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“Según la costumbre de las olas”: el iconotexto como espacio para habitar

Imágenes de Clara Janés y textos de Jenaro Talens, reunidos en un volumen editado por Salto de Página


“Según la costumbre de las olas”, volumen que reúne imágenes de Clara Janés y textos de Jenaro Talens, ejemplifica lo que podríamos llamar una erótica del libro: dos voces que dialogan en el encuentro de sus páginas enfrentadas. Poesía, por tanto, como pensamiento, que nos ofrece un espacio para habitar. Por Juan Soros.




“Según la costumbre de las olas”: el iconotexto como espacio para habitar
El volumen Según la costumbre de las olas (Salto de Página, 2013), con imágenes de Clara Janés y textos de Jenaro Talens, ejemplifica lo que podríamos llamar una erótica del libro: dos voces que dialogan en el encuentro de sus páginas enfrentadas.

Eros que implica libre juego pero también debate de ideas, de formas, de ensoñaciones. Dos discursos que, en principio, luchan por sobreponerse uno al otro, o, al menos, nuestra mente racional busca un sentido único, una síntesis, en términos dialécticos, que emerja de ese debate, un sentido.

Sin embargo, lo que sucede en el encuentro de las imágenes de Clara Janés con los textos de Jenaro Talens es otra cosa. Sin pretender que el término la defina, se ha llamado a esta forma de colaboración iconotexto.

Este es un concepto con el que Jenaro Talens tiene una larga relación en dos planos distintos pero complementarios. Por una parte, con la creación de una serie larga de iconotextos en colaboración con artistas plásticos; por otra parte, a través del estudio semiótico de esa “otra cosa” que sucede cuando se enfrentan una imagen y un texto sin relación de dependencia obvia o dominante.

Por ejemplo, se puede encontrar una buena definición del iconotexto y de algunas de sus virtualidades en “De la escritura como iconotexto”, intervención de Talens incluida en el volumen Las voces inestables, sobre la poesía de José-Miguel Ullán, editado por Miguel Casado en 2011 y publicado por el Círculo de Bellas Artes.

El iconotexto que nos proponen Janés y Talens en Según la costumbre de las olas se resiste a esa lógica del progreso donde todo debe ser rentable, llevar a un sentido, tranquilizador y consumible. Por el contrario, opera aquí, como quería Adorno a partir de ideas de Benjamin, una dialéctica negativa, es decir el diálogo permanece abierto, al abrir la página y observar el poema en prosa enfrentado al collage, no se cierra ni se vuelve palabrería, jerga, sino que nos presenta una constelación de sentido donde conviven las contradicciones, donde la vista no se fija (tampoco se confunde) sino que no cesa de moverse entre palabra e imagen y viceversa, entre sentido y sentido.

Poesía como pensamiento

Así, estos textos nos hablan de los ciclos básicos de la vida y de la muerte sin esconder el dolor ni caer en una vana nostalgia. Janés y Talens no pretenden darnos soluciones sino plantear preguntas, espacios de debate, poesía como pensamiento: entonces plantean iconotextos.

Para esto, cada campo textual, poema y collage mantiene su independencia en el diálogo, negocian su primacia ante el ojo del lector/espectador sin pretender una hegemonía. Los diálogos se proponen a través de diversos esquemas que se organizan en torno a cifras.

Por ejemplo, el trío de lo mineral, vegetal y animal o los cuatro elementos. Formaciones que, veremos, también remiten a un tercer campo ajeno al libro propiamente tal pero omnipresente en su composición y proceso de escritura: la música.

En sus últimas páginas ambos autores relatan, a su manera, el proceso de mutua instigación para la creación de collages o la escritura de poemas. A pesar de que ambos autores son destacados traductores, es notable que el diálogo que podemos ver a lo largo de sus páginas evita consistentemente la tentación de traducir el texto a imagen o viceversa.

También se evita la tentación del poema visual. Esta es una práctica establecida e integrada a la tradición desde los caligramas griegos hasta la espacialización del texto de Mallarmé y la investigación, de ambiguos resultados, que ha generado en la modernidad. Sin ir más lejos, Clara Janés ha ganado recientemente el premio Francisco Pino de poesía experimental y los collages que incluye en el libro, quizás, podrían ser llamados poemas visuales. Pero lo que se nos propone aquí apunta a otro espacio y conforma una experiencia de lectura única y diferente del poema visual donde conviven múltiples planos generando una malla de lecturas cruzadas de gran riqueza.

En una época en que nuestra percepción parece aturdida por los incesantes estímulos de los medios, imágenes y textos efímeros sobre pantallas líquidas, la doble página abierta de los icontextos de Janés y Talens es una especie de locus amoenus para el ojo que sin un ápice de aura nos invita a quedarnos en él. Además lo hacen utilizando los medios más sofisticados a su alcance en cada campo, el poema y el collage realizado con la ayuda de un ordenador.

