Víktor Gómez Ferrer.
¿Cuál es el origen del proyecto del libro “Por donde pasa la poesía”, en el que habéis reunido poemas de decenas de autores españoles y latinoamericanos?
Todo empezó en la Librería Primado de Valencia, una librería de barrio que, en los últimos años se ha convertido en un “punto de encrucijada”, como bien ha dicho el poeta Arturo Borra. A ella han sido invitadas personas muy diversas, relacionadas con el mundo de la poesía, la comunicación y la literatura.
El título del libro tiene su origen en una frase que surgió en una conversación en la propia librería, en 2007. En una reunión en la que se abordaba, entre otros asuntos, cuestiones como qué poesía leemos, qué poesía desatendemos y qué poéticas están por descubrir y visibilizar, el poeta Quique Falcón dijo algo así como que en España vivíamos muy centrados en lo que aquí se produce, y que estamos especialmente cautivos de las prácticas poéticas que, bajo un canon hegemónico, exponen autores con un consenso general sobre lo estético. Falcón se preguntó entonces: ¿por dónde pasa la poesía? ¿no será que el presente de la historia, el ahora de la poesía, está pasando por otro lugar, por otras latitudes? El poeta se refería especialmente a las Américas de habla hispana. Meses después, curiosamente, Antonio Gamoneda dijo algo parecido en un curso celebrado en Priego (Cuenca), en julio de ese mismo año.
Así que cuando andábamos buscando un título que expusiera la confluencia de poéticas que ha supuesto la actividad en Librería Primado, y por ende la de este libro, la cita de Falcón nos pareció que tenía un significado múltiple. “Por donde pasa la poesía” (Editorial Baile del Sol) : pasa por Primado, por los lectores o usuarios de los servicios culturales allí propiciados; por los extranjeros que han venido con sus poéticas a compartir otros modos de mirar el mundo; y por los ecos y reflejos que otras librerías, como La Fuga en Sevilla o Traficantes de Sueños en Madrid, vienen ejerciendo en el panorama menos conocido de la cultura de resistencia y pensamiento crítico actuales.
Por todo, el libro coral que hemos editado quiere ser una huella con cuerpo, una instantánea, imagen de un tiempo de comunidad entre poetas y lectores, entre vecinos de barrio y escritores, cuyo hilo es el disenso y la pluralidad, eso sí, de signo anticapitalista, antineoliberal, antifascista, antidogmático. Nos parecía necesario escuchar voces en conflicto, americanas, canarias, peninsulares: del sur, del este, del norte, del oeste, del centro, de los márgenes. Durante todo este tiempo, hemos acogido a poetas de muy diversas influencias estéticas, como respuesta a la complejidad de un mundo convulso, y de profundas desigualdades sociales y culturales.
Por otro lado, este libro pretende confrontar los intentos reduccionistas de la industria cultural oficial, que ha pretendido normalizar y encapsular la poesía en los muros de lo banal, lo light, lo apolítico (si es que esto es posible) o, lo que aún es peor, dentro de lo político-domesticado, lo político-usurpado.
¿Cuántos poetas incluye “Por donde pasa la poesía” y cuáles dirías que son los factores que los aglutinan, si es que los hay?
En la sección de poetas, el libro cuenta con 70 autores. Sus diferencias, su generosidad y proximidad en los encuentros en la librería, su voluntad e intención –a nuestro parecer y sentir auténticas– de atender lo humano, colectiva e individualmente, así como lo ecológico, en un sentido amplio de preocupación por la vida del planeta, son la base sobre la que hemos ido sumando, no a todos los que deseábamos, pero si a una representación justa de ellos, pues consideramos que cada uno de los que está forma parte de nuestra memoria y legado a la comunidad.
Resulta importante destacar que este libro, sin embargo, no es una antología ni un florilegio, porque desde el principio insistimos en un criterio de selección basado en la praxis vital y en la experiencia comunitaria, así como en la riqueza que nos supuso descubrir los poemas o textos de los autores.
Todo empezó en la Librería Primado de Valencia, una librería de barrio que, en los últimos años se ha convertido en un “punto de encrucijada”, como bien ha dicho el poeta Arturo Borra. A ella han sido invitadas personas muy diversas, relacionadas con el mundo de la poesía, la comunicación y la literatura.
