Es urgente tomar decisiones para proteger el turismo y las costas españolas del cambio climático. Así lo afirmaron varios expertos reunidos el 29 de octubre en el Instituto de la Ingeniería de España, en una jornada organizada por el Comité de Asuntos Marítimos.
José Esteban Pérez, presidente del Comité, presidió la jornada, moderada por Pascual Pery, vicepresidente. “Los posibles efectos del cambio climático los relacionamos con la subida del nivel del mar, que es lo más conspicuo”, señaló, y presentó al primer ponente, Íñigo Losada, ingeniero de Caminos, director de Investigación del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria, y experto del IPCC, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático.
Losada comenzó definiendo el cambio climático como “una variación estadística relevante respecto al estado medio, y que persiste durante un periodo prolongado”. El cambio, dijo, tiene orígenes internos y externos, entre ellos por causas humanas (antropogénicas), “pero a efectos prácticos eso da igual”.
“Independientemente de que cambie la media, el cambio climático también repercute en los extremos, que son los que más afectan a la playa y al turismo, tan sensible al cambio como la agricultura o los seguros”.
Los intereses turísticos españoles, que no solo están en España, recordó -Cancún, Balí-, están amenazados por el cambio. Los impactos directos son la erosión y la inundación, que dependen de las mareas, de las olas, y de la subsidencia (hundimiento) del terreno. Losada recordó las inundaciones en el Cantábrico del año pasado, que no fue algo puntual, sino que se produjo por la suma de varios componentes.
Cambios como el aumento del nivel del mar, el aumento de la temperatura y el de la acidez del océano “ya se habían experimentado antes, pero desde la Revolución Industrial hay un aumento”. Es cierto, reconoció, que ahora “tenemos mejores datos”. El nivel del mar crece de media 3 milímetros año, pero hay zonas donde sube 10 o 12 anuales -y también alguna zona donde disminuye, añadió.
A finales de siglo el nivel del mar subirá entre 28 centímetros y 1 metro, según la predicción del Panel. “Habrá zonas donde aumente más y zonas donde aumente menos; cerca de los polos se reducirá”. Otros métodos dan valores más altos aún, hasta de 2 metros de subida.
España
En España la subida se predice en unos 55 centímetros. “En todos los mareógrafos medimos un aumento del nivel del mar en los últimos 60 años. No todas nuestras vertientes están comportándose igual; en el Mediterráneo hay gran variabilidad, con elevaciones de 10-15 milímetros por año.”
Para España se prevén subidas de 60-75 centímetros a finales de siglo. “Lo peor será en Canarias y el Cantábrico”. En los deltas, además, está bajando el nivel de terreno. Los eventos externos serán más probables, y aumentará la erosión.
Losada destacó uno de los fenómenos que puede provocar el aumento de la temperatura y la acidificación del océano: el blanqueamiento del coral. “Hay una parte de intereses turísticos españoles en zonas donde el coral es un atractivo turístico importante. Y no siempre se recuperan. A finales de siglo el 80% de la superficie de coral habrá pasado por este tipo de eventos, ¿y cuántos se habrán recuperado?”
“Los corales nos dan servicios de protección, pesca, turismo. Es un dique sumergido, que genera la rotura del oleaje. Disipa parte de la energía y permite que nuestra playa sea estable.” Podría ser, dijo, trabajo para una compañía de seguros “crear un nuevo tipo de seguro para hoteles contra el blanqueo de coral y las posibles inundaciones”.
Losada concluyó afirmando que el cambio climático es una amenaza muy importante para el turismo en general, no solo el de costa; que las infraestructuras (puertos deportivos, resorts) tendrán que adaptarse a las nuevas condiciones a las que se van a ver sometidas; y que los ingenieros tendrán un papel importante. “Habrá que integrar nuestros conocimientos del medio físico con los datos de flujo del sector turístico”, y los informes sobre infraestructuras deberán llevar incorporado un apartado sobre el efecto del cambio climático.