La página como objeto a interpretar

En cada uno de estos iconotextos podemos ver una serie de elementos: poema en prosa en una página y en la otra imagen, cita o partitura y el conjunto que forma la cita con la imagen con su color de fondo y, en algunos casos, un grafismo que la atraviesa. Entonces tenemos cuatro elementos.

Es decir, en cada par de páginas enfrentadas contamos con cuatro voces que dentro de la lógica numérica del mismo libro lleva a pensar que, para leerlas, necesitamos interpretarlas como un cuarteto.

La doble página, pero también toda página, es un objeto que es necesario interpretar. Esta idea básica de hermenéutica se puede deslizar al campo musical con facilidad. Cada vez que nos enfrentamos a un texto, sea el que sea, lo interpretamos como si estuviéramos ante una partitura. La disposición de los distintos elementos sobre ella es semejante a las notas y acotaciones que el músico apunta sobre el papel pentagramado para que el músico, interprete, construya su particular lectura.

Así leemos, en la modernidad, al menos, a partir de Mallarmé. Entonces, del mismo modo que el cuarteto tiene solos, duetos tercetos o momentos conjuntos, leemos la doble página a la que nos enfrentamos en este libro por partes y en su conjunto al mismo tiempo, haciendo dialogar los diferentes fragmentos.

Estos funcionan de manera independiente pero en el diálogo con los demás elementos generan otra cosa más allá del simple texto e imagen. Esto sucede porque Janés y Talens evitan la tentación emblemática o ecfrástica. Hay un vínculo entre texto e imagen pero no se pretende dar dos versiones de un mismo hecho artístico ni “poner ante los ojos” con palabras la imagen sino que dos voces confluyen y se complementan.

En este sentido, la música que se escucha en estos textos, y la que sus autores mencionan como referencias en la escritura, de Bach a Shostakovich pasando por Brahms, Debussy o Ravel, juega tanto con la polifonía barroca, cuando las distintas voces juegan en armonía, como con los saltos más cercanos a la dodecafonía de la música moderna.

Justamente esta idea lleva a pensar en estos iconotextos como una versión material del Cuarteto para el final de los tiempos de Olivier Messiaen. En ese cuarteto encontramos una inmensa variedad de posibilidades, lo que demuestra la versatilidad de la formación cuarteto incluso en esta inusual formación, incluyendo piano.

Hay momentos de hermosas melodías y armonías que se ven interrumpidas por quiebres, notas discordantes, elementos irónicos o simplemente cacofónicos que sin embargo han creado una de las piezas maestras de la música del siglo XX.

Del mismo modo en que escuchamos esta pieza, interpretamos estos iconotextos, saltando entre sus elementos, a veces interpretando uno, dos o todos a la vez, mientras deslizamos la mirada sobre ellos y vamos leyendo, mirando, releyendo, en un proceso complejo que no deja de crecer hasta producir una constelación de sentido. Por lo mismo, el título de este libro resulta programático: Según la costumbre de las olas podríamos dejarnos llevar en nuestra lectura de estas páginas enfrentadas, siempre con los mismos elementos pero nunca iguales.

Un espacio de vida

Por último, el paralelo con el Cuarteto para el fin de los tiempos puede servir para hablar sobre algo más que aparece en la doble página: la política. Si hay una erótica del texto también es indispensable su política.

Evidentemente Janés y Talens no hacen poesía política. El Cuarteto fue escrito y estrenado por Messiaen en el Stalag VIII del campo de concentración de Gorlitz en Polonia el 15 de enero de 1941, bajo la lluvia. Para algunos pensadores como Zygmunt Bauman y Giorgio Agamben aunque la segunda guerra mundial parezca perdida en el pasado del siglo XX, la lógica concentracionaria sigue vigente, habitamos en “archipiélagos de excepciones” y el campo, el campo de concentración, vendría a ser el espacio que define nuestra forma de vida y de relacionarnos con el otro.

Quizás esto suene exagerado o alarmista pero es una manera de llamar la atención sobre las sociedades en que habitamos. En este sentido, del mismo modo que el cuarteto de Messiaen crea arte y belleza en medio de la catástrofe, a pesar de las ya muy manidas palabras de Adorno, del mismo modo, entonces, Según la costumbre de las olas se constituye también en un espacio dialógico incomparable, que surge de los escombros de tanta palabrería y tanta imagen sobreexpuesta para ofrecernos un espacio de vida, un espacio para los náufragos que somos.

Así, en el centro del espacio vacío, del tokonoma u ornacina que constituyen las páginas enfrentadas del libro abierto, encontramos un espacio donde no concluimos el poema sino que lo interpretamos. Entonces, el iconotexto abierto como dos paredes que nos acogen en la intemperie nos ofrece un espacio para habitar.


Martes, 17 de Junio 2014
Juan Soros
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