El título del libro tiene su origen en una frase que surgió en una conversación en la propia librería, en 2007. En una reunión en la que se abordaba, entre otros asuntos, cuestiones como qué poesía leemos, qué poesía desatendemos y qué poéticas están por descubrir y visibilizar, el poeta Quique Falcón dijo algo así como que en España vivíamos muy centrados en lo que aquí se produce, y que estamos especialmente cautivos de las prácticas poéticas que, bajo un canon hegemónico, exponen autores con un consenso general sobre lo estético. Falcón se preguntó entonces: ¿por dónde pasa la poesía? ¿no será que el presente de la historia, el ahora de la poesía, está pasando por otro lugar, por otras latitudes? El poeta se refería especialmente a las Américas de habla hispana. Meses después, curiosamente, Antonio Gamoneda dijo algo parecido en un curso celebrado en Priego (Cuenca), en julio de ese mismo año.
Así que cuando andábamos buscando un título que expusiera la confluencia de poéticas que ha supuesto la actividad en Librería Primado, y por ende la de este libro, la cita de Falcón nos pareció que tenía un significado múltiple. “Por donde pasa la poesía” (Editorial Baile del Sol) : pasa por Primado, por los lectores o usuarios de los servicios culturales allí propiciados; por los extranjeros que han venido con sus poéticas a compartir otros modos de mirar el mundo; y por los ecos y reflejos que otras librerías, como La Fuga en Sevilla o Traficantes de Sueños en Madrid, vienen ejerciendo en el panorama menos conocido de la cultura de resistencia y pensamiento crítico actuales.
Por todo, el libro coral que hemos editado quiere ser una huella con cuerpo, una instantánea, imagen de un tiempo de comunidad entre poetas y lectores, entre vecinos de barrio y escritores, cuyo hilo es el disenso y la pluralidad, eso sí, de signo anticapitalista, antineoliberal, antifascista, antidogmático. Nos parecía necesario escuchar voces en conflicto, americanas, canarias, peninsulares: del sur, del este, del norte, del oeste, del centro, de los márgenes. Durante todo este tiempo, hemos acogido a poetas de muy diversas influencias estéticas, como respuesta a la complejidad de un mundo convulso, y de profundas desigualdades sociales y culturales.
Por otro lado, este libro pretende confrontar los intentos reduccionistas de la industria cultural oficial, que ha pretendido normalizar y encapsular la poesía en los muros de lo banal, lo light, lo apolítico (si es que esto es posible) o, lo que aún es peor, dentro de lo político-domesticado, lo político-usurpado.
¿Cuántos poetas incluye “Por donde pasa la poesía” y cuáles dirías que son los factores que los aglutinan, si es que los hay?
En la sección de poetas, el libro cuenta con 70 autores. Sus diferencias, su generosidad y proximidad en los encuentros en la librería, su voluntad e intención –a nuestro parecer y sentir auténticas– de atender lo humano, colectiva e individualmente, así como lo ecológico, en un sentido amplio de preocupación por la vida del planeta, son la base sobre la que hemos ido sumando, no a todos los que deseábamos, pero si a una representación justa de ellos, pues consideramos que cada uno de los que está forma parte de nuestra memoria y legado a la comunidad.
Resulta importante destacar que este libro, sin embargo, no es una antología ni un florilegio, porque desde el principio insistimos en un criterio de selección basado en la praxis vital y en la experiencia comunitaria, así como en la riqueza que nos supuso descubrir los poemas o textos de los autores.
El libro no pretende, por tanto, instaurar un canon, ni tan siquiera un contra-canon, pues entendemos que en la pluralidad de lectores e individuos hay muchos niveles de lecturas y de comunicación, así como modos muy diversos de transmitir el arte y el pensamiento.
En “Por donde pasa la poesía”, hay autores inéditos, autores consagrados, otros a mitad de camino, y algunos que comienzan. A todos les une la pasión y compasión ante la fragilidad, la vulnerabilidad y la hermosura de la existencia humana. A todos les une el amor y el coraje por los torcidos del mundo. A todos les incendian las injusticias y daños estructurales, políticos o ideológicos, estratégicos o particulares. Todos aman las palabras y renuncian a la manipulación torticera del lenguaje como ejercicio de poder. A partir de ahí, los modos de resolver, de escribir, son tan dispares, que a veces llegan a ser antagónicos.
