Hablar sin miedo, escribir desde, para y con la libertad que nos hace verdaderamente humanos resistiendo a las moralinas y a los clichés. Darle a la voz poética el vuelo de las metáforas y las visiones emancipadoras, unirse a la revuelta del deseo y a la insurrección. Todas esas actitudes devienen en Caligrafía de la necesidad (Bartleby, 2017), de la poeta española Cecilia Quílez.
En este libro la autora alcanza así el cenit de su propuesta poética, urdida en cinco títulos anteriores en los que ya se encontraban la resemantización de lo femenino, del yo, del amor versus deseo, de la lealtad versus contrato, de la transparencia versus simulacros, del lenguaje poético versus pantomima edulcorada, de la lucha social versus postureo.
El presente poemario viene estructurado en Caligrafías, Cartilla de símbolos, Perfomance del ángel, y Siglo XXI (Epílogo). Asimismo, cada una de estas secciones lleva un epígrafe que deja a la inteligencia intuitiva del lector avizorar lo que fluirá en las siguientes páginas.
Así, en Caligrafías, la poeta escribe al empezar ”Rendido ante el cielo / El hombre inventa catedrales”, y a continuación despliega poemas que atraviesan el itinerario de la forja de la voluntad a través de los años y de la experiencia del lenguaje, del amor, de los vínculos. Una voluntad que sobreviene a contratiempos y desencantos.; que resiste pese a la negación de la posibilidad de crearse una auténtica naturaleza más allá de lo que la sociedad pretende acotar, modelar, domesticar.
Este ejercicio de libertad se da tanto en el tanteo de la escritura como en la gestión de las relaciones de pareja, de las amistades, del deseo de los que nos habla el libro. En este sentido, se dice en el poema: “No explicar (se) / No justificar (se), / No responder (se), / No terminar (se), / No esperar (se), /Olvidar / (ser) / El poema / Y volver a escribirlo”.
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En Cartilla de símbolos, la poeta en primer lugar avisa: “El verbo sujeta la voluntad del frío / Los demás ardemos o sobrevivimos miserablemente / En la frontera de lo indecible". Ese resistir y esa voluntad de poder ser es lo que genera una identidad autónoma y amorosa, sin dueño ni Dios; leal a su propia conciencia, y que aquí conversa con la muerte.
Hay en este diálogo cierta complicidad con el poeta leonés Antonio Gamoneda o con el filósofo francés Gilles Deleuze, una complicidad que enraíza en la singular voz de la autora del mismo modo que lo hacen el veneno del dolor y de la ausencia, hasta alterar al yo poético: “Va tu licor inmaculado / Mi yo sin sangre / Porque ahora / Ni a mí ni a ti / Nada nos importa / La poesía".
De este modo, Caligrafía de la necesidad nos enfrenta al miedo y a la muerte, pero también a algunos medios de reconciliación con la vida: la sexualidad, el amor, el delirio; para constatar que, entre la fragilidad, puede persistir una voluntad poética de ser: “Y seguir amando el fuego / Idolatradamente / Confusos / Ante la escritura / Como único asilo”.
En Perfomance del ángel, un epígrafe susurra : “Renuncio a la espera / Después de tanta sed / Toma mis alas / Oh, infiel misericordia”. En general, en la poética de Cecilia Quílez los ángeles representan a personas que en algún momento la han ayudado o acompañado. En esta parte del libro, la autora reflexiona, además de sobre estos "ángeles" sobre el hecho de ser mujer, de una forma no sujeta a la iconografía patriarcal, a la cosificación capitalista o a la demonización religiosa. También en esta sección volverá a referirse a la poesía como la savia que alimenta la condición humana, aunque no dé de comer: “Vivir del hambre / Como un perro / Donde la muerte me halle durmiendo / Con el mejor hueso / Y la serenidad entre los labios”.
La última sección del libro, Siglo XXI (epílogo) contiene el exordio “Nunca dejaré de preguntarme / Para quienes sirven las respuestas”. Aquí, Caligrafía de la necesidad nos conmueve y remueve en lo más íntimo. Toca la médula del sentido con una sintaxis atípica, con una gramática creativa osada e incisiva. Es en esta parte donde la autora expresa la inteligencia sensible del cuerpo convocando la revuelta necesaria de ser, amar, no-morir en vida. Una revuelta intrínsecamente ligada a la escritura y que es la que nos espera a los lectores:
"La mayoría de las veces
Era una necesidad
Sentir que sentía
Y escribir después
En c
a
s
c
a
d
a”-