“Me recuerda a cuando se empezaron a hacer estudios de impacto ambiental”, apuntó Pery, que a continuación presentó a Víctor Yepes, profesor de la Escuela de Caminos de la Politécnica de Valencia, ex director de Infraestructuras e I+D+i de la Generalitat Valenciana, y especialista en turismo litoral y en su valor económico.
Yepes dio un repaso al turismo litoral, “que no es una cosa de ahora, aunque antes se hacía de otra forma, en plan balneario y aguas frías”.
Benidorm, dijo “se pone como ejemplo de lo que no hay que hacer. Y si desgranamos, probablemente no sea así. De turismo sabemos todos, porque todos somos turistas. De ingeniería marítima no”. El turismo, dijo, “puede desaparecer por la pérdida de atractivos turísticos, y el cambio climático está afectando de forma inesperada”.
El gran problema, a su juicio, es de ordenación territorial, aunque el crecimiento desbordado se ha frenado gracias a la crisis”. El 23% de toda la población mundial, señaló, “está en la costa, a una altura menor de 100 metros. El 10% está usando el 2% de la superficie costera, a menos de 10 metros. ¿Qué tendrá la costa que hace que queramos vivir allí? El Mediterráneo es una “ciudad lineal”. Algeciras hasta Italia, puedes ir de ciudad en ciudad, de forma prácticamente continua”.
El cambio climático, por la erosión entre otras razones, “hará que entre 1,6 y 5,3 millones de personas se vean forzadas a emigrar. Eso tendrá 1 billón de dolares de coste”. La regeneración de playas con arena tendría un coste, “y algo haría, aunque no solucionaría el problema. Reduciría a más de la mitad la emigración forzada. A priori parece que sería rentable”. El problema afectará más “a los que tengan más costa, especialmente las islas”.
El turismo requiere tanto una ventaja comparativa (recursos físicos como playas, accesibilidad), como ventaja competitiva: “infraestructura, gestión políticas gubernamentales”. Sin ésta, “destinos que en principio podrían ser turísticos, no lo sean”.
José Esteban Pérez, presidente del Comité, presidió la jornada, moderada por Pascual Pery, vicepresidente. “Los posibles efectos del cambio climático los relacionamos con la subida del nivel del mar, que es lo más conspicuo”, señaló, y presentó al primer ponente, Íñigo Losada, ingeniero de Caminos, director de Investigación del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria, y experto del IPCC, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático.
Losada comenzó definiendo el cambio climático como “una variación estadística relevante respecto al estado medio, y que persiste durante un periodo prolongado”. El cambio, dijo, tiene orígenes internos y externos, entre ellos por causas humanas (antropogénicas), “pero a efectos prácticos eso da igual”.
“Independientemente de que cambie la media, el cambio climático también repercute en los extremos, que son los que más afectan a la playa y al turismo, tan sensible al cambio como la agricultura o los seguros”.
Los intereses turísticos españoles, que no solo están en España, recordó -Cancún, Balí-, están amenazados por el cambio. Los impactos directos son la erosión y la inundación, que dependen de las mareas, de las olas, y de la subsidencia (hundimiento) del terreno. Losada recordó las inundaciones en el Cantábrico del año pasado, que no fue algo puntual, sino que se produjo por la suma de varios componentes.
Cambios como el aumento del nivel del mar, el aumento de la temperatura y el de la acidez del océano “ya se habían experimentado antes, pero desde la Revolución Industrial hay un aumento”. Es cierto, reconoció, que ahora “tenemos mejores datos”. El nivel del mar crece de media 3 milímetros año, pero hay zonas donde sube 10 o 12 anuales -y también alguna zona donde disminuye, añadió.
A finales de siglo el nivel del mar subirá entre 28 centímetros y 1 metro, según la predicción del Panel. “Habrá zonas donde aumente más y zonas donde aumente menos; cerca de los polos se reducirá”. Otros métodos dan valores más altos aún, hasta de 2 metros de subida.