¿Crees que este libro es una fiel muestra de la verdadera producción poética que se está desarrollando actualmente en España?
Sólo en parte. Por dos cuestiones. Por un lado, “Por donde pasa la poesía” no es un libro que pretenda reflejar sólo lo que se escribe en España, sino que también recoge poemas de poetas americanos y de otros lugares. En este sentido, aunque aún quedan por traer poetas a los que no hemos podido invitar, por limitaciones de tiempo y dinero, sabemos que éstos vendrán o que vendrían porque “espiritualmente” están porque la poesía sea un puente de unión, frente a otras prácticas de ocio masivo o cultural que desunen, aíslan o fortalecen el principio egoísta de la individualidad, que tan bien le viene al sistema actual.
Por otro lado, no pretendemos decir: “estos son los poetas que molan” y el resto ya son de segunda división. No hay competición. No hay un concurso de excelencia. Hay devenir-vida. Hay devenir-literatura. Son el acontecimiento y su posterior memoria colectiva lo que nos vincula y hermana con estos poetas y sus poéticas. El trazar red, vínculos, imposibles, insostenibles en la distancia. Y a su vez, reales. Porque la escritura facilita esa comunidad imposible cuando pasamos por la poesía, por la re-lectura. Sabemos que hay más poetas que los que han pasado por Primado, estén ya incluidos en el libro o no. Y eso no nos preocupa. Me parece que los 70 poetas que aparecen merecen ser conocidos, leídos, y como no, discutidos.
¿Qué puede aportar “Por donde pasa la poesía” a sus potenciales lectores, con respecto a otras propuestas editoriales recientes en las que también se ha agrupado a poetas españoles y latinoamericanos?
Al hilo de lo ya expuesto, y contrariamente a lo que se nos viene insistiendo de separar al autor de su obra, es decir, a la mujer u hombre de su producción poética o crítica, nosotros hemos pasado por una hermosísima experiencia. Conocer a la autora, autor. Conversar, comer, pasear. Después, o antes, escucharle recitar, exponer, exponerse. Despedirse. Volver a su producción literaria y releer más en profundidad y mejor en expansión. Así da igual que viniera Carmen Camacho que Ernesto García, Juan Carlos Mestre que Esther Ramón, Eloísa Otero que Chantal Maillard, Enrique Falcón que Julieta Valero, José Luis Sampedro que Cecilia Quilez, Ildefonso Rodríguez que Carla Badillo, Benito del Pliego que David Eloy. Y seguiría hasta el último por recordar de una lista sustantiva y sustanciosa.
Cada una de estas personas dignifica la poesía, la vida, la convivencia, la palabra, la amistad. Lo hacen desde lo íntimo y lo político, indisociablemente. Eso nos ha cambiado a nosotros, los que hemos podido ir asistiendo a estas lecturas encuentros. Y, ampliado el sentido radical y nada inocente de publicar poesía para que la lean ciudadanos con corazón, cartera y cabeza. Quizá este planteamiento sea, no estoy seguro, novedoso, cuanto menos, poco valorado en libros donde con afán de antología, canon, o marketing cultural, se ha propuesto al público selecciones de poetas bajo un solo tomo.
A grandes rasgos, ¿cómo describirías la poesía actual de España y Latinoamérica, a partir de la muestra que habéis recopilado?
A grandes rasgos, hay varias líneas de fuga, que en ocasiones se entrecruzan. Poéticas de línea clara y comprensión directa. Poéticas de línea más difícil, que se aproximan a lo ininteligible. Siguiendo las vanguardias americanas. Siguiendo las vanguardias europeas. Continuistas de la poesía anterior más convencional en España. Rupturistas. Los poemas en prosa, que nos llevan a esos hibrys desde los que algunos poetas tratan de buscar su voz, llegando a experimentar o dialogar con otros materiales como los plásticos, audiovisuales, o entrecruzando lo literario y lo científico-informativo. Más que estilos, en cualquier caso en este libro percibo singularidades. Modos diferenciados y creativos del cómo hacer. Ahí pasamos de Antonio Méndez Rubio a Chantal Maillard, de Marcos Canteli a Ana María Espinosa o de Begoña Pozo a Forrest Gander, de Olga Muñoz Carrasco a Javier Gil, de Guadalupe Grande a Andres Fisher, por citar sólo unos pocos. Hay voces contundentes como las de Ana Pérez Cañamares o Carmen Beltrán junto a voces imán como las de José María Gómez Valero o Antonio Crespo Massieu. Truenos como los de Enrique Falcón y dardos precisos como los de Laura Giordani. Lo americano otro de Roger Santibañez, lo imaginal real de Mestre o Julio Obeso, lo político insurgente de Matias Escalera o Alberto García-Teresa, etc.
