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Julieta Valero: "La escritura es una búsqueda en el extrañamiento, a través del lenguaje"

En ese camino, lo afectivo juega un papel clave, es la base de la dialéctica que vertebra e impulsa la creación, afirma la autora


La poeta Julieta Valero concibe la escritura como una búsqueda a través del lenguaje, una búsqueda tanto poética como vital. En ese camino, lo afectivo juega un papel clave, es la base de la dialéctica que vertebra e impulsa la creación. Otro papel importante es el del extrañamiento: la tensión que nos hace ver lo extraordinario o lo infraordinario en lo cotidiano. Para Valero, la coherencia que otorgan el ritmo y la respiración a los poemas, así como la subjetividad y la imaginación, hacen que la poesía intensifique la vida. Por Yaiza Martínez.


Yaiza Martínez
Escritora, poeta y periodista. Saber más del autor


Julieta Valero.
Julieta Valero.
En los últimos siete años, has publicado tres poemarios, ¿de qué manera construyes tus poemas y cada uno de tus libros?

Los poemas siempre están hechos de vida y de lenguaje. En ese cruce, mi actitud consiste en una búsqueda tanto poética como vital. Utilizo toda mi conciencia constructiva, un principio de exploración, intentando no repetir retóricas o lugares que ya conozco. En términos poéticos, tratando de evitar la comodidad. Concibo la escritura como una búsqueda a través del lenguaje.

En el caso de los poemarios, el principio de trabajo es básicamente el mismo que el de los poemas, salvo que los poemarios parecen constituir superestructuras que existen incluso antes de que yo empiece a verlas. En este sentido, trabajo acumulando textos y en esta acumulación emergen derivas. En definitiva, tengo la sensación de que cuando tengo cierto número de poemas, éstos empiezan a arrojar una estructura que surge del material acumulado.

¿Cómo se entrecruzan en tu creación poética vida y lenguaje?

Creo que la producción de poesía no es disciplinable. Pero es verdad que yo me he pasado la vida disciplinándome para la poesía, porque creo que para que ésta se dé tienes que generar un espacio, detenerte, de tal forma que lo poético sea posible. Hay que deshacerse de ruidos, leer, y esperar. La poesía es un ejercicio de atención y de detenimiento.

En tu obra parece producirse un enlace de lo individual con lo colectivo, tanto con los seres amados como con lo social. ¿Cómo percibes ese nexo con los otros y de qué manera se refleja en tu poesía?

Esa relación, el viaje de ida y vuelta a los otros, es una dialéctica que pone en movimiento la propia vida, una dialéctica permanente y crucial porque creo que en ella te juegas la salud mental.

Además, creo que esa relación o dialéctica resulta incluso trascendente. Eduardo Milán dice en uno de sus versos que “la eternidad es un vínculo”. Suscribo totalmente esa afirmación: para mí la eternidad es lo afectivo. Yo vivo el ejercicio poético desde ese lugar.

Por otro lado, en la poesía concebida de un modo ontológico, que es donde creo que yo me sitúo como poeta, la relación entre el yo y los otros resulta ser un motor clave.

¿Dirías entonces que la poesía siempre lleva implícito un componente social?

Lo lleva siempre en el sentido de que, como dice Jordi Doce, lo personal siempre es político y lo político siempre es cosa de personas. En “Autoría”, por ejemplo, exploré todo lo que tiene que ver con la identidad. Esta exploración tenía sentido desde la sensación de que sólo asumiendo lo colectivo se puede conjugar el espacio de lo personal. Al mismo tiempo, la escritura de este poemario partió de la percepción de que la autoobservación era necesaria para evitar caer en lo tribal. Sólo desde la subjetividad, desde la intimidad, puede trasladarse con autenticidad lo que uno hace a los otros.

Por otro lado, creo que la poesía es social en sí misma e individual en sí misma. En lo que no se puede caer es en la tematización de los poemas: el factor social de la poesía debe partir del manejo del lenguaje mismo. La poesía es un hecho del lenguaje, no una máquina de lanzar consignas. Es en esa construcción en el lenguaje, en esa tensión frente a los poderes que uno mismo genera y frente a los externos, donde empieza la verdadera actitud revolucionaria.

En tus libros aparecen abundantes citas, me da la sensación de que estableces así un diálogo con otros poetas.

En general, al principio utilizaba las citas como homenaje. Posteriormente, ha habido una evolución, he pasado a usar más las citas como generadoras, a utilizar citas que han tenido mucho que ver en la creación de los poemas en las que han sido ubicadas.

Ahora mismo, me interesa el uso de las citas incorporadas a los textos como formando un hipertexto no tecnológico, un collage. Creo que con el uso de Internet se están desdibujando las fronteras de la autoría, en el mejor sentido de la palabra. En este contexto, me interesa mucho la utilización de textos ajenos para incorporarlos, mezclarlos con otras cosas, para producir algo nuevo; la posibilidad de jugar en un territorio de nadie y de todos. Creo que las nuevas tecnologías nos están cambiando la forma de leer y de escribir, que están modificando nuestro interior.

