Al llegar al aeropuerto de Bangkok me esperaba un coche con una guía y un chofer. Eran servicios de ETC travel, empresa de viajes por el sudeste asiático que dirige el español residente en Tailandia Juan Peñuelas. En esta ocasión era para llevarme a Ayutthaya, pero estaba organizado de forma que en cada destino local me estuviese esperando un equipo. No hace falta decir que sin esa movilidad no hubiese podido ver tanto y menos aún el disfrutar de todo ello.
Tal y como le iré contando a lo largo de esta crónica, de Bangkok volé a Camboya donde me esperaba otro coche y otro guía que me enseñaría templo a templo el sitio arqueológico de Angkor donde pasé tres días inolvidables. De allí volé a Chiang Mai donde el sistema de movilidad de ETC me hizo ver todo lo importante, y de allí salté a Krabi y fui en barco a Railay, desde donde- después de disfrutar de una estancia maravillosa con vistas únicas y unas aguas templadas- otro coche me trasladó al aeropuerto de Phuket donde volví a embarcarme en Emirates para poner punto final al viaje y regresar a Madrid. De los guías y conductores solo puedo decir elogios, como de todo el servicio de ETC*. Un abrazo desde aquí para todos ellos.
*Como publicitario que he sido durante muchos años, he de decir que todas las empresas y marcas pretenden ser diferentes pero solo unas pocas lo son de verdad. Creo que ETC es una de ellas. Sus años de experiencia le permiten ofrecer vacaciones diferentes tomando Tailandia como base de operaciones. Y creo que “su” diferencia es real. Los viajes que organizan se alejan de las rutas habituales, intentan desvelar una perspectiva de cómo las comunidades locales viven sus vidas y aportan experiencias que por su novedad son enriquecedoras y gratificantes para el viajero.
Soy consciente de que parece un tanto exagerado llegar de un viaje de unas 13 horas y empalmar con otro viaje. Pero ese fue uno de los “trucos” de diseño más inteligentes del viaje. Se lo recomiendo. Si al llegar a Bangkok uno se mete directo en la gran ciudad está perdido. La idea aquí es comenzar el itinerario por una ciudad relativamente pequeña y asumible, cargada con mucha historia. En otras palabras, comenzar paladeando. Y Ayutthaya es el sitio perfecto. Situada a unos 80 kms al norte de Bangkok, 1,20 hora de carretera, el trayecto da tiempo para echar un sueñecito si uno está muy cansado. Y yo lo estaba.
La ciudad de Ayutthaya fue fundada en 1350. Antigua capital de Tailandia vivió su esplendor hasta 1767 en que fue arrasada por el ejército birmano, cuya impronta se puede observar en muchos de los monumentos de la ciudad. He de decir que no los visité uno por uno, hice algo mucho más relajado y panorámico: un paseo en barco por el río en el Thanatharee.
El Thanatharee es un carguero de arroz tradicional. Hecho en madera de teka y debidamente adaptado al confort moderno, hace un crucero por el Chao Phraya River permitiendo al visitante conocer tanto el ambiente del rio como los monumentos de sus riveras mientras se cruza con el resto de las embarcaciones, tal y como puede apreciarse en algunas de las fotos que hice desde el Thanatharee mientras degustaba aperitivos y cocteles locales que me iban sirviendo al tiempo que caía la tarde.
Mientras para los occidentales el camino es la metáfora de la vida- así en Machado y en Kavafis- en las culturas orientales esa metáfora suele ser el río. El más famoso es el río Heraclito quien, no lo olvidemos, era de Elea, Asia Menor, la actual Turquía, a caballo entre las dos culturas lo que le ayudó a entender ese juego entre lo que cambia y lo que permanece. Me acuerdo también de otro río pero ese era cinematográfico y de la India. Dio lugar en 1950 a una bella película de Jean Renoir hijo del pintor, que tuve la oportunidad de ver hace muchos años y que todavía recuerdo.
Metáforas aparte, pienso que este paseo en el Thanatharee es una experiencia única que recomiendo a todos cuantos vayan a Ayutthaya.
La completé tomándome una copa en la terraza del Sala Ayutthaya, el hotel donde me alojé, mientras veía al otro lado del río el que es sin duda el monumento más significativo de la ciudad.
En Ayutthaya estuve una sola noche. Pero fue suficiente para ponerme en situación y entrar en juego. Al día siguiente por la mañana me dio tiempo para ver al Buda reclinado y por la tarde el mismo coche con el mismo equipo me devolvió a Bangkok donde iba a quedarme tres noches.