Ahora, como ya advertimos antes, esta recopilación de autores y poemas va más en la línea de cartografiar un espacio-tiempo, unas prácticas de resistencia y alternativa a lo impuesto por los agente culturales institucionales sometidos al gusto light o neoliberal, que en la de un trabajo taxonómico de exposición ejemplar de los mejores poetas o estilos o poéticos. Que se supiera que estos poetas existen y que se vea que tienen valor, que suman, horadan, problematizan y dialogan con nuestro mundo y nuestro ahora, eso sí era del interés común de la edición. Poesía no para “más sino para mejor”, siguiendo las sugerencias de Sampedro. Y ese mejor se establece en la manera de aproximarse, relacionarse y cuestionar la palabra y la vida, en su irresumible potencialidad y multiplicidades.
Quisiera llamar la atención al escrito que figura en la contraportada del libro, de Victor Silva, pues es provocadoramente coherente y sincero desde su arranque: ¡La poesía ha muerto: Viva la poesía!
¿Tiene algo que ver este proyecto de compilación de autores con otro proyecto coordinado el año pasado por varios poetas, entre los que estabas, y que vio la luz bajo el nombre de “Carta abierta en defensa de la poesía escrita en español”? ¿De qué se tiene que defender la poesía escrita en nuestro idioma?
La Carta abierta en defensa de la pluralidad y convivencia de poéticas surgió del disenso y hartazgo de una treintena de poetas españoles que fueron cruzando vía correo electrónico su malestar ante la cansina y obtusa idea comercial de una poesía unificada bajo un criterio de comunicabilidad fácil, masiva, que elude una visión del mundo crítica y un modo de estar en él de forma coherente. Fue una respuesta a la poesía sin sustrato intelectivo para personas sujetas a lo caprichoso y construido desde un pensamiento disperso y ocasional, como advertía Gramsci, que deriva en ese hombre-masa que consume cualquier bazofia, cualquier comida basura, la digiere y antes que alimentarle le satura por un lado de placer por sus compuestos de azúcar, sal, amargor, que instintivamente le hacen atractivo lo insano, por otro lado de colesterol, hasta colapsar invisiblemente su organismo e incapacitarlo para moverse (infarto).
Frente a esa poesía que se defiende auto-proclamándose como la verdadera poesía, la más social y comprometida políticamente, la única a la altura de los tiempos, surgió una Carta abierta que exponía la riqueza de la mezcla, la pluralidad de lo extranjero, la realidad de las migraciones, en lo social, en lo geográfico, en lo estético y cultural, y que, frente a la demagogia de un arte único constataba lo potenciador y sanador del intercambio de praxis culturales, de poéticas tan diversas como diversos son los individuos, pueblos, razas, grupos, geografías, historias que componen el mosaico que llamamos Humanidad.
No hay que despreciar a culturas por ser sus valedores minorías étnicas o tribales. Cada una suma lo suyo. Y que todas estas poéticas convivan mejora y justifica esa compleja situación geopolítica de la globalización, que bajo la idea de un pensamiento o poesía única es más bien un globo-imperialismo, que es rechazado por esta Carta radicalmente.
En “Por donde pasa la poesía”, hay autores inéditos, autores consagrados, otros a mitad de camino, y algunos que comienzan. A todos les une la pasión y compasión ante la fragilidad, la vulnerabilidad y la hermosura de la existencia humana. A todos les une el amor y el coraje por los torcidos del mundo. A todos les incendian las injusticias y daños estructurales, políticos o ideológicos, estratégicos o particulares. Todos aman las palabras y renuncian a la manipulación torticera del lenguaje como ejercicio de poder. A partir de ahí, los modos de resolver, de escribir, son tan dispares, que a veces llegan a ser antagónicos.
¿Crees que este libro es una fiel muestra de la verdadera producción poética que se está desarrollando actualmente en España?