España
En España la subida se predice en unos 55 centímetros. “En todos los mareógrafos medimos un aumento del nivel del mar en los últimos 60 años. No todas nuestras vertientes están comportándose igual; en el Mediterráneo hay gran variabilidad, con elevaciones de 10-15 milímetros por año.”
Para España se prevén subidas de 60-75 centímetros a finales de siglo. “Lo peor será en Canarias y el Cantábrico”. En los deltas, además, está bajando el nivel de terreno. Los eventos externos serán más probables, y aumentará la erosión.
Losada destacó uno de los fenómenos que puede provocar el aumento de la temperatura y la acidificación del océano: el blanqueamiento del coral. “Hay una parte de intereses turísticos españoles en zonas donde el coral es un atractivo turístico importante. Y no siempre se recuperan. A finales de siglo el 80% de la superficie de coral habrá pasado por este tipo de eventos, ¿y cuántos se habrán recuperado?”
“Los corales nos dan servicios de protección, pesca, turismo. Es un dique sumergido, que genera la rotura del oleaje. Disipa parte de la energía y permite que nuestra playa sea estable.” Podría ser, dijo, trabajo para una compañía de seguros “crear un nuevo tipo de seguro para hoteles contra el blanqueo de coral y las posibles inundaciones”.
Losada concluyó afirmando que el cambio climático es una amenaza muy importante para el turismo en general, no solo el de costa; que las infraestructuras (puertos deportivos, resorts) tendrán que adaptarse a las nuevas condiciones a las que se van a ver sometidas; y que los ingenieros tendrán un papel importante. “Habrá que integrar nuestros conocimientos del medio físico con los datos de flujo del sector turístico”, y los informes sobre infraestructuras deberán llevar incorporado un apartado sobre el efecto del cambio climático.
“Me recuerda a cuando se empezaron a hacer estudios de impacto ambiental”, apuntó Pery, que a continuación presentó a Víctor Yepes, profesor de la Escuela de Caminos de la Politécnica de Valencia, ex director de Infraestructuras e I+D+i de la Generalitat Valenciana, y especialista en turismo litoral y en su valor económico.
Yepes dio un repaso al turismo litoral, “que no es una cosa de ahora, aunque antes se hacía de otra forma, en plan balneario y aguas frías”.
Benidorm, dijo “se pone como ejemplo de lo que no hay que hacer. Y si desgranamos, probablemente no sea así. De turismo sabemos todos, porque todos somos turistas. De ingeniería marítima no”. El turismo, dijo, “puede desaparecer por la pérdida de atractivos turísticos, y el cambio climático está afectando de forma inesperada”.
El gran problema, a su juicio, es de ordenación territorial, aunque el crecimiento desbordado se ha frenado gracias a la crisis”. El 23% de toda la población mundial, señaló, “está en la costa, a una altura menor de 100 metros. El 10% está usando el 2% de la superficie costera, a menos de 10 metros. ¿Qué tendrá la costa que hace que queramos vivir allí? El Mediterráneo es una “ciudad lineal”. Algeciras hasta Italia, puedes ir de ciudad en ciudad, de forma prácticamente continua”.
El cambio climático, por la erosión entre otras razones, “hará que entre 1,6 y 5,3 millones de personas se vean forzadas a emigrar. Eso tendrá 1 billón de dolares de coste”. La regeneración de playas con arena tendría un coste, “y algo haría, aunque no solucionaría el problema. Reduciría a más de la mitad la emigración forzada. A priori parece que sería rentable”. El problema afectará más “a los que tengan más costa, especialmente las islas”.
El turismo requiere tanto una ventaja comparativa (recursos físicos como playas, accesibilidad), como ventaja competitiva: “infraestructura, gestión políticas gubernamentales”. Sin ésta, “destinos que en principio podrían ser turísticos, no lo sean”.
Cifras
Yepes dio varias cifras para atestiguar la importancia económica del turismo, “más del 15% del PIB y del empleo en España”, especialmente el de “sol y playa”.
