La mitad de los océanos cambiarán de color antes de que termine este siglo debido al cambio climático: sus aguas se volverán más azules y más verdes debido a los cambios en las comunidades de fitoplancton.
La capacidad del suelo de absorber el carbono generado por las actividades humanas se está reduciendo como consecuencia las sequías y las olas de calor, cada vez más frecuentes e intensas, por lo que el calentamiento global puede precipitarse.
En 100 años empezaremos a notar el impacto del cambio climático en las aguas subterráneas, la mayor reserva de agua dulce de la Tierra de la que más de 2.000 millones de personas obtienen su agua potable.
Un nuevo estudio relaciona directamente el nivel de desigualdad económica en Latinoamérica con la deforestación. Cuanto mayor es el desequilibrio social de un país, menos probabilidad hay de que su gobierno tome medidas para reducir actividades que afectan al medio ambiente.
España debería liderar la lucha contra el cambio climático con una Ley que aleje el crecimiento económico de las emisiones de gases de efecto invernadero sin perder por ello competitividad. Son algunas conclusiones de 18 expertos reunidos en Madrid por la Fundación Fide para analizar el anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética.
Un nuevo análisis de los datos históricos de temperatura del Reino Unido ha permitido identificar un aumento de dos a tres veces la actividad de las olas de calor desde finales del siglo XIX. Proporciona una nueva e independiente verificación de los modelos climáticos.
Los glaciólogos han observado que la Antártida pierde seis veces más masa de hielo que hace cuatro décadas. Esta aceleración de la fusión del hielo, provocada por el cambio climático, ha hecho que el nivel del mar haya aumentado casi dos centímetros entre 1979 7 2017.
La energía de las olas del mar ha aumentado en todo el mundo desde 1948 debido al calentamiento de la superficie del océano, añadiendo una amenaza más a la subida del nivel del mar que ya afecta a las zonas costeras que sufren el cambio climático.
El permafrost, el suelo congelado que abarca a una sexta parte de las áreas terrestres, se está calentando a lo largo y ancho del mundo al mismo ritmo que el clima. La escalada de temperatura más dramática se ha producido en el Ártico: 0,30ºC en 10 años.
Una investigación señala que se requiere una nueva forma de hacer política para afrontar los desafíos del cambio climático. Demanda más rigor científico en la elaboración de políticas, integrar los intereses de las regiones y los países con los planetarios y asumir la gravedad de la crisis climática.
El Ártico se está calentando el doble de la media mundial, acelerando el deshielo, el calentamiento del mar, la desaparición de caribúes y la expansión de algas tóxicas que envenenan a los peces, advierte la NOAA.
El clima de la Tierra se está dirigiendo hacia el que tuvo hace 50 millones de años, un escenario que podríamos afrontar en poco más de un siglo, si bien sólo en 12 años podemos estar con las temperaturas de la Edad de Piedra, si no se reducen las emisiones contaminantes.
Investigadores europeos han elaborado el primer mapa mundial del amoniaco atmosférico e identificado más de 200 fuentes de emisiones de este contaminante, procedentes de la cría intensiva y de la industria. Las emisiones conocidas hasta ahora estaban muy subestimadas.
El Acuerdo de París para contener el calentamiento global no está sirviendo para nada, advierte el PNUMA: sólo 57 países están cumpliendo sus compromisos, por lo que la amenaza de alcanzar los 3ºC a finales de siglo se concreta por el fracaso de las instituciones políticas.
Las catástrofes climáticas se intensificarán en los próximos años de forma simultánea y afectarán en 2100 a la mitad de la población humana si no se reducen las emisiones contaminantes. Canarias es una de las regiones europeas más amenazadas.
Una investigación que analizó datos estratosféricos entre 1979 y 2017 ha establecido una relación causa efecto entre las alteraciones del vórtice polar y las olas de frío extremo que asolan en invierno a Estados Unidos y Eurasia.
El calentamiento global amenaza a la fertilidad masculina de los insectos: reduce el apareamiento, la descendencia y la fertilidad, afectando a las siguientes generaciones. El choque térmico también afecta a la reproducción masculina en mamíferos.
Los fenómenos climáticos extremos aumentarán en los próximos años debido al impacto humano en los flujos de aire que circulan en altura alrededor del planeta, según una simulación informática. El calentamiento del Ártico, los aerosoles y las centrales de carbón, principales causas.
La contaminación mata a 600.000 niños y niñas cada año, alerta la OMS: 1.800 millones respiran aire tóxico, lo que perjudica su nacimiento, su desarrollo neurológico y su capacidad cognitiva, además de provocarles asma y cáncer e incluso la muerte.
Las emisiones antrópicas de CO2 están destruyendo los fondos marinos y aumentando la acidificación de los océanos. El 2% del lecho marino ya ha sido destruido por la acción humana, con impacto incierto sobre la fauna y la flora abisal.
La cuenca mediterránea es una zona de alto riesgo como consecuencia del calentamiento global: su temperatura ha aumentado más que la media mundial, el nivel del mar ha subido 6 centímetros y sus aguas se han acidificado. Clima extremo, enfermedades y hambrunas, principales amenazas.
La alimentación del ciudadano medio europeo genera tanta contaminación como un coche recorriendo 6.000 kilómetros. Las carnes y los lácteos son los mayores contaminantes, por lo que conviene diversificar la dieta para reducir el impacto ambiental de lo que comemos.
Los artrópodos (insectos, arañas y escorpiones) están desapareciendo drásticamente debido al calentamiento global: no pueden regular su temperatura interna y dejan de poner huevos. Los insectívoros decaen en la misma proporción.
La actividad humana ha interrumpido los ciclos naturales de la evolución que regulan la biodiversidad global: el ritmo alcanzado por la sexta extinción masiva de especies, en la que estamos inmersos, no permitirá la recuperación de la vida que está desapareciendo.
La energía eólica no es tan prometedora como se pensaba: su desarrollo intensivo contribuiría al aumento de la temperatura terrestre, su impacto ambiental multiplicaría por 10 el de la energía solar y su rendimiento energético es 100 veces menor de lo estimado.
El nivel del mar puede subir hasta los 15,2 metros en 2300 si no se contienen las emisiones de gases de efecto invernadero, que han aumentado en 2017 y 2018. Las movilizaciones crecen en Europa para contener el calentamiento global.
El mayor panel de científicos mundiales sobre el cambio climático (IPCC) señala la urgencia de mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5°C en relación con la temperatura anterior a la revolución industrial. Traspasar ese límite, aceptado en el Acuerdo de París, supondrá un punto de no retorno para el que no estamos preparados.
El cambio climático está acelerando el desplazamiento del eje de giro de la Tierra, provocado especialmente por el derretimiento progresivo de la capa de hielo de Groenlandia. Una investigación relega a un segundo plano otros factores como el ajuste postglacial o la convección del manto terrestre, origen de la tectónica de placas.
El deshielo del permafrost tendrá mayores consecuencias de las previstas hasta ahora: un nuevo estudio ha descubierto en el Ártico canadiense que, además de liberar dióxido de carbono y metano, provoca la meteorización mineral y añade cantidades sustanciales de CO2 a la atmósfera. El calentamiento global podría acelerarse aún más.
Los corales devastados por el cambio climático están siendo sustituidos de forma natural por otras especies como las gorgonias, menos eficientes como sumideros del CO2 de la atmósfera, pero también más resistentes al impacto humano y al calentamiento global.