Sólo en parte. Por dos cuestiones. Por un lado, “Por donde pasa la poesía” no es un libro que pretenda reflejar sólo lo que se escribe en España, sino que también recoge poemas de poetas americanos y de otros lugares. En este sentido, aunque aún quedan por traer poetas a los que no hemos podido invitar, por limitaciones de tiempo y dinero, sabemos que éstos vendrán o que vendrían porque “espiritualmente” están porque la poesía sea un puente de unión, frente a otras prácticas de ocio masivo o cultural que desunen, aíslan o fortalecen el principio egoísta de la individualidad, que tan bien le viene al sistema actual.
Por otro lado, no pretendemos decir: “estos son los poetas que molan” y el resto ya son de segunda división. No hay competición. No hay un concurso de excelencia. Hay devenir-vida. Hay devenir-literatura. Son el acontecimiento y su posterior memoria colectiva lo que nos vincula y hermana con estos poetas y sus poéticas. El trazar red, vínculos, imposibles, insostenibles en la distancia. Y a su vez, reales. Porque la escritura facilita esa comunidad imposible cuando pasamos por la poesía, por la re-lectura. Sabemos que hay más poetas que los que han pasado por Primado, estén ya incluidos en el libro o no. Y eso no nos preocupa. Me parece que los 70 poetas que aparecen merecen ser conocidos, leídos, y como no, discutidos.
¿Qué puede aportar “Por donde pasa la poesía” a sus potenciales lectores, con respecto a otras propuestas editoriales recientes en las que también se ha agrupado a poetas españoles y latinoamericanos?
Al hilo de lo ya expuesto, y contrariamente a lo que se nos viene insistiendo de separar al autor de su obra, es decir, a la mujer u hombre de su producción poética o crítica, nosotros hemos pasado por una hermosísima experiencia. Conocer a la autora, autor. Conversar, comer, pasear. Después, o antes, escucharle recitar, exponer, exponerse. Despedirse. Volver a su producción literaria y releer más en profundidad y mejor en expansión. Así da igual que viniera Carmen Camacho que Ernesto García, Juan Carlos Mestre que Esther Ramón, Eloísa Otero que Chantal Maillard, Enrique Falcón que Julieta Valero, José Luis Sampedro que Cecilia Quilez, Ildefonso Rodríguez que Carla Badillo, Benito del Pliego que David Eloy. Y seguiría hasta el último por recordar de una lista sustantiva y sustanciosa.
Cada una de estas personas dignifica la poesía, la vida, la convivencia, la palabra, la amistad. Lo hacen desde lo íntimo y lo político, indisociablemente. Eso nos ha cambiado a nosotros, los que hemos podido ir asistiendo a estas lecturas encuentros. Y, ampliado el sentido radical y nada inocente de publicar poesía para que la lean ciudadanos con corazón, cartera y cabeza. Quizá este planteamiento sea, no estoy seguro, novedoso, cuanto menos, poco valorado en libros donde con afán de antología, canon, o marketing cultural, se ha propuesto al público selecciones de poetas bajo un solo tomo.
A grandes rasgos, ¿cómo describirías la poesía actual de España y Latinoamérica, a partir de la muestra que habéis recopilado?
A grandes rasgos, hay varias líneas de fuga, que en ocasiones se entrecruzan. Poéticas de línea clara y comprensión directa. Poéticas de línea más difícil, que se aproximan a lo ininteligible. Siguiendo las vanguardias americanas. Siguiendo las vanguardias europeas. Continuistas de la poesía anterior más convencional en España. Rupturistas. Los poemas en prosa, que nos llevan a esos hibrys desde los que algunos poetas tratan de buscar su voz, llegando a experimentar o dialogar con otros materiales como los plásticos, audiovisuales, o entrecruzando lo literario y lo científico-informativo. Más que estilos, en cualquier caso en este libro percibo singularidades. Modos diferenciados y creativos del cómo hacer. Ahí pasamos de Antonio Méndez Rubio a Chantal Maillard, de Marcos Canteli a Ana María Espinosa o de Begoña Pozo a Forrest Gander, de Olga Muñoz Carrasco a Javier Gil, de Guadalupe Grande a Andres Fisher, por citar sólo unos pocos. Hay voces contundentes como las de Ana Pérez Cañamares o Carmen Beltrán junto a voces imán como las de José María Gómez Valero o Antonio Crespo Massieu. Truenos como los de Enrique Falcón y dardos precisos como los de Laura Giordani. Lo americano otro de Roger Santibañez, lo imaginal real de Mestre o Julio Obeso, lo político insurgente de Matias Escalera o Alberto García-Teresa, etc.
