La especie humana, como cada ser humano, vive un desarrollo marcado por varias fases. En la etapa prepersonal no hay separación entre el yo y los otros; en la etapa personal se desarrolla la dualidad, el individualismo y la competitividad. En la actualidad, sin embargo, se está desarrollando una fase de unidad-dual que nos permite comprender con una lógica paradójica. La realidad pasa a ser “esto-y-lo-otro”.
A pesar de que en la actualidad la práctica religiosa de los sacrificios humanos nos parece una aberración, la misma barbarie podría estar siendo trasladada a otro ámbito: el del fútbol. Según expertos de la Confederación Sindical Internacional, la preparación del mundial de Qatar se está haciendo en condiciones laborales infrahumanas, que cuestan cientos de vidas cada año.
Vivimos bajo el imperio de la caducidad y la seducción, en el que el verdadero «Estado» es el dinero. Se trata de un tiempo post-histórico que ha abrazado de manera no consciente la cultura postmoderna desechando todo lo anterior como trastos viejos. Entre estos “trastos”, que ni siquiera son restos arqueológicos de poco valor sino basura, los más abultados son las Instituciones de los Estados Democráticos.
La lucha de clases ha desplazado su centro de gravedad. Ya no hay lucha de clases entre burguesía y proletariado. No. Hemos retornado a 1789, a las condiciones objetivas que se dieron en Francia en los meses de mayo y junio de 1789. La próxima lucha, social y política, será entre clases medias y una oligarquía minoritaria de gentes muy ricas. Y esa revolución será necesaria en la medida en que los gobiernos se alejen cada vez más de sus representados.
La concepción del Universo como un acontecimiento infinito se enmarca dentro de un paradigma científico que concibe la naturaleza como fractal. En los últimos tiempos, gracias a sorprendentes descubrimientos, el modelo fractal del cosmos ha ganado mayor validez científica, lo que exige a la propia ciencia afinar su sintonía con esta relevante cosmovisión, con el fin de obtener una imagen más nítida de la realidad y de los complejos fenómenos del Universo.
En 2012, Ray Kurzweil lanzó su libro “How to Create a Mind”, cuya edición en español “Cómo crear una mente” (LolaBooks) está prevista para el próximo mes de octubre. En él, el que seguramente sea el futurista más influyente del mundo en estos momentos, explica los impresionantes avances de la inteligencia artificial y cómo dentro de unos pocos años podremos terminar la ingeniería inversa del cerebro humano.
China podría convertirse en un modelo para España en la lucha contra la corrupción. Mientras en España se incrementa la sensación de imperio de la impunidad, en China, ante una percepción similar respecto a la magnitud del fenómeno, parece avanzarse en sentido contrario. El “todo quedará en nada” predomina en España sobre la idea china de que “al que pillan se le acabó la bicoca”. Internet se ha convertido en un referente inexcusable para recuperar la relación dañada entre el poder y la sociedad.
Asia parece sucumbir a las querellas territoriales. Amenazada de desmembramiento, el avance económico y social experimentado en las últimas décadas, está lejos de traducirse en marcos de integración que avancen significativamente en lo político, sucumbiendo a los apetitos estratégicos que anuncian la rivalidad determinante del siglo XXI. De persistir las actuales tendencias, su indudable protagonismo económico no tendrá su correlato político, amenazando así la estabilidad de su progreso.
En España tenemos un problema que llega a los tres poderes de forma evidente. ¿Qué nombres podemos darle? Corrupción, falta de ética pública, utilización de la política para fines personales o de grupo (desideologización), entre otros tantos. Los ciudadanos permitimos todo esto y literalmente hacemos muy poco. Es un deber de cada uno hacer algo para cambiar de aires, para salir de esta situación y para regenerar la vida en España. Es obligación de cada uno entregar su granito de arena. El mío es decir BASTA.
La presencia diplomática europea en Taiwán cada vez es mayor, pero nuestro país, tras décadas de generosa sintonía entre Franco y Chiang Kai-shek, siempre se ha conducido en este asunto con una prudencia extrema. Sin embargo, España debiera hacer más por elevar su presencia institucional en Taiwán, que figura entre las primeras quince potencias comerciales del mundo contando con la mitad de población de España y una superficie ligeramente superior a la de Galicia.