El pasado 26 de noviembre, Mercedes Roffé, poeta nacida en Buenos Aires y residente en Nueva York desde 1995, presentaba en la Librería Picasso de Granada el libro La interrogación incesante (Amargord Ediciones, colección ONCE, 2013), un volumen que reúne quince entrevistas y tres cuestionarios realizados a la autora entre los años 1996 y 2012; y que versan sobre su poesía y cuestiones relacionadas con ella.
Esta compilación acaba generando una poética, en el sentido de que delimita, a través de los diálogos, las trazas de la concepción que Roffé tiene de la poesía.
Un aspecto curioso del libro es que su estructura –esa organización alrededor de un eje cronológico que, sin embargo, da saltos del futuro al presente y al pasado bajo el formato de preguntas y respuestas- resulta bastante coherente con la poética que en él describe la propia autora.
Para Roffé, la poesía sería una pregunta incesante y dinámica a la realidad, a la tradición y al lenguaje. Una pregunta que discurre y se multiplica con el paso del tiempo, profundizando en todas esas cuestiones y a la vez dilatándolas, estirándolas; desplazándolas hasta nuevos lugares.
Dado que estructura y contenido se parecen tanto en La interrogación incesante –fondo y forma no se distinguen- se produce aquí un juego de espejos. Lo cierto es que una sensación similar genera la lectura del poemario de Roffé La ópera fantasma (Vaso Roto Ediciones, 2012), lo que hace pensar que el juego de espejos se prolonga más allá de este libro, y tampoco tiene fin.
Esta compilación acaba generando una poética, en el sentido de que delimita, a través de los diálogos, las trazas de la concepción que Roffé tiene de la poesía.
Un aspecto curioso del libro es que su estructura –esa organización alrededor de un eje cronológico que, sin embargo, da saltos del futuro al presente y al pasado bajo el formato de preguntas y respuestas- resulta bastante coherente con la poética que en él describe la propia autora.
Para Roffé, la poesía sería una pregunta incesante y dinámica a la realidad, a la tradición y al lenguaje. Una pregunta que discurre y se multiplica con el paso del tiempo, profundizando en todas esas cuestiones y a la vez dilatándolas, estirándolas; desplazándolas hasta nuevos lugares.
Dado que estructura y contenido se parecen tanto en La interrogación incesante –fondo y forma no se distinguen- se produce aquí un juego de espejos. Lo cierto es que una sensación similar genera la lectura del poemario de Roffé La ópera fantasma (Vaso Roto Ediciones, 2012), lo que hace pensar que el juego de espejos se prolonga más allá de este libro, y tampoco tiene fin.
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Tradición, ritmo, creación
Me centraré en algunos de los aspectos de la poesía definidos por la poeta argentina en sus reflexiones. En primer lugar, destacaría su concepción de la tradición.
Mercedes Roffé reconoce la influencia en el desarrollo de su labor poética de autores como Garcilaso o Alejandra Pizarnik; de su cultura o de su educación; del hecho de haber vivido en varios sitios o de ser de procedencia sefardí.
Todos esos elementos vivenciales confluyen como tradición en su poesía, y la posibilitan. Por eso, la autora expresa en una de las entrevistas: “cuando escribo, siento que algunas de las palabras que uso se me imponen según un sistema que se ha ido creando a través de otros textos poéticos”.
Pero, al mismo tiempo, Roffé siente una continua necesidad de transformar esa tradición, de llevarla a otros extremos a través de la palabra poética. Lo hace, por ejemplo, reelaborando rasgos formales de la tradición oral o de tradiciones ajenas, como en los textos de Descripciones mayas, de La ópera fantasma, inspirados en las anotaciones del etnólogo Allan Burns sobre el sentido y usos de algunas palabras y expresiones de la cultura maya.
Es en estas “variaciones” de la tradición donde la autora encuentra, según sus propias palabras: “una fuente de investigación de la memoria y del infinito…” (una vez más lo incesante).
Un segundo aspecto que destacaría de estas entrevistas es el papel que Mercedes Roffé concede al ritmo en la elaboración de su poesía. Dice la autora: “Yo creo que en mi trabajo siempre es el oído el que impera”. Y: “Para mí la poesía no implica una relación con lo imaginario sino con lo real, con lo único real, quiero decir, no con la realidad cotidiana sino con la realidad última. Pero esa realidad última no se hace presente sino como ritmo”.
