Begoña Callejón.
Introducirse en tu poética es atravesar un universo devastador. Imagino que te habrán comentado muchas veces las reminiscencias de Woolf, Plath o Pizarnik que sacuden al leer tu poesía. De alguna manera, tus versos tocan la piedra blanca de la locura: el cuerpo disruptivo, el dolor, las imágenes grotescas... Leer tu obra es adentrarse y sobrepasar ese velo que baila entre lo "cuerdo" y lo "enfermo". Yo pienso que la poesía bebe siempre del inconsciente, que de alguna manera las poetas accedemos a ese inconsciente y de ahí extraemos la materia prima. Me da la sensación de que, en tu caso, esta conexión se adentra en los lugares más oscuros de ese inconsciente, y los saca a la luz de manera magistral y durísima, ¿es así?
Woolf, Pizarnik y Plath han sido mis referentes desde que comencé a escribir. Cada una de ellas me ha aportado algo. Woolf, su pasión bipolar y el nombre de mi editorial, Fin de Viaje Ediciones; Pizarnik, mis primeras lecturas poéticas, su noche, su oscuridad y mi gran amor hacia los pájaros; Plath uno de mis últimos poemarios y sus textos cargados de furia.
La escritura desgarrada, cercana al dolor, me hace sentir viva de alguna forma. Cuando escribo trato de buscarme a mí misma. En la mayoría de mis poemarios, la línea entre la cordura y la locura es bastante débil, me gusta jugar en los límites.
Es cierto que la mayoría de la poesía nace del inconsciente. Suelo ser muy impulsiva a la hora de escribir, los arreglos son mínimos; me gusta que la fuerza que obtengo en los primeros momentos se mantenga.
Entrar en el lado oscuro te ofrece una gama muy amplia de posibilidades para la escritura. En mi caso, la mayoría de los poemarios son autobiográficos, me gusta contar lo que he vivido. Conocer a Leopoldo M. Panero y compartir un libro con él me hizo darme cuenta de el tipo de poesía que escribía, quizá hasta entonces me había dejado llevar sin ver el lado feroz contenido en mis textos poéticos.
Profundizando en tu obra, he detectado un salto cualitativo en el poemario “Cenicienta en sangre”, un salto que va del "yo" al "nosotros". En este libro, se muestra la búsqueda interior por un paisaje dantesco, un recorrido por la ciudad fantasma de Ildaboth. En él, la niña que busca a su madre, la mujer pelirroja, el enterrador… en definitiva, todos los personajes ofrecen imágenes de gran potencia visual, a través de mitos de cuentos infantiles. Además, en “Cenicienta en sangre” se expresa la eterna búsqueda, el paso a la vida adulta; y se percibe un avance hacia la madurez poética, como también ocurre en “Palabras para un cuerpo de ceniza”. ¿Fue “Cenicienta en sangre” para ti un cierre de una determinada voz, que dio paso a una búsqueda nueva?
No fue un cierre, más bien fue una necesidad del momento. Como he comentado, suelo escribir según las emociones que sienta en la época en la que me encuentre, y “Cenicienta en sangre” llegó así, casi sin darme cuenta.
El “yo” se ve un poco desdibujado en este poemario, pero siempre está ahí. Crear un lugar imaginario, Ildaboth, dio paso a otras voces, a otros personajes que querían salir.
En este libro quienes nacieron primero fueron Cenicienta y el enterrador y, a partir de ahí, nacieron los cuentos infantiles vistos desde otra perspectiva. En ese momento lo cerré, pero a la hora de la publicación quise ampliar la historia, y entonces fue cuando vi la imagen de la madre y la pérdida de la infancia. Ildaboth fue formándose poco a poco en mi mente.
Pero, pesar de haber buscado otras voces o nuevas temáticas mi voz sigue estando ahí, pienso que otorgando fuerza al poema. Además, siempre me ha llamado la atención tanto la escritura automática como el surrealismo, y pienso que ambos se dejan ver a través de mis textos.
“Palabras para un cuerpo de ceniza” lo escribí tras una estancia en Finlandia, un viaje de norte a sur donde descubrí otras miradas, las miradas blancas del norte. Aquí el yo no se apoya tanto en un nosotros, se deja llevar por el paisaje y las emociones que provoca, pero pienso que sí existe una madurez ya que, a pesar de hablar sobre mis sentimientos, dejo paso a esas otras voces, ya sean personajes o lugares.
Tu libro de prosa poética "La camada feroz” es una inmersión profunda en el universo creativo, en el proceso creativo de 21 autores alemanes, herido por la historia. El libro tiene un vórtice central, que es el sanatorio donde Hitler se recuperaba y, a modo de prosa epistolar, desmenuza la identidad más oculta de todos esos autores. ¿Cómo se desarrolló el proceso de escritura de este poemario, llevaste a cabo una investigación real sobre las vidas de las que hablas o todo surgió de una visión poética e imaginativa?
