Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión.
Escuela Técnica Superior de Ingeniería.
Universidad Pontificia de Comillas. En preparación hasta el 1.04.2006.
El sentido de la experiencia humana es crear el universo, explica en la siguiente entrevista el filósofo estadounidense Andrew Cohen, fundador de la emblemática revista "What is enlightenment", hoy punto de encuentro de pensadores, científicos y místicos interesados en la experiencia humana y en la conciencia. Cohen, cuya pensamiento recoge elementos de la tradición religiosa cristiana en general, así como del budismo o del new age, añade que después de la ruptura con las tradiciones que se produjo en los años 60, se ha desarrollado una espiritualidad demasiado personal y que lo que tenemos que hacer ahora es crear un contexto más amplio para abrazar el futuro. Considera asimismo que el Dios mítico se ha caído del cielo, pero que está empezando a despertarse a sí mismo dentro de cada persona. El próximo salto en la evolución de la conciencia, señala Cohen, es un salto más allá de la individualidad.
La obra científica y filosófica de Whitehead ha marcado en los Estados Unidos una de las tendencias más importantes en el diálogo ciencia-religión durante todo el siglo XX, que va unida a la llamada filosofía y teología del proceso. Para Whitehead, la teología cristiana tradicional respondió a la metafísica de un ser absoluto, todopoderoso y omnisciente, fuente única de todo ser. En consecuencia, considera que esta idea de Dios debe ser sustituida por la de un Dios del proceso que dará lugar a una reinterpretación de las enseñanzas de Cristo. Y aunque la teología católica fue siempre remisa a emprender un diálogo a fondo con la teología del proceso, un mayor interés hacia ella hubiera podido enriquecer muchos contenidos de la teología católica moderna y cristiana en general.
El modelo cosmológico estándar integra la teoría del big bang como uno de sus supuestos básicos. Aunque cada día hay más evidencias de su validez, también ha sido y sigue siendo criticado, aunque ninguna alternativa pueda hasta el momento derribarlo. La existencia de teorías alternativas y su posible concordancia con las evidencias empíricas, así como cuerpos de teorías especulativas que abrirían nuevas perspectivas, debe hacernos entender que el modelo cosmológico estándar no es un conocimiento absoluto, sino la hipótesis teórica más probable. En la actualidad, como en el siglo XIX, la explicación final del universo sigue siendo un enigma debatido que permite posiciones divergentes.
Un artículo de Fatima Agha Al-Hayani publicado en la revista internacional Zygon de Chicago (vol. 40. n. 3, september 2005), titulado "Islam and Science: Contradiction or Concordance", no sólo intenta tomar posición ante esta alternativa, sino que muestra un deseo manifiesto de que la razón asuma en el islam el papel que la tradición más antigua le concedió. Este deseo esconde la esperanza de que razón pudiera iluminar el camino hacia un ámbito de concordancia con el mundo occidental. ¿Es esto posible? Las consideraciones de Al-Hayani nos permiten valorarlas y discutirlas, sin duda desde el mismo anhelo de que la razón, y en especial la razón científica, nos acerquen hacia la necesaria concordancia intercultural.
Para el matemático y cosmólogo Brian Swimme, el universo es una revelación continua y radiante. Contemplarlo es un suceso místico y estático. Especialista de las dinámicas evolutivas del universo, Swimme revela en esta entrevista la enorme influencia que Pierre Teilhard de Chardin ha tenido en su propio pensamiento. Swimme analiza quién fue el personaje histórico de Teilhard, sus aportaciones más relevantes, y el significado de sus propuestas en un momento de crisis global. La síntesis de lo divino y lo material se refleja en la evolución, un proceso continuo de la materia hacia la máxima complejidad-conciencia o Punto Omega. Pero este estado no se halla sólo en el futuro, sino que influiría en nuestro presente, forzando continuamente a la materia a ser cada vez más compleja y consciente.
La ciencia busca siempre explicar los hechos de experiencia inmediata. La experiencia de la visión es inicialmente una incuestionable experiencia fenomenológica. El problema al que se enfrenta la ciencia de la visión es ofrecer una explicación de las causas que producen la visión en los seres vivos y de la naturaleza misma del proceso de la visión. La solución en la ciencia de la visión ordinaria ha sido hasta ahora el constructivismo: la imagen sería un mundo “construido” neuronalmente en nuestras cabezas. Frente a esto, la protesta experiencial de las teorías fenomenológicas de la “percepción directa” ha contado hasta ahora con un débil soporte científico. Sin embargo, las tendencias actuales hacia una biofísica holísta dejan abiertas posibles hipótesis que permitirían un futuro replanteamiento de la naturaleza u ontología real de la visión como “percepción directa”.
La filosofía depende hoy de la idea del mundo elaborada por la física, como ciencia fundamental. Por ello, las decisivas aportaciones de Einstein a la física tienen una repercusión inmediata sobre el discurso filosófico. Este discurso tuvo en Einstein un incuestionable carácter teísta. Y aunque la posición estrictamente determinista de Einstein le conducía a reconocer la autolimitación del posible Dios en el mundo, la ciencia física ha evolucionado más bien en la línea del indeterminismo, configurando la imagen de un universo abierto que permite entender tanto la libertad de la acción humana como de la acción divina en el universo. Sin pretenderlo, Einstein anticipó así la ciencia que quiso refutar.
La religión vive un momento de resurgimiento social que tiene su explicación en la crisis de nuestra civilización, señala el historiador norteamericano Alexander Saxton al comentar su nuevo libro, "Religion and the human prospect". Saxton considera que el cambio en las creencias religiosas es irreversible porque los creyentes no están más a salvo que los ateos de las consecuencias de nuestros actos sobre el mundo. El verdadero enemigo (que siempre se representa por el diablo) ya no son los “otros”, sino la amenaza que se cierne sobre el planeta: la extinción de sus recursos y de las formas de vida que lo pueblan. La solución pasa por la cooperación entre creyentes de cualquier religión y no creyentes, para extender una forma de vida en la Tierra que sea sostenible y que asegure nuestra supervivencia.
Un libro del profesor de la universidad de Columbia, Richard P. Sloan, arremete contra la ciencia que se dedica a estudiar sociológicamente la experiencia religiosa, argumentando que no se puede limitar a mediciones empíricas sin que pierda sus características esenciales. Asimismo, Sloan advierte del peligro que podría suponer que la ciencia “demostrara” que unas religiones son mejores que otras, por ejemplo para la salud, lo que sin duda aumentaría el abismo entre las diversas creencias religiosas. Comentando el libro de Sloan, The Guardian señala que, aunque la ciencia y la religión no debieran inmiscuirse una en el terreno de la otra, ambas podrían ser estudiadas como entornos sociales: la ciencia tiene sus mitos, y la religión intenta promocionarse siguiendo estrategias muy racionales.