Después de la oscuridad (Pre-Textos, 2016) es el último libro de la poeta, narradora y ensayista Marta López Luaces (A Coruña, 1964). Se trata de un largo poema dividido en cinco secciones: Agua, Tierra, Fuego, Aire y Quark, en las que la autora indaga en la relación entre la poesía, la filosofía y la ciencia, y poetiza sobre el papel del poeta en la sociedad a lo largo de historia, desde Grecia hasta el día de hoy.
Marta López Luaces reside en Nueva York desde los dieciséis años. Allí realiza sus estudios, obtiene el doctorado en Filosofía y trabaja como profesora de literatura española e hispanoamericana en Montclair State University.
Su obra, coherente y original, es fruto de esa confluencia de tradiciones, de ese vivir en dos mundos distintos, aunque, como ella misma dice, la escritura es su único mundo, el lugar donde verdaderamente se siente a gusto.
En la narrativa y la poesía de Marta López Luaces late una búsqueda de lo trascendental, aquello que no puede expresar el lenguaje común. En sus versos aflora una cultura literaria asimilada, vivida desde dentro, en la que no faltan lecturas de obras científicas, filosóficas, o de la Cábala, la Biblia y el Corán.
Después de la oscuridad se abre con la sección “Agua”, precedida de dos citas: el teorema de Pítágoras y Virgilio; porque en sus inicios, la poesía formaba parte de los grandes saberes:
De la oscuridad procedimos
de la razón y el sentimiento/
hacia la palabra
El poeta, inspirado por los dioses, revelaba otra realidad distinta y necesaria para el ser humano, la realidad que se crea en el lenguaje a través de la metáfora:
El poema se crea para ser habitado
La poesía, para ser vuelo del alma
Marta López Luaces se sirve de las repeticiones propias de la oralidad. Se reiteran versos: “Y éramos gigantes jugando con los dioses”, y escuchamos a modo de estribillo cantado por un coro:
Y porque había visiones/ había sueños/ había
formas/ había sustancia/ había materia/ había
elementos del poema como racimos de esplendor
Pero siempre existe una amenaza: “El Usurpador de los Sueños acecha”; y hay voces que se silenciarán a lo largo de los siglos: “De Safo a Hipatia una historia se borra/ se asesina”.
“Sócrates ha muerto”, leemos en el verso que cierra la primera parte, antes de adentrarnos en una nueva era: “Tierra”. Es la Edad Media, con el auge del cristianismo y de la Teología. Sin embargo, la poesía sigue ocupando un lugar privilegiado: “Desde los salmos de David hasta la escala de Jacob/ la poética como un nuevo acto/ como dispositivo del saber”. Pero “El Usurpador de los sueños oscurece el sendero”:
En
TU NOMBRE
se flagelará/se matará/se violará/ se conquistará
una cruz en su violencia a la sombra del mundo
odio travestido de recogimiento
Marta López Luaces reside en Nueva York desde los dieciséis años. Allí realiza sus estudios, obtiene el doctorado en Filosofía y trabaja como profesora de literatura española e hispanoamericana en Montclair State University.
Su obra, coherente y original, es fruto de esa confluencia de tradiciones, de ese vivir en dos mundos distintos, aunque, como ella misma dice, la escritura es su único mundo, el lugar donde verdaderamente se siente a gusto.
En la narrativa y la poesía de Marta López Luaces late una búsqueda de lo trascendental, aquello que no puede expresar el lenguaje común. En sus versos aflora una cultura literaria asimilada, vivida desde dentro, en la que no faltan lecturas de obras científicas, filosóficas, o de la Cábala, la Biblia y el Corán.
Después de la oscuridad se abre con la sección “Agua”, precedida de dos citas: el teorema de Pítágoras y Virgilio; porque en sus inicios, la poesía formaba parte de los grandes saberes:
De la oscuridad procedimos
de la razón y el sentimiento/
hacia la palabra
El poeta, inspirado por los dioses, revelaba otra realidad distinta y necesaria para el ser humano, la realidad que se crea en el lenguaje a través de la metáfora:
El poema se crea para ser habitado
La poesía, para ser vuelo del alma
Marta López Luaces se sirve de las repeticiones propias de la oralidad. Se reiteran versos: “Y éramos gigantes jugando con los dioses”, y escuchamos a modo de estribillo cantado por un coro:
Y porque había visiones/ había sueños/ había
formas/ había sustancia/ había materia/ había
elementos del poema como racimos de esplendor
Pero siempre existe una amenaza: “El Usurpador de los Sueños acecha”; y hay voces que se silenciarán a lo largo de los siglos: “De Safo a Hipatia una historia se borra/ se asesina”.