Ahora, como ya advertimos antes, esta recopilación de autores y poemas va más en la línea de cartografiar un espacio-tiempo, unas prácticas de resistencia y alternativa a lo impuesto por los agente culturales institucionales sometidos al gusto light o neoliberal, que en la de un trabajo taxonómico de exposición ejemplar de los mejores poetas o estilos o poéticos. Que se supiera que estos poetas existen y que se vea que tienen valor, que suman, horadan, problematizan y dialogan con nuestro mundo y nuestro ahora, eso sí era del interés común de la edición. Poesía no para “más sino para mejor”, siguiendo las sugerencias de Sampedro. Y ese mejor se establece en la manera de aproximarse, relacionarse y cuestionar la palabra y la vida, en su irresumible potencialidad y multiplicidades.
Quisiera llamar la atención al escrito que figura en la contraportada del libro, de Victor Silva, pues es provocadoramente coherente y sincero desde su arranque: ¡La poesía ha muerto: Viva la poesía!
¿Tiene algo que ver este proyecto de compilación de autores con otro proyecto coordinado el año pasado por varios poetas, entre los que estabas, y que vio la luz bajo el nombre de “Carta abierta en defensa de la poesía escrita en español”? ¿De qué se tiene que defender la poesía escrita en nuestro idioma?
La Carta abierta en defensa de la pluralidad y convivencia de poéticas surgió del disenso y hartazgo de una treintena de poetas españoles que fueron cruzando vía correo electrónico su malestar ante la cansina y obtusa idea comercial de una poesía unificada bajo un criterio de comunicabilidad fácil, masiva, que elude una visión del mundo crítica y un modo de estar en él de forma coherente. Fue una respuesta a la poesía sin sustrato intelectivo para personas sujetas a lo caprichoso y construido desde un pensamiento disperso y ocasional, como advertía Gramsci, que deriva en ese hombre-masa que consume cualquier bazofia, cualquier comida basura, la digiere y antes que alimentarle le satura por un lado de placer por sus compuestos de azúcar, sal, amargor, que instintivamente le hacen atractivo lo insano, por otro lado de colesterol, hasta colapsar invisiblemente su organismo e incapacitarlo para moverse (infarto).
Frente a esa poesía que se defiende auto-proclamándose como la verdadera poesía, la más social y comprometida políticamente, la única a la altura de los tiempos, surgió una Carta abierta que exponía la riqueza de la mezcla, la pluralidad de lo extranjero, la realidad de las migraciones, en lo social, en lo geográfico, en lo estético y cultural, y que, frente a la demagogia de un arte único constataba lo potenciador y sanador del intercambio de praxis culturales, de poéticas tan diversas como diversos son los individuos, pueblos, razas, grupos, geografías, historias que componen el mosaico que llamamos Humanidad.
No hay que despreciar a culturas por ser sus valedores minorías étnicas o tribales. Cada una suma lo suyo. Y que todas estas poéticas convivan mejora y justifica esa compleja situación geopolítica de la globalización, que bajo la idea de un pensamiento o poesía única es más bien un globo-imperialismo, que es rechazado por esta Carta radicalmente.
Si la Carta abierta data de junio de 2011 y fue escrito desde una pluralidad anónima de poetas (cinco redactores en connivencia y complicidad y otros 25 o 30 poetas más), en un trabajo colectivo de examen y exposición de la problemática de la práctica poética, el libro coral “Por donde pasa la poesía”, que empezó a gestarse como tal en 2009, ya venía con la semejanza, con la afinidad a estos presupuestos. A ello han contribuido, además de los poetas reunidos en el libro, diversos autores, como José Luis Sampedro o Carlos Taibo, que han participado en el libro con sus reflexiones, y el músico Lucho Roa, que ha puesto música a algunos de los poemas recogidos.
Así que fue como juntar dos piezas de un puzle aún incompleto, de una manera de entender la actividad cultural como beneficio para la sociedad, para una sociedad plural que desea convivir en igualdad de oportunidades, con libertad y sin servidumbres ni manipulaciones mediáticas, comerciales o ideológicas.