Escribir “La camada feroz” fue duro. Este poemario requirió de una investigación de fondo importante, a través de los libros e Internet.
“La camada feroz” es un libro en prosa poética que recoge las vidas de veintiún artistas alemanes entre el siglo XVIII-XX. Cuatro alumbramientos que nos invitan a descubrir qué había detrás de cada uno de ellos, sus inquietudes, miedos y esperanzas.
Esta aventura parte desde el sanatorio Beelitz-Hëilstätten (Berlín), lugar donde Hitler acudió a curar sus heridas tras la batalla de Somme. Zajra, la protagonista, será la que descubra a partir de ese lugar la existencia de artistas tanto anteriores como posteriores a la II Guerra Mundial. La muerte del Tercer Reich aquí es el abandono del miedo.
Decidí escribir este libro por mi gran pasión por Alemania. En primer lugar, hice una lista de los artistas que consideraba más relevantes en mi mundo personal, y posteriormente me di cuenta, casi sin querer, de que Hitler rodeaba de alguna forma a nivel histórico a estas personas.
Comencé a escribir el poemario en España, con algunas dificultades, ya que no dominaba el idioma y no conocía su cultura en profundidad, pero para terminarlo me fui a Berlín. Por eso el último poema está fechado allí. Paseé por sus calles, conocí lugares, y esto me ayudó a terminar de darle forma al libro.
Woolf, Pizarnik y Plath han sido mis referentes desde que comencé a escribir. Cada una de ellas me ha aportado algo. Woolf, su pasión bipolar y el nombre de mi editorial, Fin de Viaje Ediciones; Pizarnik, mis primeras lecturas poéticas, su noche, su oscuridad y mi gran amor hacia los pájaros; Plath uno de mis últimos poemarios y sus textos cargados de furia.
La escritura desgarrada, cercana al dolor, me hace sentir viva de alguna forma. Cuando escribo trato de buscarme a mí misma. En la mayoría de mis poemarios, la línea entre la cordura y la locura es bastante débil, me gusta jugar en los límites.
Es cierto que la mayoría de la poesía nace del inconsciente. Suelo ser muy impulsiva a la hora de escribir, los arreglos son mínimos; me gusta que la fuerza que obtengo en los primeros momentos se mantenga.
Entrar en el lado oscuro te ofrece una gama muy amplia de posibilidades para la escritura. En mi caso, la mayoría de los poemarios son autobiográficos, me gusta contar lo que he vivido. Conocer a Leopoldo M. Panero y compartir un libro con él me hizo darme cuenta de el tipo de poesía que escribía, quizá hasta entonces me había dejado llevar sin ver el lado feroz contenido en mis textos poéticos.
Profundizando en tu obra, he detectado un salto cualitativo en el poemario “Cenicienta en sangre”, un salto que va del "yo" al "nosotros". En este libro, se muestra la búsqueda interior por un paisaje dantesco, un recorrido por la ciudad fantasma de Ildaboth. En él, la niña que busca a su madre, la mujer pelirroja, el enterrador… en definitiva, todos los personajes ofrecen imágenes de gran potencia visual, a través de mitos de cuentos infantiles. Además, en “Cenicienta en sangre” se expresa la eterna búsqueda, el paso a la vida adulta; y se percibe un avance hacia la madurez poética, como también ocurre en “Palabras para un cuerpo de ceniza”. ¿Fue “Cenicienta en sangre” para ti un cierre de una determinada voz, que dio paso a una búsqueda nueva?
No fue un cierre, más bien fue una necesidad del momento. Como he comentado, suelo escribir según las emociones que sienta en la época en la que me encuentre, y “Cenicienta en sangre” llegó así, casi sin darme cuenta.
El “yo” se ve un poco desdibujado en este poemario, pero siempre está ahí. Crear un lugar imaginario, Ildaboth, dio paso a otras voces, a otros personajes que querían salir.
En este libro quienes nacieron primero fueron Cenicienta y el enterrador y, a partir de ahí, nacieron los cuentos infantiles vistos desde otra perspectiva. En ese momento lo cerré, pero a la hora de la publicación quise ampliar la historia, y entonces fue cuando vi la imagen de la madre y la pérdida de la infancia. Ildaboth fue formándose poco a poco en mi mente.
Pero, pesar de haber buscado otras voces o nuevas temáticas mi voz sigue estando ahí, pienso que otorgando fuerza al poema. Además, siempre me ha llamado la atención tanto la escritura automática como el surrealismo, y pienso que ambos se dejan ver a través de mis textos.
