El diseño inteligente es una corriente religiosa que sostiene que el origen o la evolución del Universo, la vida y el hombre, son el resultado de acciones racionales emprendidas de forma deliberada por uno o más agentes inteligentes.
Sus partidarios afirman que este concepto es una propuesta científica legítima, capaz de sustentar un programa de investigación metodológicamente riguroso, pero lo cierto es que la comunidad científica sólo ve en él una justificación de la creencia en un creador determinado.
Desde esa perspectiva científica, una de las principales críticas que se hacen al diseño inteligente es que no es una teoría científica real (como la teoría de la evolución), ya que no sustenta sus bases en el método científico.
Recientemente, uno de los fundadores de la corriente del diseño inteligente ha publicado un libro en el que intenta contrarrestar este aspecto de las críticas. Se trata de Stephen C. Meyer, investigador de la Universidad de Cambridge, filósofo de las ciencias académico, y director del Discovery Institute’s Center for Science and Culture.
Energía, materia, información
Bajo el título “Signature in the Cell: DNA and the Evidence for Intelligent Design” (“Firma en la célula: ADN y la evidencia del diseño inteligente”), el texto de Meyer ha sido descrito por sus seguidores como la base para el desmoronamiento del materialismo científico.
En el libro, Meyer señala que el código digital o numérico del ADN sería la prueba de la existencia de una inteligencia diseñadora en el origen de la vida.
A diferencia de argumentos anteriores sobre el diseño inteligente, la intención de esta obra sería presentar evidencias científicas de que existe un constituyente fundamental en el universo, hasta ahora no considerado como tal: la información.
En “Signature in the Cell”, Meyer trata de reunir todos los datos para él relevantes, obtenidos en los estudios científicos de los últimos tiempos, que le permitan demostrar la existencia de una inteligencia que ha guiado los caminos que las formas de vida han seguido.
Meyer defiende que el universo está compuesto por materia, energía, y por la información, que es la que ordena la materia y la energía y, por tanto, la que sería responsable de la aparición de la vida.
Análisis probabilísticos
¿Pero cómo puede la información ordenar a los otros dos componentes fundamentales del universo? En el caso de las células, esa información es portada por el ADN, que funcionaría como un programa informático o software, un programador maestro de vida.
Según se explica en la web del Center for Science and Culture, para explicar esta “acción” de una inteligencia sobre las células, el enfoque de “Signatura in the Cell” se acerca a las investigaciones previas en la “detección” del diseño inteligente, realizadas en la última década por el matemático William Dembski.
Tanto Dembski y Meyer se han basado, al menos en parte, en el análisis probabilístico para determinar si ciertos fenómenos podrían ser mejor explicados como productos aleatorios del “azar y de la necesidad” o como fruto de un diseño inteligente.
Meyer ha aplicado estas herramientas estadísticas en su obra para buscar y sustentar su examen de la naturaleza de la información codificada en el ADN, cómo ésta es procesada en la célula, y cómo pudieron surgir esa información y su sistema de procesamiento.
Es decir, que el libro aborda la cuestión del “origen de la vida”, desde la perspectiva de la bioquímica molecular del ADN y del ARN, los procesos celulares por los que las moléculas se replican, y los mecanismos por los cuales los millones de proteínas necesarias para la función celular son producidas.
Misterio explicado en términos informáticos
El autor afirma en “Signature in the Cell” que, en la teoría de la evolución, Charles Darwin nunca pretendió descubrir el misterio del origen de la información biológica. Para el naturalista inglés, dicho origen resultó siempre un misterio impenetrable.
Sin embargo, desde que en los años cincuenta del siglo pasado se revelase la existencia de un código digital en el ADN, se ha descubierto que las células contienen un sistema técnico complejo de procesamiento y almacenamiento de información, que hace que éstas funcionen como un sistema informático avanzado, aunque con una eficiencia y una flexibilidad mucho mayores que la de cualquier ordenador.
A partir de la reunión de datos relacionados con dicho funcionamiento, procedentes de diversos campos científicos, Stephen Meyer afirma que el “sistema operativo” presente en el genoma incluye códigos, procesamiento digital o sistemas de almacenamiento.
Utilizando términos tomados de las ciencias computacionales, el autor desarrolla en su libro el argumento de que la mejor explicación posible para toda esta “inteligencia” celular sería la del diseño inteligente.
Renacer de la teleología
El debate sobre la existencia o no de un diseño inteligente está siendo especialmente intenso en Estados Unidos en los últimos años, pero se está extendiendo también a otros países, especialmente a Inglaterra, en general a través de la influencia de las iglesias evangélicas y otros grupos religiosos fundamentalistas.
Pero no es un debate nuevo, tal y como explicó Juan Antonio Roldán en un artículo anterior de Tendencias21, puesto que responde a las ideas filosófico-teístas de la llamada teleología.
Este renacer actual de la teleología se explica por el hecho de que la ciencia parece haber introducido nuevos resultados a considerar, como los aportados por Meyer. Pero la solución final, si es que la hubiese, parece seguir estando muy lejos.
En esta moderna revisión teleológica entran en juego tres conceptos a distinguir, y que suelen estar enfrentados: el creacionismo (fundamentalismo protestante que niega el hecho mismo de la evolución y trata de rebatir a Darwin); el diseño inteligente en sentido fuerte (un nuevo concepto que esconde las mismas posiciones del creacionismo, aunque camufladas en moderna pseudociencia) y el diseño inteligente en sentido débil (se admite la evolución pero en ella se argumenta la existencia de un diseño racional que conduce a un teísmo evolutivo en que Dios crea y diseña por medio de la evolución), señala Roldán.