“¿Qué es más rentable, invertir en un hospital, en una autopista, en una universidad, en una playa? Es una pregunta que se las trae, pero el caso es que el turismo es la mayor industria del mundo, también en EE.UU.”. Una de las razones es “que el problema de la industria en el primer mundo es la deslocalización, y el turismo no se puede deslocalizar”. Las industrias “mal llamadas “estratégicas” de EE.UU. se están deslocalizando”.
Recordó Yepes un informe de la Armada estadounidense, de 1995, en el que se destacaba la inversión realizada por España en sus playas en esa década, “superior a la de EE.UU. en 40 años.”
Según Yepes, la playa es la infraestructura pública que más tasa de retorno da. “En la Comunidad Valenciana, cada metro cuadrado de playa vale 3 euros -según un cálculo de 2002-. Benidorm supone el 1% del PIB de España. Tiene más plazas hoteleras que Grecia”.
El cambio climático, dijo, “va a afectar. Pero hay un problema mucho más grave: la INERCIA INTELECTUAL de los decisores. ¿Sería razonable construir una infraestructura a una cota inferior a 1 metro sobre el nivel medio del mar, en la costa? Está claro que no, y el proyecto Cota1 implica la prohibición de construir a una cota inferior a un metro, pero lleva años sin que nadie quiera ponerlo en marcha. Ese es el grave problema que tenemos”.
Como directivo de la Generalitat Valenciana, Yepes estaba “harto de pedir dinero para las inundaciones en las zonas costeras. No era algo extraordinario”. El turismo “no hay que gestionarlo desde el punto de vista turístico, porque entonces nadie querrá venir. Lo importante para el turismo es su atractivo, así que el problema es de ordenación del territorio, de urbanismo. No de ingeniería marítima”.
Hay que tener “una visión integral. Es un problema de dos actores fundamentales, que no pueden hablar entre sí: Las generaciones futuras y el medio ambiente. Además, es un sector muy fragmentado, no como el del automóvil, por ejemplo, que son pocos y muy fuertes”.
La industria estratégica española, afirmó, es el turismo. “Quien no lo tenga claro probablemente tenga prejuicios. Como no empecemos a tomar decisiones, no vamos a superar este problema ni el que viene”.
La administración
Ángel Muñoz Cubillo, ingeniero de Caminos y subdirector general para la Protección de la Costa del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, desgranó la estrategia de la administración para adaptar el litoral al cambio climático. “El turismo no es nuestra competencia”, matizó Muñoz, pero sí el litoral, que además “tiene el valor de la defensa del territorio”.
En esta legislatura, recordó, se promulgó una ley de modificación de la Ley de Costas del 88, que establecía la obligación de elaborar en dos años una estrategia para adaptarse al cambio climático, que también atañía a las comunidades autónomas. “Introduce la necesidad de que cualquier proyecto público o privado en el litoral contemple el cambio climático.”
Para elaborar la estrategia se planteó trabajar con un escenario de efectos medios y otro de altos, de cara a 2030, revisando las medidas cada cinco años, y con el objetivo principal de mantener el nivel de riesgo actual.
Se trata, dijo, de “crear una metodología común, identificar las zonas más vulnerables, promover la movilización de los actores con competencias, de fomentar la investigación y de contribuir a tomar conciencia”, entre otros objetivos. Todo ello, mediante medidas sociales, educativas, informativas, de ingeniería, y regulatorias.
La estrategia empezó a tramitarse en 2014, y está a punto de cerrarse, tras haber sido analizada por los agentes implicados (comunidades autónomas, organizaciones ambientales, ayuntamientos, administración central, entre otros).
Para no esperar a que se cerrara el proceso, dijo Muñoz, en febrero se puso en marcha un programa de inversiones en la costa, en el marco del PIMA (de Impulso al Medio Ambiente), centrado principalmente en el litoral. Sus objetivos, reducir la exposición de la costa respecto al mar, regenerar las playas, mantener el buen estado de los ecosistemas costeros, promover las zonas protegidas, divulgar y fomentar la investigación.