“Palabras para un cuerpo de ceniza” lo escribí tras una estancia en Finlandia, un viaje de norte a sur donde descubrí otras miradas, las miradas blancas del norte. Aquí el yo no se apoya tanto en un nosotros, se deja llevar por el paisaje y las emociones que provoca, pero pienso que sí existe una madurez ya que, a pesar de hablar sobre mis sentimientos, dejo paso a esas otras voces, ya sean personajes o lugares.
Tu libro de prosa poética "La camada feroz” es una inmersión profunda en el universo creativo, en el proceso creativo de 21 autores alemanes, herido por la historia. El libro tiene un vórtice central, que es el sanatorio donde Hitler se recuperaba y, a modo de prosa epistolar, desmenuza la identidad más oculta de todos esos autores. ¿Cómo se desarrolló el proceso de escritura de este poemario, llevaste a cabo una investigación real sobre las vidas de las que hablas o todo surgió de una visión poética e imaginativa?
Escribir “La camada feroz” fue duro. Este poemario requirió de una investigación de fondo importante, a través de los libros e Internet.
“La camada feroz” es un libro en prosa poética que recoge las vidas de veintiún artistas alemanes entre el siglo XVIII-XX. Cuatro alumbramientos que nos invitan a descubrir qué había detrás de cada uno de ellos, sus inquietudes, miedos y esperanzas.
Esta aventura parte desde el sanatorio Beelitz-Hëilstätten (Berlín), lugar donde Hitler acudió a curar sus heridas tras la batalla de Somme. Zajra, la protagonista, será la que descubra a partir de ese lugar la existencia de artistas tanto anteriores como posteriores a la II Guerra Mundial. La muerte del Tercer Reich aquí es el abandono del miedo.
Decidí escribir este libro por mi gran pasión por Alemania. En primer lugar, hice una lista de los artistas que consideraba más relevantes en mi mundo personal, y posteriormente me di cuenta, casi sin querer, de que Hitler rodeaba de alguna forma a nivel histórico a estas personas.
Comencé a escribir el poemario en España, con algunas dificultades, ya que no dominaba el idioma y no conocía su cultura en profundidad, pero para terminarlo me fui a Berlín. Por eso el último poema está fechado allí. Paseé por sus calles, conocí lugares, y esto me ayudó a terminar de darle forma al libro.
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En este libro se muestra, de nuevo, la herida abierta que es la creación, y que dicha creación está íntimamente vinculada a otras "creaciones", como la que ofreció el nazismo en Alemania, es decir, el proceso creativo como algo que puede ser sanador pero también terrorífico. También se sitúa ese proceso frente a la historia que lo hace crecer. ¿Crees que la poesía tiene esa capacidad de canalización, que esa fuerza destructiva que nos habita puede ser transformadora o transformada para el propio poeta y para la sociedad que la recibe?
Pienso que los hechos destructivos sí pueden servir de inspiración, tanto para la narrativa como para la poesía. La camada feroz cuenta momentos duros de la época del nazismo en los que aparecen personas muy cercanas a Hitler, como Eva Braun o Leni Riefenstahl; pero también aparecen otros personajes cuyo sufrimiento no viene directamente de la mano de nazismo, como es el caso de Unica Zürn, dañada por la esquizofrenia que posee y su posterior suicidio. Los personajes son anteriores y posteriores a los momentos de terror que se vivieron en Alemania.
La poesía puede transformar, y de hecho lo hace, tanto hechos de la cultura o de la historia como sentimientos o emociones personales; nos da la mano y nos guía hacia donde ella quiere.
Gracias a la escritura, podemos contemplar la visión de un mismo hecho desde la perspectiva de otros poetas o narradores. Escribir es dar un salto hacia el vacío, una experiencia en la que nos desnudamos para hacernos libres. Podemos canalizar nuestras emociones o las de los demás pero, siempre está presente la humanidad. Creer en la escritura es creer en el espacio y en el tiempo.
Tus últimos poemarios tienen una estructura muy definida, casi narrativa, un eje central que los vertebra ¿cómo acontece este devenir poético? ¿Nace la idea, la imagen poética, y se desarrolla desde un embrión, girando en torno a una idea central o haces el trabajo inverso de “amoldar” los poemas que surgen a este eje?
En mi caso, nace la imagen, veo algo, y a partir de ahí el poemario va tomando forma. No escribo poemas sueltos esperando buscar un hilo común, si no que desde el principio veo esas imágenes unidas de forma clara.
Me siento más cómoda escribiendo prosa poética, eso es una realidad, se puede ver en la mayoría de mis poemarios como en “Extraña Claridad”, un poemario duro, un mundo trágico y doloroso en el que una chica tiene que enfrentarse al día a día de su estancia en un hospital psiquiátrico.
