La última edición de la conferencia Computer Human Interaction, celebrada en Boston, ha sacado a la luz los proyectos de investigación más punteros del sector de los llamados “interfaces de usuario orgánicos”. El interfaz es cualquier medio que usemos para interactuar con los ordenadores (como el ratón, por ejemplo). Si dicho interfaz se vuelve orgánico, es decir, capaz de cambiar de forma, nos encontraremos ante una nueva forma de interacción computacional. Plastilinas “inteligentes” u objetos sensibles son algunas de las propuestas planteadas para un futuro que, según algunos especialistas, está a la vuelta de la esquina. Otros son más prudentes y señalan que esta nueva forma de relación con las máquinas estará generalizada para dentro de un siglo.
Ingenieros han ideado un airbag para peatones que reduce hasta un 76% el impacto de una persona contra un vehículo cuando es atropellada. El sistema detecta la inminencia de un impacto y automáticamente abre el capó y despliega un airbag. Otro sistema, colocado en el parabrisas, amortigua asimismo el impacto de una persona, reduciendo su intensidad en más de un 50%. Otras tecnologías van desde las variaciones en la forma del capó de los camiones, hasta los sensores que detectan viandantes en peligro, en el caso del modelo S60 de Volvo. Todos estos avances, sin embargo, aún tienen escasas aplicaciones reales, advierten los expertos.
Científicos de IBM y de la Universidad de Leeds acaban de publicar la consecución de nuevos avances en el desarrollo de la llamada memoria racetrack, una tecnología que podría convertirse en el método estándar de almacenamiento de información de los ordenadores personales del futuro. Las ventajas de este tipo de memoria van desde su aguante o su coste, mucho más barato que el de los discos duros actuales, hasta su velocidad: la búsqueda de cualquier información sería prácticamente inmediata. Se espera que los primeros prototipos se encuentren listos en dos años, y que aparezcan modelos comercializables en menos de una década.
Científicos del MIT acaban de hacer público el desarrollo de un prototipo de batería de ión de litio cuyo cátodo y ánodo han sido fabricados con virus genéticamente modificados. La ingeniería genética aplicada a virus bateriófagos comunes, es decir, virus que infectan a las bacterias pero que son inofensivos para los humanos ha dado lugar así a una batería que podría alcanzar una capacidad y un rendimiento energéticos similares a los de las actuales baterías recargables de los vehículos eléctricos híbridos. Las ventajas: fabricación barata y ecológica; y también flexibilidad y capacidad de adaptación a cualquier dispositivo. La desventaja: estas baterías pueden ser cargadas y descargadas sólo 100 veces sin que pierdan capacidad de almacenamiento eléctrico, menos veces que las baterías de ión de litio tradicionales. Pero los investigadores esperan resolver pronto este problema, y el próximo prototipo tendrá ya fines comerciales.
Científicos del Georgia Tech de Estados Unidos han conseguido desarrollar unos sensores para detección submarina más potentes, discretos y sigilosos que el sonar. Imitando la capacidad de captar las ondulaciones de los entornos acuáticos que presenta el llamado pez ciego, gracias a sus vellosidades, los científicos lograron crear células artificiales de pelo que, rodeadas de un gel especial, fueron capaces de detectar el movimiento de objetos bajo el agua. Si llegaran a fabricarse series de miles de estos sensores, éstos tendrán diversas aplicaciones submarinas, como de detección temprana de tsunamis o de investigación marina.
Investigadores de la Universidad de Brown, en Estados Unidos, han creado un robot que puede seguir y obedecer los gestos humanos en cualquier entorno, en exteriores e interiores. Dos son los avances clave de este robot con respecto a la tecnología robótica ya existente: por un lado, incorpora novedosos programas informáticos que le permiten reconocer a las personas abstrayendo de éstas una silueta y, en segundo lugar, el robot lleva una cámara de luz infrarroja para detectar objetos y establecer distancias entre la cámara y éstos. El resultado es un robot que no necesita control remoto ni vigilancia constante, lo que resulta un paso esencial hacia el desarrollo de los dispositivos autónomos que persigue la robótica avanzada.
En la LIFT Conference 2009, celebrada en Ginebra, dos inventores han presentado un curioso ordenador, el QB1. Con un diseño sobrio y articulado, esta máquina está revestida de un material negro y, cuando reconoce a alguien, su pantalla se gira por sí sola hacia el usuario. Para darle órdenes no se necesita ni un teclado ni un ratón: QB1 es dirigido tan sólo con gestos de las manos. En los últimos años ha cambiado mucho nuestra forma de usar los ordenadores y, por tanto, tal vez sea hora de transformar el formato de éstos. Los creadores del QB1 aseguran que todos los objetos cotidianos tenderán cada vez más a convertirse en robóticos, y que esta tendencia también afectará a los ordenadores.
En la Feria Internacional de Electrónica de Consumo (CES) celebrada en enero en Las Vegas, las compañías Blaupunkt y miRoamer mostraron su último producto: la primera radio por Internet para coches del mundo. Con ella, los conductores podrán acceder a miles de radioemisoras de la Red con sólo dar a un botón, y sin tener que hacer uso de ningún otro dispositivo. La conexión a Internet se hará a través del teléfono móvil. Según los especialistas, con esta radio “la radio por satélite ha muerto”.
Un inventor del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), de Estados Unidos, ha creado un novedoso instrumento, que aúna en sí la belleza sonora que da la madera natural y las posibilidades de los avances electrónicos modernos. Bautizada como “Guitarra Camaleón” porque puede imitar a diferentes instrumentos, consiste en una estructura fija –similar a la de cualquier guitarra eléctrica- y una parte central que es de quita y pon. Esta parte está vinculada a un ordenador, que es el que transforma el sonido inicial acústico en el sonido que se desee. En unos años, su creador espera comercializar el primer prototipo, que permitirá a los músicos modificar fácilmente el sonido de su instrumento, incluso en mitad de un concierto.