Un cerebro humano puede conservarse intacto 2.600 años debido a un proceso natural llamado agregación de proteínas: se desarrolló de forma original debido al enterramiento ritual de la víctima, que fue decapitada.
El afamado físico Nicolas Gisin propone cambiar el lenguaje matemático de la física por otro más intuitivo que incorpore el indeterminismo y aproxime la descripción del mundo cotidiano a la realidad cuántica.
Los neurocientíficos han confirmado lo que la sociología había establecido el siglo pasado: que la memoria colectiva da forma a la memoria individual. Desencadena una reacción cerebral que alinea los recuerdos personales con los del grupo.
Los cerebros de las madres y sus bebés sincronizan sus ondas cerebrales y funcionan como un solo sistema que estimula el desarrollo mental del recién nacido. Las emociones positivas de la madre potencian esta conexión invisible.
Los animales y las plantas en minoría se instalan en barrios étnicos para reforzar su resistencia contra las especies más competitivas. El descubrimiento cuestiona a Darwin y ayudará a la preservación de la microbiota intestinal.
Las máquinas moleculares son capaces de destruir bacterias resistentes a los antibióticos: perforan las paredes celulares y devuelven a los antibióticos la capacidad de vencer enfermedades infecciosas. También destruyen células cancerígenas.
El envejecimiento se produce en tres momentos clave: a los 34, 60 y 78 años de edad, cuando se alteran repentinamente los niveles de 1.379 proteínas sanguíneas. Estos cambios permiten determinar también la edad de una persona.
El cerebro humano se encoge un 7 por ciento después de vivir 14 meses en la Antártida: pierde capacidad de formar recuerdos, de orientación espacial y de atención selectiva. Estos cambios serían reversibles con una vuelta a la normalidad.
El cerebro no se limita a las primeras impresiones para interpretar la realidad: representa la incertidumbre del entorno de una forma probabilística, casi matemática, para que podamos tomar las decisiones más acertadas.
Los pensamientos suicidas se originan por la disfunción en dos redes neuronales implicadas en la respuesta a los eventos negativos y en los pensamientos ilógicos que conducen a conclusiones erróneas en momentos de fatiga.