Un ritmo que estaría vinculado a la música. Como ella explica: “la idea de la poesía como música, como solfeo, como partitura en la página asoma al menos desde Cámara baja”. Este ritmo también podría relacionarse con el interés de la autora por la tradición de la poesía oral.
Por último, Roffé habla en La interrogación incesante de la traducción como creación. Sobre esta labor dice: “pienso en la traducción como en un eco, pero no un eco del poema original sino ambos –original y traducciones- como ecos de lo mismo” (de nuevo el juego de espejos). Además, añade que “traducir un poema es reescribir un poema de calidad igualmente poética en otra lengua”.
Trazas y acercamientos
Más allá de lo puramente poético, Mercedes Roffé habla en La interrogación incesante de la generación de poetas e intelectuales argentinos a la que pertenece y de sus circunstancias, de la relación que tiene y ha tenido con España o de su libre decisión de vivir en Nueva York desde mediados de los 90. Estas entrevistas muestran así una contextualización histórica y social de los planteamientos poéticos que la autora ha mantenido a lo largo de estos años.
Estas y otras muchas cuestiones valen a Roffé para ir montando, articulando, en este libro, una descripción de su poética formada por trazas claras. Unas trazas que, sin embargo, no ofrecen respuestas concluyentes.
Parece como si la autora se hubiera acercado a la poesía a lo largo de los años como el que se acerca a un objeto de múltiples dimensiones, primero desde un ángulo, luego desde otro; distinguiendo desde cada uno de ellos un aspecto distinto.
Esa diversidad de acercamientos es lo que Mercedes Roffé nos muestra, tanto en su obra como en sus reflexiones. Nos hallamos, por tanto, ante una poética –y una poesía- que es una cuestión incesante, sin respuestas definitivas. Y en ambas podemos vernos reflejados porque la poesía “es un artefacto tal que la comunidad puede sentir como suyo; un espacio generador de sentido” comunal, universal. Esta concepción hace pensar que el juego de espejos se prolonga de continuo, quién sabe hasta donde.
Me centraré en algunos de los aspectos de la poesía definidos por la poeta argentina en sus reflexiones. En primer lugar, destacaría su concepción de la tradición.
Mercedes Roffé reconoce la influencia en el desarrollo de su labor poética de autores como Garcilaso o Alejandra Pizarnik; de su cultura o de su educación; del hecho de haber vivido en varios sitios o de ser de procedencia sefardí.
Todos esos elementos vivenciales confluyen como tradición en su poesía, y la posibilitan. Por eso, la autora expresa en una de las entrevistas: “cuando escribo, siento que algunas de las palabras que uso se me imponen según un sistema que se ha ido creando a través de otros textos poéticos”.
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Es en estas “variaciones” de la tradición donde la autora encuentra, según sus propias palabras: “una fuente de investigación de la memoria y del infinito…” (una vez más lo incesante).
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Esa diversidad de acercamientos es lo que Mercedes Roffé nos muestra, tanto en su obra como en sus reflexiones. Nos hallamos, por tanto, ante una poética –y una poesía- que es una cuestión incesante, sin respuestas definitivas. Y en ambas podemos vernos reflejados porque la poesía “es un artefacto tal que la comunidad puede sentir como suyo; un espacio generador de sentido” comunal, universal. Esta concepción hace pensar que el juego de espejos se prolonga de continuo, quién sabe hasta donde.
Mercedes Roffé.
Mercedes Roffé es poeta, traductora, profesora de Letras Modernas por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Doctora en Literatura Española y Latinoamericana por la Universidad de Nueva York (NYU). También es directora del prestigioso sello de poesía contemporánea Ediciones Pen Press, fundado a finales de los años 90, que –en palabras de Roffé- publica “poetas consagrados en sus países, en su lengua y ya muy traducidos pero poco leídos en Hispanoamerica”.
Es autora de obras como El tapiz (1983), Cámara baja (1987), Las linternas flotantes (2009), La ópera fantasma o Canto errante seguido de Memorial de agravios, editado en 2011 en España por Amargord, en la colección Transatlántica. Sus textos han sido traducidos al italiano, al francés, al inglés y al rumano.
Es autora de obras como El tapiz (1983), Cámara baja (1987), Las linternas flotantes (2009), La ópera fantasma o Canto errante seguido de Memorial de agravios, editado en 2011 en España por Amargord, en la colección Transatlántica. Sus textos han sido traducidos al italiano, al francés, al inglés y al rumano.