Un estudio revela que las neuronas de las personas con autismo muestran diferentes patrones de crecimiento y se desarrollan a un ritmo más rápido. El hallazgo podría proporcionar una base para descubrir los rasgos patológicos comunes vinculados al TEA y adelantar y mejorar su diagnóstico.
La radiación solar reflejada por la nieve se puede utilizar para producir electricidad: paneles solares instalados en alta montaña producen energía no solo en grandes cantidades, sino también cuando se necesita.
La evolución del campo magnético desconcierta a los científicos: está desplazando el Polo Norte magnético a una velocidad inusitada de 55 kilómetros por año, obligando a actualizar el Modelo Magnético Mundial para evitar errores en la navegación global.
Una investigación ha detectado una espectacular subida en la cantidad de parásitos en los peces y organismos marinos, debido supuestamente a la actividad humana. El promedio de Anisakis por pez aumentó 90 veces en todo el mundo entre 1962 y 2015 y de la larva de Pseudoterranova una vez y media entre 1978 y 2015.
Investigadores noruegos han descubierto el reloj neuronal que registra el tiempo durante las experiencias humanas. Situado en lo más profundo del cerebro, al lado de la región que codifica el espacio, realiza el seguimiento del orden de los eventos vividos con una percepción que no siempre coincide con el tiempo del reloj.
El aprendizaje automático y la mecánica cuántica se han unido para explicar uno de los misterios de la naturaleza: una red neuronal y la ecuación de Schrödinger han descubierto cómo se articula el agua a nivel subatómico.
Científicos alemanes han empleado la técnica de la ablación, propia de la neurociencia, para estudiar cómo las redes neuronales artificiales organizan la información. Han descubierto cómo daños controlados pueden mejorar las actividades de estas redes, y señalan similitudes con nuestro cerebro.
Científicos estadounidenses han descubierto que inclinar la cabeza facilita la interpretación de las expresiones faciales. Cuando un ojo queda por encima del otro, el contacto visual es menos intimidante, lo que podría ser una ventaja para personas con autismo o dificultades para reconocer las expresiones faciales.
Científicos suizos han descubierto que el cerebro desarrolla un diálogo consigo mismo para aprender del entorno: no se limita a procesar la información sensorial, sino que le da varias vueltas hasta que consigue hacerse una idea fidedigna del entorno.
Todos tenemos la misma dinámica cerebral que permite el aprendizaje, pero esta capacidad varía en función de las conexiones entre neuronas, que pueden implicar a miles de células nerviosas o solo a unas pocas, y arrojar mejores o peores resultados en el IQ.