Entre los proyectos que incluye está el de estudiar la geofísica entre 50 y 100 metros de profundidad en la costa catalana, en busca de yacimientos de arena para la posible utilización de la misma en la recuperación de playas. Recuperar unas marismas coruñesas y otras de Cantabria son otros de los programas previstos, el primero ya comenzado.
En Asturias se diseñó, y ya casi ha finalizado, un programa piloto de estudio sobre la costa -playas, infraestructuras, viviendas, industria, turismo-, con el objetivo de crear una metodología común para toda la costa, que se haga pública. Ahora se extenderá a Cantabria y Galicia.
Coloquio
En el coloquio con el público, Losada señaló que las playas encajadas son las más vulnerables, así como los estuarios y los núcleos urbanos en primera línea de mar. También dijo que la capacidad de modelado del clima es mejor que hace 25 años “porque tenemos 25 años más de observaciones”, aunque, reconoció, “los modelos no son perfectos”.
Muñoz dijo que la playa no computa como zona verde porque tiene protección especial, “y es bueno que sea así”, a la pregunta de Pery de por qué no se considera una dotación urbanística, como los parques. “Ahora genera un canon que no es finalista, que se ingresa en Hacienda. Otros modelos de gestión tendrían un peligro, y es que si te financias con la playa, tu visión va a ser la de explotarla para obtener más financiación”.
La ley sí contempla, dijo, alguna posibilidad de que el que invierta en la playa recupere la inversión, estando exento del canon durante cierto tiempo. “En Canarias hay concesiones que funcionan así”.
José Esteban Pérez cerró la jornada citando a William O'Neil, ex secretario general de la Organización Marítima Mundial: “Si no existiera el transporte marítimo, ni los recursos marinos, la mitad de la humanidad se moriría de hambre, y la otra mitad de frío”.
Yepes dio varias cifras para atestiguar la importancia económica del turismo, “más del 15% del PIB y del empleo en España”, especialmente el de “sol y playa”.
“¿Qué es más rentable, invertir en un hospital, en una autopista, en una universidad, en una playa? Es una pregunta que se las trae, pero el caso es que el turismo es la mayor industria del mundo, también en EE.UU.”. Una de las razones es “que el problema de la industria en el primer mundo es la deslocalización, y el turismo no se puede deslocalizar”. Las industrias “mal llamadas “estratégicas” de EE.UU. se están deslocalizando”.
Recordó Yepes un informe de la Armada estadounidense, de 1995, en el que se destacaba la inversión realizada por España en sus playas en esa década, “superior a la de EE.UU. en 40 años.”
Según Yepes, la playa es la infraestructura pública que más tasa de retorno da. “En la Comunidad Valenciana, cada metro cuadrado de playa vale 3 euros -según un cálculo de 2002-. Benidorm supone el 1% del PIB de España. Tiene más plazas hoteleras que Grecia”.
El cambio climático, dijo, “va a afectar. Pero hay un problema mucho más grave: la INERCIA INTELECTUAL de los decisores. ¿Sería razonable construir una infraestructura a una cota inferior a 1 metro sobre el nivel medio del mar, en la costa? Está claro que no, y el proyecto Cota1 implica la prohibición de construir a una cota inferior a un metro, pero lleva años sin que nadie quiera ponerlo en marcha. Ese es el grave problema que tenemos”.
Como directivo de la Generalitat Valenciana, Yepes estaba “harto de pedir dinero para las inundaciones en las zonas costeras. No era algo extraordinario”. El turismo “no hay que gestionarlo desde el punto de vista turístico, porque entonces nadie querrá venir. Lo importante para el turismo es su atractivo, así que el problema es de ordenación del territorio, de urbanismo. No de ingeniería marítima”.
