Una nueva política de civilización emerge desde el Pensamiento del Sur, inspirada en el pensamiento Complejo. Un Sur metafórico que se abre a las alternativas que surgen fuera del contexto hegemónico del Norte. Un Sur abierto a las experiencias emergentes de cambio educativo en los diversos países; a la necesidad de dar visibilidad a aquellas experiencias que nacen en las periferias, a las experiencias reveladoras del mestizaje de los pueblos, de la igualdad de géneros, a las experiencias que valoran las culturas ancestrales, entre otros aspectos.
Se ha llegado a sugerir que en Física estaba prácticamente todo inventado. Sin embargo, no se menciona que hay muchas imprecisiones, arreglos y trucos que los científicos han utilizado para explicar las realidades con las que se encontraban. Las teorías conocidas son incapaces de explicar las nuevas realidades y han llevado a los científicos a una vía muerta. La realidad es que no se conocen las características básicas de la naturaleza del universo, por lo que hay que descubrir nuevos principios mediante los cuales se puedan definir las primeras causas y explicar los resultados experimentales, tanto antiguos como actuales, dando un paso para progresar honestamente en el desarrollo de la ciencia y la tecnología.
El escenario más previsible de la crisis del Sáhara Occidental es una prolongación de la situación actual, ni de guerra ni de paz. Teóricamente, semejante contexto favorece al actor mejor posicionado y a su política de hechos consumados sobre el terreno: la apuesta marroquí por una estrategia dilatoria parte de la convicción de que el paso del tiempo erosiona más contundentemente al actor más débil que al más fuerte. No obstante, cabe advertir cierta debilidad en la estrategia marroquí. Ante la ausencia de expectativas creíbles para liberarse de la ocupación marroquí, se observa un desplazamiento del epicentro del movimiento de resistencia saharaui desde el exilio hacia el interior, con una evidente renovación generacional. Sin olvidar, por último, la creciente implicación de la sociedad civil española y transnacional; y que la información juega un papel crucial ante una sociedad internacional de Estados que se muestra indiferente a la tragedia saharaui.
Existen muchas evidencias de que se aproximan grandes cambios sobre la faz de la Tierra y ya algunos comienzan a reconocer señales apocalípticas en cada evento de la naturaleza que nos golpea e impacta de manera cada vez más fuerte y descontrolada. Este previsible fin de los tiempos o término de una era ya ha ocurrido antes y puede volver a ocurrir por diversas causas: una gran erupción solar gigante, el impacto de asteroides sobre la tierra, grandes erupciones de rayos gamma provenientes de alguna estrella, la presencia de agujeros negros no identificados cerca del planeta, gigantescas nubes espaciales muy densas por las que atravesaría el sistema solar, gran actividad volcánica, cambios en el campo magnético terrestre o una epidemia global. Frente lo anterior resulta conveniente preguntarse si la humanidad con todo su avance tecnológico y científico está mejor preparada hoy en día para enfrentar un nuevo ciclo apocalíptico. Lo que realmente necesitamos y nos falta en este momento, es generar la conciencia necesaria para estar mejor preparados frente a un evento con características apocalípticas.
En algunos momentos de nuestra Historia ha existido, como existe hoy también, una sediciente cultura en clara connivencia con determinadas ideologías políticas. La finalidad es domesticar a las masas y arrinconar a la opinión disidente. Para ello, los medios de comunicación no dudan en fabricar imágenes e interpretaciones distorsionadas de la realidad social. Esa cultura instrumentalizada por la política es claramente antidemocrática en sus contenidos y en sus finalidades.
Tres posibilidades de crisis mayor del sistema político y social amenazan a Estados Unidos: Afganistán, el geiser petrolero del golfo de México y una nueva crisis de créditos hipotecarios. Estas nubes no están por disiparse. Europa debería reforzar su voluntad de ser más autónoma frente a Estados Unidos, para no dejarse arrastrar por el desastre anunciado.
Mientras las “culturas” de otras especies animales se basan exclusivamente en la imitación y otros procesos de aprovechamiento, las culturas humanas no sólo entrañan aprovechar sino, fundamentalmente, cooperar. El Homo Sapiens está adaptado para actuar y pensar cooperativamente en grupos culturales hasta un grado desconocido en otras especies. De hecho, las hazañas cognitivas más formidables de nuestra especie, sin excepción, no son producto de individuos que obraron solos, sino de individuos que interactuaban entre sí, y lo dicho vale para las tecnologías complejas, los símbolos lingüísticos y matemáticos, y las más complicadas instituciones sociales.
La evolución darwiniana reciente ha dado paso al dominio de grandes multinacionales llamadas corporatocracias antropotécnicas, que no son nuevas sino por su tamaño. Estas corporaciones viven de la explotación de las nuevas y tradicionales tecnologías y compiten fuertemente entre ellas. Pero también se alían entre sí para destruir las resistencias a su conquista del poder mundial. Por todo el mundo, esta corporatocracia tecnológica reemplaza las antiguas estructuras de la democracia y la tecnocracia estatal. Tras la crisis financiera, la corporatocracia antropotécnica americana se apoderó de gran parte de los recursos mundiales. Pero su conquista de los mercados globales está amenazada por China, que posee también su propia corporatocracia. Aunque su influencia es todavía menor, África está pasando bajo su control. Estaa competencia entre corporatocracias aumenta el riesgo civilizacional, ya que entre sus estrategias no figuran los intereses globales de la Tierra y de sus especies.
La actual situación que vivimos de “democracia mediática” de la televisión, la del poder diluido, la de los “doctores spin”, la política y la comunicación basura son el epígono, la degeneración final y definitiva del modelo político liberal. Como si con el decaer del siglo pasado y el nacimiento del actual siglo XXI hubiese sucedido igual que en otro radical cambio de época, vivimos un tiempo en el que, caducadas las viejas creencias, la batalla definitiva se da en provocar el cambio de mentalidad y percepción en los propios agentes políticos. Las herramientas de gestión de intangibles, de la reputación, de la crisis y sobre todo de la Responsabilidad Social Corporativa, pueden posibilitar la recuperación de la Democracia, elaborar alternativas y salidas teóricas y prácticas a los tiempos oscuros que estamos viviendo.
La característica común de las ideologías es el pensamiento dualista, ligado al funcionamiento de determinadas regiones de la corteza cerebral. La ideología mostraría la misma estructura que la esquizofrenia: la historia no se vive, sino que se sueña. Esta visión dualista del mundo, al ser más simple, es fácilmente adoptada por la mayoría de la población, donde queda asentada emocionalmente. Corremos así el peligro de volver a vivir cualquier otra ideología con sus nefastas consecuencias.