“Sócrates ha muerto”, leemos en el verso que cierra la primera parte, antes de adentrarnos en una nueva era: “Tierra”. Es la Edad Media, con el auge del cristianismo y de la Teología. Sin embargo, la poesía sigue ocupando un lugar privilegiado: “Desde los salmos de David hasta la escala de Jacob/ la poética como un nuevo acto/ como dispositivo del saber”. Pero “El Usurpador de los sueños oscurece el sendero”:
En
TU NOMBRE
se flagelará/se matará/se violará/ se conquistará
una cruz en su violencia a la sombra del mundo
odio travestido de recogimiento
Artículos relacionados
El grito de las gaviotas
Los poetas dejan de ser gigantes para convertirse en “prestidigitadores de los vientos/ soñando con el susurro de los pájaros volando/ hacia el alba”. El universo clásico ha caído y el infierno ha dejado de ser ese lugar mitológico “porque el infierno estaba en nosotros”.
La tercera parte, “Fuego”, se inicia con una cita de Giordano Bruno y con el verso “Petrarca en Ventoux”, que rememora la experiencia del poeta cuando, según cuenta, el 26 de abril de 1336, sube al monte Ventoux para describir por primera vez el sentimiento estético ante la visión del paisaje.
Ha llegado el Renacimiento y “se despliega el goce/ de las múltiples lenguas”. Se mira hacia el origen, se recorren “los caminos ya recorridos/ eso es lo Eterno”. Por un momento “El Usurpador retrocede” y el lenguaje poético recupera la esencia, la búsqueda de lo oculto, la iluminación:
una ventana al universo-luz-cúspide del poema
elegido por una mano diestra –Góngora-
necesidad vital
hizo de lo oculto, lo visible
pincel que en las altas cumbres del alma fue
único relucir que penetra en el secreto
La Ilustración aparece en la cuarta parte, “Aire”. Es el siglo de Newton y Pope, la ciencia se desarrolla vertiginosamente y un ser humano no puede abarcar todos los conocimientos.
Los saberes deben especializarse, pero en este empeño sobreviene el peligro de jerarquizarlos, de despreciar el humanismo o la ciencia, como si pudiéramos partir en dos al ser humano: “¿Desaparecerá lo eterno?”, “¿y si el yo solo se explica por lo Eterno?”, “¿sólo la ciencia es universal?”. ¿Cuál será entonces el papel de la poesía y del poeta?
Pero aún éramos los grandes hechiceros del Tiempo
Y soñábamos con el susurro de pájaros volando
¿hacia dónde?
¿hacia dónde?
Dejamos atrás los cuatro elementos de los filósofos presocráticos para alcanzar el “Quark”, la partícula elemental que forma parte de protones y neutrones. Paradójicamente la palabra “quark” fue creada por James Joyce en uno de los juegos lingüísticos de Finnegans Wake; “quark” representaría el grito de las gaviotas. Leyendo esta novela, el físico estadounidense Murray Gell-Mann encontró en el “quark” de Joyce la ortografía perfecta para nombrar esta nueva partícula, que nunca aparece aislada:
y ya no somos gigantes jugando con los dioses:
sino protones + neutrones = tierra = quark
Después de la oscuridad explora el papel del discurso poético hoy en día, un discurso que no pertenece a la esfera del poder, sino que vive en las fronteras de lo marginal. Desde allí, nos dice Marta López Luaces, el poeta puede expresar su voz crítica ante lo que sucede. “El Usurpador de los Sueños no duerme”, y es cierto, pero
Después de Auschwitz
Celan balbucea
el mejor poema del siglo
Nuestro dios interior renace, surge una vez tras otra de las cenizas:
Por qué esta manía de querer existir/
cantar/ ver/ soñar/ crear
Y el poema, el vuelo del alma, el lugar donde habita la poesía, nos interroga:
“¿Se puede hacer poesía después de Auschwitz, de
la Guerra Civil, del Palacio de la Moneda, después
de Armenia, de Bosnia de, de Siria…?”