“Por donde pasa la poesía”, en resumen, es un arte-facto político, entendido lo político como superador de la política, que nos lleva por la calle de la amargura, por una calle de dirección única… al desastre. Lo político lo hacemos entre todos, participativamente. La política la hacen tres, al servicio del Capital. La poesía no está al servicio del Capital, sino de la vida y la convivencia. La poesía que se deja poseer por el Capital o sus perros se convierte en un arma homicida. Frente a la calle de dirección única, lo abierto. Decía no hace mucho Antonio Méndez Rubio que nos han robado el exterior. Se lo han agenciado. No tenemos exterior. Si la poesía no es intento de frenar y contrarrestar ese abuso, esa violencia, ¿para qué sirve? “Por donde pasa la poesía es el exterior”, también. La Carta abierta sólo puede ofrecer apertura a lo exterior. Un exterior que es el lugar de la comunidad. Una comunidad que es lo fotografiado en el libro “Por donde pasa la poesía”. Un exterior para ser comunidad de amantes, no los presos vigilados en un amplio patio carcelario.
En cuanto a de qué se tiene que defender la poesía, sobre eso añadiría que el arte y el pensamiento deben defenderse de la manipulación, de las apropiaciones indebidas, de los acosos del poder, es decir de quienes con poderosos recursos económicos, políticos y sociales, se sirven de la mentira y de la tergiversación para anular la capacidad que tiene el ser humano de hacer análisis, evaluación y proposiciones sobre los conflictos históricos, de naturaleza política, social, cultural o religiosa.
La poesía, en concreto, tiene la capacidad de escribir lo no escrito, lo que la historia oficial ha negado u ocultado o contado sin rigor ni objetividad acerca de los hechos consumados. La poesía además, desde la remembranza, los sueños y la memoria, consigue desvelar posibles sincronicidades y semejanzas que en lo colectivo e individual nos sirven para tomar conciencia y consciencia de cómo somos, del "presente como imagen más íntima del pasado" y del futuro como poso de lo ancestral, de lo ya vivido pero no atendido en nuestro devenir.
La poesía es vida, es experiencia de lo decible pero también pulsación de lo indecible, de lo incompleto que es siempre a nuestra capacidad limitada lo real de la existencia, del mundo, del ahora. Al haber tantas maneras de vivir, tan amplias geografias del sentir y del actuar en una globosfera inaudita y emergente, la complejidad que suponen las migraciones y mestizajes conlleva respetar, defender todas las poéticas que deriven de esas sociedades, tribus, grupos, pueblos, independientemente de su tamaño y potencias económico o político en el virulento Mercado Mundial.
La poesía hay que defenderla también de la poesía. Lo que sólo es poético mata a la poesía, decía Holan. También en su defecto, sin un ápice de lírica, no hay poesía. Los hibrys ahora nos lo ponen difícil con las nomenclaturas y géneros. Lo obvio, hay que defender las prácticas literarias que nos ayudan a ser personas, a ser justos y generosos, a convivir y respetar todas las vidas. Hay que defender la poesía de las servidumbres del poder, ya sea religioso, ideológico, político, económico. Hay que defender la poesía como un Caudal de poéticas de muy varia condición, alcance, grosor, música. Hay que defender la poesía de la banalidad, de los neofanatismos, de lo pre-sentido, de lo pre-fijado, de lo pre-acordado. Sin libertad y creatividad la poesía es un fósil. Hay que defender a la poesía de las carencias de compasión y ardor intelectual, del vaciamiento de profundidad vital, de la elocuencia publicitaria y el dogma teológico. De los rankings de audiencia, de los podiums de la fama o los premios literarios.
Así que fue como juntar dos piezas de un puzle aún incompleto, de una manera de entender la actividad cultural como beneficio para la sociedad, para una sociedad plural que desea convivir en igualdad de oportunidades, con libertad y sin servidumbres ni manipulaciones mediáticas, comerciales o ideológicas.
