. Contrastado con estudios anteriores, también revelaría que la espiritualidad no está aislada en una sola área específica del cerebro, sino que es un fenómeno dinámico, que emplea a múltiples partes cerebrales.
Desde el año 2009, Vlatko Vedral es profesor de Información Cuántica en Oxford. Su tesis doctoral en el Imperial College de Londres, donde se había licenciado en física, había versado ya sobre el concepto de información en Claude Shannon y su aplicación a la mecánica cuántica. En 2010, Vedral publicó en Oxford una obra titulada Decoding Reality, cuya traducción al español apareció casi a continuación en el mismo año 2010 (Vedral, Vlatko, Descodificando la realidad, Biblioteca Buridan, 2010). Vedral sostiene en su obra que el universo no estaría compuesto de materia ni de energía sino de información.