La oscuridad existe, y si nos adentramos en ella:
En las tinieblas somos Lorca-Benjamin-Nemirovsky-
Tsvetaeva-Celan-Sor Juana-Bruno-Hipatia
en la hoguera
A pesar de todo el poeta sigue ahí y el discurso poético continúa descubriéndonos viajes, deteniendo por un instante el tiempo e iluminando nuestro paso por este mundo:
Y somos Ulises camino a Ítaca
Y somos Penélope tejiendo otro sueño
como humildes testigos de los siglos
Los poetas dejan de ser gigantes para convertirse en “prestidigitadores de los vientos/ soñando con el susurro de los pájaros volando/ hacia el alba”. El universo clásico ha caído y el infierno ha dejado de ser ese lugar mitológico “porque el infierno estaba en nosotros”.
La tercera parte, “Fuego”, se inicia con una cita de Giordano Bruno y con el verso “Petrarca en Ventoux”, que rememora la experiencia del poeta cuando, según cuenta, el 26 de abril de 1336, sube al monte Ventoux para describir por primera vez el sentimiento estético ante la visión del paisaje.
Ha llegado el Renacimiento y “se despliega el goce/ de las múltiples lenguas”. Se mira hacia el origen, se recorren “los caminos ya recorridos/ eso es lo Eterno”. Por un momento “El Usurpador retrocede” y el lenguaje poético recupera la esencia, la búsqueda de lo oculto, la iluminación:
una ventana al universo-luz-cúspide del poema
elegido por una mano diestra –Góngora-
necesidad vital
hizo de lo oculto, lo visible
pincel que en las altas cumbres del alma fue
único relucir que penetra en el secreto
La Ilustración aparece en la cuarta parte, “Aire”. Es el siglo de Newton y Pope, la ciencia se desarrolla vertiginosamente y un ser humano no puede abarcar todos los conocimientos.
Los saberes deben especializarse, pero en este empeño sobreviene el peligro de jerarquizarlos, de despreciar el humanismo o la ciencia, como si pudiéramos partir en dos al ser humano: “¿Desaparecerá lo eterno?”, “¿y si el yo solo se explica por lo Eterno?”, “¿sólo la ciencia es universal?”. ¿Cuál será entonces el papel de la poesía y del poeta?
Pero aún éramos los grandes hechiceros del Tiempo
Y soñábamos con el susurro de pájaros volando
¿hacia dónde?
¿hacia dónde?
Dejamos atrás los cuatro elementos de los filósofos presocráticos para alcanzar el “Quark”, la partícula elemental que forma parte de protones y neutrones. Paradójicamente la palabra “quark” fue creada por James Joyce en uno de los juegos lingüísticos de Finnegans Wake; “quark” representaría el grito de las gaviotas. Leyendo esta novela, el físico estadounidense Murray Gell-Mann encontró en el “quark” de Joyce la ortografía perfecta para nombrar esta nueva partícula, que nunca aparece aislada:
y ya no somos gigantes jugando con los dioses:
sino protones + neutrones = tierra = quark
Después de la oscuridad explora el papel del discurso poético hoy en día, un discurso que no pertenece a la esfera del poder, sino que vive en las fronteras de lo marginal. Desde allí, nos dice Marta López Luaces, el poeta puede expresar su voz crítica ante lo que sucede. “El Usurpador de los Sueños no duerme”, y es cierto, pero
Después de Auschwitz
Celan balbucea
el mejor poema del siglo
Nuestro dios interior renace, surge una vez tras otra de las cenizas:
Por qué esta manía de querer existir/
cantar/ ver/ soñar/ crear
Y el poema, el vuelo del alma, el lugar donde habita la poesía, nos interroga:
“¿Se puede hacer poesía después de Auschwitz, de
la Guerra Civil, del Palacio de la Moneda, después
de Armenia, de Bosnia de, de Siria…?”
La oscuridad existe, y si nos adentramos en ella:
En las tinieblas somos Lorca-Benjamin-Nemirovsky-
Tsvetaeva-Celan-Sor Juana-Bruno-Hipatia
en la hoguera
A pesar de todo el poeta sigue ahí y el discurso poético continúa descubriéndonos viajes, deteniendo por un instante el tiempo e iluminando nuestro paso por este mundo:
Y somos Ulises camino a Ítaca
Y somos Penélope tejiendo otro sueño
como humildes testigos de los siglos