“La camada feroz”, comenzó con las voces de los artistas, casi los veía discutiendo entre ellos sobre los temas de los que trata el libro: la guerra, la pasión, el dolor y el sufrimiento de cualquier tipo. Después, fue la figura del nacismo la que se agarró a ellos, como si los atrapara para hacerlos suyos. Hace tiempo, rompí con el verso y me gusta romper con las formas e incluso con el ritmo tradicional.
Acabas de editar un relato para adultos. Hay poetas que no entienden la poesía como literatura, ¿crees que esta tendencia de tus últimos poemarios te ha llevado a la prosa? ¿Piensas que narrativa y poesía surgen del mismo espacio de creación?
La escritura nace de un mismo espacio de creación, como comentas, pero siempre casi de una manera automática nos atrapa una u otra, es decir, la poesía o la narrativa.
Yo me considero más poeta que narradora, a pesar de que el último libro que he publicado es narrativa. “Faula, la hora del vacío” es un relato para adultos que está ilustrado por María Espejo.
Cuenta un hecho autobiográfico pero, como siempre ocurre, con grandes dosis de ficción. La fantasía siempre atrapa a la realidad de alguna forma. En los años 80, se utilizaba un aparato de tracción vertebral nocturna para los niños que tenían desviación de columna. Faula, la protagonista, se verá sometida a una gran angustia ya que, a parte de estar atada a la cama, sufre alucinaciones y pesadillas nocturnas.
Aún así, haber escrito Faula ha sido todo un reto, pienso que esta nouvelle atrapa por su fuerza expresiva. Sé que voy a seguir escribiendo, dejando un espacio diario a la creación. Lo que vaya saliendo ya lo iré descubriendo, porque las letras son las que nos encuentran a nosotros, casi de una manera mágica sin saber por qué.
Pienso que los hechos destructivos sí pueden servir de inspiración, tanto para la narrativa como para la poesía. La camada feroz cuenta momentos duros de la época del nazismo en los que aparecen personas muy cercanas a Hitler, como Eva Braun o Leni Riefenstahl; pero también aparecen otros personajes cuyo sufrimiento no viene directamente de la mano de nazismo, como es el caso de Unica Zürn, dañada por la esquizofrenia que posee y su posterior suicidio. Los personajes son anteriores y posteriores a los momentos de terror que se vivieron en Alemania.
La poesía puede transformar, y de hecho lo hace, tanto hechos de la cultura o de la historia como sentimientos o emociones personales; nos da la mano y nos guía hacia donde ella quiere.
Gracias a la escritura, podemos contemplar la visión de un mismo hecho desde la perspectiva de otros poetas o narradores. Escribir es dar un salto hacia el vacío, una experiencia en la que nos desnudamos para hacernos libres. Podemos canalizar nuestras emociones o las de los demás pero, siempre está presente la humanidad. Creer en la escritura es creer en el espacio y en el tiempo.
Tus últimos poemarios tienen una estructura muy definida, casi narrativa, un eje central que los vertebra ¿cómo acontece este devenir poético? ¿Nace la idea, la imagen poética, y se desarrolla desde un embrión, girando en torno a una idea central o haces el trabajo inverso de “amoldar” los poemas que surgen a este eje?
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Yo me considero más poeta que narradora, a pesar de que el último libro que he publicado es narrativa. “Faula, la hora del vacío” es un relato para adultos que está ilustrado por María Espejo.
Cuenta un hecho autobiográfico pero, como siempre ocurre, con grandes dosis de ficción. La fantasía siempre atrapa a la realidad de alguna forma. En los años 80, se utilizaba un aparato de tracción vertebral nocturna para los niños que tenían desviación de columna. Faula, la protagonista, se verá sometida a una gran angustia ya que, a parte de estar atada a la cama, sufre alucinaciones y pesadillas nocturnas.
Aún así, haber escrito Faula ha sido todo un reto, pienso que esta nouvelle atrapa por su fuerza expresiva. Sé que voy a seguir escribiendo, dejando un espacio diario a la creación. Lo que vaya saliendo ya lo iré descubriendo, porque las letras son las que nos encuentran a nosotros, casi de una manera mágica sin saber por qué.
Begoña Callejón es poeta y escritora, editora de Fin de viaje Ediciones, y profesora de escritura creativa en la Escuela de Escritores. Ha publicado los libros de poesía Suicidio de libélulas (Celya, 2006), el poemario Extraña claridad (Devenir, 2007), Palabras para un cuerpo de ceniza (Premio Frances Bru, Valencia), Las putas toman sushi (Alea Blanca, 2009), Cenicienta en sangre (El gaviero ediciones, 2010), Locos de Altar (Alea Blanca, 2011, junto a Leopoldo María Panero y Rubén Martín) y La camada feroz (Candela-Amargord 2012).