Sus partidarios afirman que este concepto es una propuesta científica legítima, capaz de sustentar un programa de investigación metodológicamente riguroso, pero lo cierto es que la comunidad científica sólo ve en él una justificación de la creencia en un creador determinado.
Desde esa perspectiva científica, una de las principales críticas que se hacen al diseño inteligente es que no es una teoría científica real (como la teoría de la evolución), ya que no sustenta sus bases en el método científico.
Recientemente, uno de los fundadores de la corriente del diseño inteligente ha publicado un libro en el que intenta contrarrestar este aspecto de las críticas. Se trata de Stephen C. Meyer, investigador de la Universidad de Cambridge, filósofo de las ciencias académico, y director del Discovery Institute’s Center for Science and Culture.
Energía, materia, información
Bajo el título “Signature in the Cell: DNA and the Evidence for Intelligent Design” (“Firma en la célula: ADN y la evidencia del diseño inteligente”), el texto de Meyer ha sido descrito por sus seguidores como la base para el desmoronamiento del materialismo científico.
En el libro, Meyer señala que el código digital o numérico del ADN sería la prueba de la existencia de una inteligencia diseñadora en el origen de la vida.
A diferencia de argumentos anteriores sobre el diseño inteligente, la intención de esta obra sería presentar evidencias científicas de que existe un constituyente fundamental en el universo, hasta ahora no considerado como tal: la información.
En “Signature in the Cell”, Meyer trata de reunir todos los datos para él relevantes, obtenidos en los estudios científicos de los últimos tiempos, que le permitan demostrar la existencia de una inteligencia que ha guiado los caminos que las formas de vida han seguido.
Meyer defiende que el universo está compuesto por materia, energía, y por la información, que es la que ordena la materia y la energía y, por tanto, la que sería responsable de la aparición de la vida.
Análisis probabilísticos
¿Pero cómo puede la información ordenar a los otros dos componentes fundamentales del universo? En el caso de las células, esa información es portada por el ADN, que funcionaría como un programa informático o software, un programador maestro de vida.
Según se explica en la web del Center for Science and Culture, para explicar esta “acción” de una inteligencia sobre las células, el enfoque de “Signatura in the Cell” se acerca a las investigaciones previas en la “detección” del diseño inteligente, realizadas en la última década por el matemático William Dembski.
Tanto Dembski y Meyer se han basado, al menos en parte, en el análisis probabilístico para determinar si ciertos fenómenos podrían ser mejor explicados como productos aleatorios del “azar y de la necesidad” o como fruto de un diseño inteligente.
Meyer ha aplicado estas herramientas estadísticas en su obra para buscar y sustentar su examen de la naturaleza de la información codificada en el ADN, cómo ésta es procesada en la célula, y cómo pudieron surgir esa información y su sistema de procesamiento.
Es decir, que el libro aborda la cuestión del “origen de la vida”, desde la perspectiva de la bioquímica molecular del ADN y del ARN, los procesos celulares por los que las moléculas se replican, y los mecanismos por los cuales los millones de proteínas necesarias para la función celular son producidas.
Misterio explicado en términos informáticos
El autor afirma en “Signature in the Cell” que, en la teoría de la evolución, Charles Darwin nunca pretendió descubrir el misterio del origen de la información biológica. Para el naturalista inglés, dicho origen resultó siempre un misterio impenetrable.
Sin embargo, desde que en los años cincuenta del siglo pasado se revelase la existencia de un código digital en el ADN, se ha descubierto que las células contienen un sistema técnico complejo de procesamiento y almacenamiento de información, que hace que éstas funcionen como un sistema informático avanzado, aunque con una eficiencia y una flexibilidad mucho mayores que la de cualquier ordenador.
A partir de la reunión de datos relacionados con dicho funcionamiento, procedentes de diversos campos científicos, Stephen Meyer afirma que el “sistema operativo” presente en el genoma incluye códigos, procesamiento digital o sistemas de almacenamiento.
Utilizando términos tomados de las ciencias computacionales, el autor desarrolla en su libro el argumento de que la mejor explicación posible para toda esta “inteligencia” celular sería la del diseño inteligente.
Renacer de la teleología
El debate sobre la existencia o no de un diseño inteligente está siendo especialmente intenso en Estados Unidos en los últimos años, pero se está extendiendo también a otros países, especialmente a Inglaterra, en general a través de la influencia de las iglesias evangélicas y otros grupos religiosos fundamentalistas.
Pero no es un debate nuevo, tal y como explicó Juan Antonio Roldán en un artículo anterior de Tendencias21, puesto que responde a las ideas filosófico-teístas de la llamada teleología.
Este renacer actual de la teleología se explica por el hecho de que la ciencia parece haber introducido nuevos resultados a considerar, como los aportados por Meyer. Pero la solución final, si es que la hubiese, parece seguir estando muy lejos.
En esta moderna revisión teleológica entran en juego tres conceptos a distinguir, y que suelen estar enfrentados: el creacionismo (fundamentalismo protestante que niega el hecho mismo de la evolución y trata de rebatir a Darwin); el diseño inteligente en sentido fuerte (un nuevo concepto que esconde las mismas posiciones del creacionismo, aunque camufladas en moderna pseudociencia) y el diseño inteligente en sentido débil (se admite la evolución pero en ella se argumenta la existencia de un diseño racional que conduce a un teísmo evolutivo en que Dios crea y diseña por medio de la evolución), señala Roldán.