Un organismo de una sola célula y sin sistema nervioso es capaz de aprender, ha demostrado un estudio. Se trata del moho mucilaginoso ‘Physarum polycephalum’. Hace unos años, también se constató que las bacterias no solo reaccionan a los cambios que se dan en su entorno sino que, además, los anticipan y se preparan para ellos.
Investigadores de Canadá han creado un nanotermómetro de ADN, 20.000 veces más pequeño que un cabello humano, que utiliza la propiedad de las moléculas genéticas de desplegarse o plegarse según la temperatura. Está programado para actuar a temperaturas específicas, y de ese modo dar datos térmicos precisos.
Para viajes espaciales tripulados de larga distancia, los expertos contemplan la posibilidad de crear ecosistemas artificiales que en el espacio proporcionen oxígeno y alimentos a los astronautas. Pero la tecnología para ello está aún lejos de hacerse una realidad y precisará de un cambio de paradigma que garantice un suministro energético descomunal. Aún así, en la Tierra ya hay en marcha diversos y prometedores proyectos.
Un estudio de la Universidad de Washington (Seattle, EE.UU.) muestra que una serie de sesiones de juego con música mejoraron el procesamiento cerebral de los sonidos musicales y del habla de bebés de 9 meses de edad. En la Universidad Pompeu Fabra, por su parte, han demostrado que la consonancia musical ayuda a los humanos a aprender patrones abstractos, pero no a los roedores.
Las ciudades tienen sus propias comunidades microbianas distintivas, ha revelado un estudio realizado en nueve oficinas de tres ciudades estadounidenses. Sus resultados señalan que la geografía es lo que más influye en la composición de las comunidades bacterianas del interior de los edificios que habitamos.
Un modelo computacional realizado en EE.UU. ha permitido determinar cómo se organizan jerárquicamente las hormigas, a partir de su comportamiento. Morderse, vigilar o los duelos sin ganador determinan aspectos como si las hormigas tienen dominancia compartida o individual o si son despóticas. Los distintos tipos de jerarquías aparecen también en otras especies animales.
Científicos de la Universidad Vrije de Amsterdam (Países Bajos) han encontrado una superposición genética entre la felicidad y la depresión. Los investigadores encontraron tres variantes genéticas para la felicidad, dos variantes que pueden explicar las diferencias en los síntomas de la depresión, y once posiciones en el genoma humano que podrían ser responsables de diversos grados de neurosis.
Algunos neurocientíficos creen que nuestros ojos capturan todo lo que tenemos delante. Sin embargo, investigadores del MIT sostienen que nuestra visión sólo capta la “idea esencial” de lo que vemos. Así nos basta para hacernos la composición del escenario en que nos movemos. Apuntan, además, a que lo mismo ocurriría con el resto de nuestros sentidos.
Físicos de Italia han planteado un experimento, que ya se está desarrollando, para encontrar la escala a la que se unen la cuántica, con su 'granularidad' y discontinuidad, y la relatividad, que se caracteriza por ser continua. La teoría subyacente requiere que se produzcan efectos 'no locales', es decir, que lo que ocurre en un punto del espacio-tiempo esté influido por lo que ocurre en un punto alejado de él.
A través de técnicas genéticas, un grupo interdisciplinar de investigadores ha encontrado que el gen Sonic hedgehog es el responsable del desarrollo de estructuras respiratorias de los peces cartilaginosos. Esto supone una evidencia genética de que existe un vínculo evolutivo entre dichas estructuras y las extremidades de los vertebrados (y también de los humanos).