Hay que tener “una visión integral. Es un problema de dos actores fundamentales, que no pueden hablar entre sí: Las generaciones futuras y el medio ambiente. Además, es un sector muy fragmentado, no como el del automóvil, por ejemplo, que son pocos y muy fuertes”.
La industria estratégica española, afirmó, es el turismo. “Quien no lo tenga claro probablemente tenga prejuicios. Como no empecemos a tomar decisiones, no vamos a superar este problema ni el que viene”.
La administración
Ángel Muñoz Cubillo, ingeniero de Caminos y subdirector general para la Protección de la Costa del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, desgranó la estrategia de la administración para adaptar el litoral al cambio climático. “El turismo no es nuestra competencia”, matizó Muñoz, pero sí el litoral, que además “tiene el valor de la defensa del territorio”.
En esta legislatura, recordó, se promulgó una ley de modificación de la Ley de Costas del 88, que establecía la obligación de elaborar en dos años una estrategia para adaptarse al cambio climático, que también atañía a las comunidades autónomas. “Introduce la necesidad de que cualquier proyecto público o privado en el litoral contemple el cambio climático.”
Para elaborar la estrategia se planteó trabajar con un escenario de efectos medios y otro de altos, de cara a 2030, revisando las medidas cada cinco años, y con el objetivo principal de mantener el nivel de riesgo actual.
Se trata, dijo, de “crear una metodología común, identificar las zonas más vulnerables, promover la movilización de los actores con competencias, de fomentar la investigación y de contribuir a tomar conciencia”, entre otros objetivos. Todo ello, mediante medidas sociales, educativas, informativas, de ingeniería, y regulatorias.
La estrategia empezó a tramitarse en 2014, y está a punto de cerrarse, tras haber sido analizada por los agentes implicados (comunidades autónomas, organizaciones ambientales, ayuntamientos, administración central, entre otros).
Para no esperar a que se cerrara el proceso, dijo Muñoz, en febrero se puso en marcha un programa de inversiones en la costa, en el marco del PIMA (de Impulso al Medio Ambiente), centrado principalmente en el litoral. Sus objetivos, reducir la exposición de la costa respecto al mar, regenerar las playas, mantener el buen estado de los ecosistemas costeros, promover las zonas protegidas, divulgar y fomentar la investigación.
Entre los proyectos que incluye está el de estudiar la geofísica entre 50 y 100 metros de profundidad en la costa catalana, en busca de yacimientos de arena para la posible utilización de la misma en la recuperación de playas. Recuperar unas marismas coruñesas y otras de Cantabria son otros de los programas previstos, el primero ya comenzado.
En Asturias se diseñó, y ya casi ha finalizado, un programa piloto de estudio sobre la costa -playas, infraestructuras, viviendas, industria, turismo-, con el objetivo de crear una metodología común para toda la costa, que se haga pública. Ahora se extenderá a Cantabria y Galicia.
Coloquio
En el coloquio con el público, Losada señaló que las playas encajadas son las más vulnerables, así como los estuarios y los núcleos urbanos en primera línea de mar. También dijo que la capacidad de modelado del clima es mejor que hace 25 años “porque tenemos 25 años más de observaciones”, aunque, reconoció, “los modelos no son perfectos”.
Muñoz dijo que la playa no computa como zona verde porque tiene protección especial, “y es bueno que sea así”, a la pregunta de Pery de por qué no se considera una dotación urbanística, como los parques. “Ahora genera un canon que no es finalista, que se ingresa en Hacienda. Otros modelos de gestión tendrían un peligro, y es que si te financias con la playa, tu visión va a ser la de explotarla para obtener más financiación”.
La ley sí contempla, dijo, alguna posibilidad de que el que invierta en la playa recupere la inversión, estando exento del canon durante cierto tiempo. “En Canarias hay concesiones que funcionan así”.
José Esteban Pérez cerró la jornada citando a William O'Neil, ex secretario general de la Organización Marítima Mundial: “Si no existiera el transporte marítimo, ni los recursos marinos, la mitad de la humanidad se moriría de hambre, y la otra mitad de frío”.