“Por donde pasa la poesía”, en resumen, es un arte-facto político, entendido lo político como superador de la política, que nos lleva por la calle de la amargura, por una calle de dirección única… al desastre. Lo político lo hacemos entre todos, participativamente. La política la hacen tres, al servicio del Capital. La poesía no está al servicio del Capital, sino de la vida y la convivencia. La poesía que se deja poseer por el Capital o sus perros se convierte en un arma homicida. Frente a la calle de dirección única, lo abierto. Decía no hace mucho Antonio Méndez Rubio que nos han robado el exterior. Se lo han agenciado. No tenemos exterior. Si la poesía no es intento de frenar y contrarrestar ese abuso, esa violencia, ¿para qué sirve? “Por donde pasa la poesía es el exterior”, también. La Carta abierta sólo puede ofrecer apertura a lo exterior. Un exterior que es el lugar de la comunidad. Una comunidad que es lo fotografiado en el libro “Por donde pasa la poesía”. Un exterior para ser comunidad de amantes, no los presos vigilados en un amplio patio carcelario.
En cuanto a de qué se tiene que defender la poesía, sobre eso añadiría que el arte y el pensamiento deben defenderse de la manipulación, de las apropiaciones indebidas, de los acosos del poder, es decir de quienes con poderosos recursos económicos, políticos y sociales, se sirven de la mentira y de la tergiversación para anular la capacidad que tiene el ser humano de hacer análisis, evaluación y proposiciones sobre los conflictos históricos, de naturaleza política, social, cultural o religiosa.
La poesía, en concreto, tiene la capacidad de escribir lo no escrito, lo que la historia oficial ha negado u ocultado o contado sin rigor ni objetividad acerca de los hechos consumados. La poesía además, desde la remembranza, los sueños y la memoria, consigue desvelar posibles sincronicidades y semejanzas que en lo colectivo e individual nos sirven para tomar conciencia y consciencia de cómo somos, del "presente como imagen más íntima del pasado" y del futuro como poso de lo ancestral, de lo ya vivido pero no atendido en nuestro devenir.
La poesía es vida, es experiencia de lo decible pero también pulsación de lo indecible, de lo incompleto que es siempre a nuestra capacidad limitada lo real de la existencia, del mundo, del ahora. Al haber tantas maneras de vivir, tan amplias geografias del sentir y del actuar en una globosfera inaudita y emergente, la complejidad que suponen las migraciones y mestizajes conlleva respetar, defender todas las poéticas que deriven de esas sociedades, tribus, grupos, pueblos, independientemente de su tamaño y potencias económico o político en el virulento Mercado Mundial.
La poesía hay que defenderla también de la poesía. Lo que sólo es poético mata a la poesía, decía Holan. También en su defecto, sin un ápice de lírica, no hay poesía. Los hibrys ahora nos lo ponen difícil con las nomenclaturas y géneros. Lo obvio, hay que defender las prácticas literarias que nos ayudan a ser personas, a ser justos y generosos, a convivir y respetar todas las vidas. Hay que defender la poesía de las servidumbres del poder, ya sea religioso, ideológico, político, económico. Hay que defender la poesía como un Caudal de poéticas de muy varia condición, alcance, grosor, música. Hay que defender la poesía de la banalidad, de los neofanatismos, de lo pre-sentido, de lo pre-fijado, de lo pre-acordado. Sin libertad y creatividad la poesía es un fósil. Hay que defender a la poesía de las carencias de compasión y ardor intelectual, del vaciamiento de profundidad vital, de la elocuencia publicitaria y el dogma teológico. De los rankings de audiencia, de los podiums de la fama o los premios literarios.
Víktor Gómez (Madrid, 1967). Reside en Valencia. Ha publicado en 2010 los poemarios, Huérfanos aún (Baile del Sol), Detrás de la casa en ruinas (Ediciones Amargord), Incompleto (Ed. 4 de agosto); y en 2013, Trazas del calígrafo zurdo (Varasek Ed.) y Pobreza (Ed. Calambur), finalista Premios de la Crítica (Madrid), 2014. Ha colaborado en diversas revistas y publicaciones en papel y en internet, así como en Tendencias21 y en Librería Primado (Valencia). Pertenece al equipo de voluntarios del Casal de la Pau para la atención a personas con historial penitenciario y sin recursos. Coordina la Asociación Poética Caudal.
Dos poemas sin título del libro Pobreza (Calambur, 2013)
–¿cómo se llama lo antes de desnudo? –
*
la discordia de la luz y el cuerpo –viejos topos– hemos tropezado violentamente con las claridades
–¿cómo se llama lo antes de desnudo? –
*
la discordia de la luz y el cuerpo –viejos topos– hemos tropezado violentamente con las claridades