Un aspecto que me llama la atención de tus poemarios es que éstos parecen tener una “intención narrativa” en dos sentidos: por un lado, muchos de tus poemas despliegan relatos, cuentan historias. Incluso tus versos son largos y descriptivos, constituyen casi una prosa poética. Por otro lado, los poemarios como un todo ofrecen interpretaciones de aspectos abstractos de la existencia (como cuando en narrativa se tratan temas subyacentes y también abstractos como la libertad o la traición… por poner un par de ejemplos). Esta característica de tu poesía me interesa mucho, por lo que me gustaría preguntarte si elaboras tus poemarios alrededor de estos temas, digamos a priori, o, por el contario, crees que los poemas, según salen, van girando como imantados alrededor de núcleos semánticos específicos.

Es verdad que la tematización a priori es un demonio poético para mí, porque puede falsear la escritura, por ejemplo, si se quiere hablar de lo bulímica que es la sociedad moderna o sobre las flores en primavera. Esta tematización me parece una especie de losa sobre el poeta.

Como yo escribo para intensificar mi vida, en un sentido muy simple y práctico, no me interesa que el poema refleje la vida, sino que el poema suceda como otras cosas de la vida. Sin embargo, sí es cierto que sí puede darse un eje que atraviese el texto y que acabe formando unas directrices, desde dentro hacia fuera.

Creo que ese tipo de texto tiene mucho más sentido que el apriorístico: aquél que se constituye en un espacio que permite deducir ciertos temas, encontrar una conciencia constructiva, y toda la enunciación de un sujeto ante el mundo. Pero es esencial que ese espacio sea abierto, polisémico, que pueda accederse a él desde varios sitios.

¿En qué lugar (poético) dirías que te sitúas a la hora de escribir?

Pues yo creo que me sitúo en el “cotidiano extrañamiento”. Necesito romper con la rutina. Para mí la imaginación poética es frágil, cualquier cosa se la puede llevar por delante. Pero, curiosamente, esa imaginación es rescatable en cualquier momento (yendo en coche, viendo la televisión…), en cualquier situación en la que se genere una tensión extrañadora que te haga mirar las cosas de otra manera o en la que se muestre lo extraordinario o lo infraordinario de lo cotidiano.

El lenguaje de tu poesía es fluido y suele ir, desde el inicio aparentemente inocente de cada poema, hasta la conformación de una red o tela de araña compleja, que reúne elementos distantes, voces variadas, imágenes inesperadas, etc. Quisiera que me comentaras si crees que en ese desarrollo de los poemas juega algún papel la sonoridad, que me explicaras qué importancia tiene la sonoridad en tu poesía.

En mi caso, la sonoridad está muy presente. Pero creo que esto es así para casi todos los poetas. Creo que la carta de realidad de un poema depende de las palabras que sobreviven, las que se quedan en la composición, por su maridaje con otras, dentro del marco de la sonoridad.

Esto tiene que ver con el ritmo y con la respiración. El verso libre tiene un ritmo interno, una coherencia sonora, que integra y expulsa elementos. Para mí esa coherencia es fundamental como escritora, pero también como lectora.

Julieta Valero (Madrid, 1971) es licenciada en Filología Hispánica y doctora en Literatura Española Moderna y Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid y autora de los poemarios Altar de los días parados (Editorial Bartleby, 2003); Los Heridos Graves (Barcelona, DVD, 2005, IV Premio De Poesía Radio Joven de RNE-R3; edición digital: Musa a las 9, 2014), Autoría (Barcelona, DVD, 2010, XXII Premio de Poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad y Premio Ausiás March 2010), que fue elegido como uno de los diez libros del año por Quimera, Babelia y El Cultural, y Que concierne (de próxima aparición).

Su obra aparece en numerosas antologías, las más recientes Quien lo probó lo sabe, 36 poetas para el próximo milenio (ant. Luis Bagué Quílez) (2012), Aquelarre. Trece poetas españoles sin miedo a la superstición (2013, ed. de J. M. Cumbreño), En legítima defensa. Poetas en tiempos de crisis (Bartleby, 2014).

Ha participado en numerosas lecturas y festivales internacionales de poesía (Festival de Poesía de Medellín, Colombia, 2007; Encuentro de Poetas del Mundo Latino, México, 2010, Ars Poetica,Festival Internacional de Poesía de Bratislava, 2012 o el Viaje Poético. Instituto Cervantes de Múnich, 2012).

Algunos de sus poemas han sido traducidos y publicados en Estados Unidos, Noruega, Francia, Italia, Marruecos, Brasil, Grecia y Eslovaquia. Ha trabajado siempre como editora y desde 2008 es coordinadora en la Fundación Centro de Poesía José Hierro.
 

Un poema de Que concierne, inédito:

Nueva minería
 
Por la ahora ventana del mundo no corre el aire sino la liebre de los datos que te atraviesa el pecho porque es innumerable; afortunadamente aún hay cáñamo y vacío en ese corazón.
 
Una peseta de cónclave en torno a la aquiescencia. La tienen los valles con el reparto de sol y la siente el presidente (en el silencio) de quienes no salieron a la calle a protestar por la privatización del llanto y su hipo. Optimismo de la razón, delirio de la conciencia.
 
 
El cobre permanece ahí, dormido, pero la mina sigue siendo el hombre y ayer golpearán a cuantos se atrevan a rodear el Congreso.
 
Mayoría absoluta el mar, la muerte y las ecografías del porfín.
 
 
Se busca a los supervivientes de la feria capital: gustos sencillos, mente compleja.
 
 


Martes, 27 de Diciembre 2011
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