Científicos del Centro Nacional Espacial de Dinamarca aseguran que nuestras emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera tienen un efecto mínimo en la transformación del clima terrestre en comparación con otro factor, mucho más radical pero natural: los rayos cósmicos procedentes de la explosión de estrellas y que llegan a la atmósfera de la Tierra con mayor o menor intensidad dependiendo del campo magnético del Sol, que puede repelerlos a su vez con mayor o menor fuerza antes de que nos alcancen. Mediciones de dos décadas vía satélite han demostrado que existe un vínculo directo entre la intensidad de dicha incidencia de rayos cósmicos y el clima terrestre, que se vuelve más frío o más cálido en función de la cantidad de nubes que se forman. Otras investigaciones recientes refuerzan el descubrimiento danés, que ha suscitado cierta polémica en la comunidad científica.
Investigadores alemanes han comprobado en ratones la conexión entre el sistema inmune y el sistema nervioso, confirmando así que las defensas del sistema inmunitario están, al menos parcialmente, influenciadas por el sistema nervioso. Estudiando los vasos sanguíneos y linfáticos que rodean los intestinos de los ratones, científicos del Helmholtz Centre for Infection Research pudieron ver, a través del microscopio y con técnicas de marcación, que las células más importantes del sistema inmunológico forman conexiones con los nervios. Por otro lado, descubrieron también que algunos nervios culminan en las glándulas linfáticas de los intestinos, y que las células del sistema inmune pueden reconocer a los transmisores o sustancias mensajeras del sistema nervioso.
Físicos franceses han realizado con éxito un experimento propuesto por John Wheeler en 1978 y comprobado que el fotón se manifiesta como una onda cuando se ha decidido observar un comportamiento ondulatorio y que se comporta como una partícula cuando se ha decidido observar un comportamiento corpuscular, incluso cuando la pretensión del observador se retrasa al máximo y se ejerce de forma aleatoria. El experimento acentúa la controversia sobre la influencia del observador o medidor en la mecánica cuántica, ya que si alguna fuente concebible estaba informando secretamente al fotón, debió mandarle un mensaje que viajaba más rápido que la velocidad de la luz, algo físicamente inconcebible desde la perspectiva de la teoría de la relatividad, según el director de esta investigación.
Un equipo de neurocientíficos ha conseguido por vez primera conocer las intenciones de un equipo de voluntarios ante dos posibles tareas, sólo gracias a imágenes de resonancia magnética de sus cerebros. Los patrones de actividad cerebral fueron decodificados gracias a un software y traducidos a pensamientos significativos, con un 70% de aciertos. Las implicaciones de este logro científico abren diversos tipos de posibilidades de aplicación: detección de intenciones criminales o posibilidad de controlar ordenadores y máquinas con la mente, entre otras. Sin embargo, el debate es inevitable: ¿tenemos derecho a conocer por esta vía los pensamientos de otros?
Físicos norteamericanos han detectado huellas de dimensiones adicionales en el Universo, analizando los datos de los primeros momentos de la formación del Universo obtenidos mediante satélites. Utilizando geometrías matemáticas simples, han podido reconstruir un mapa de energía alternativo de aquellos momentos primigenios en el que se aprecian indicios de al menos otras siete dimensiones. Aunque los datos obtenidos no pueden considerarse concluyentes, de confirmarse demostrarían la validez de la Teoría de las Supercuerdas.
Un equipo internacional de físicos ha conseguido generar en laboratorio la intricación cuántica de seis fotones, realizando así el experimento de pensamiento conocido como gato de Schrödinger. Este resultado, que constituye todo un récord de la física de partículas, abre las puertas a una futura experimentación con los llamados qubits (unidades cuánticas de información), que son la base de los pretendidos ordenadores cuánticos. La mecánica cuántica aplicada al procesamiento de información computacional aún no ha podido convertirse en una realidad por problemas inherentes al propio funcionamiento de las partículas subatómicas, pero esta limitación está ahora más cerca de ser superada.
El físico español Miguel Maravall, del Instituto de Neurociencias de Alicante, ha liderado una investigación internacional sobre el sistema táctil de las ratas a través de la cual se ha observado cómo las neuronas del sistema táctil hacen cálculos estadísticos para adaptarse al entorno. En la siguiente entrevista, Maravall explica cómo se ha obtenido este resultado y describe cómo es el funcionamiento de las neuronas del sistema táctil. Concluye que ahora “entendemos mejor cómo representan las neuronas el medio”. Destaca asimismo que el funcionamiento de las neuronas requiere herramientas matemáticas para ser explicado y que todavía queda por descubrir si las neuronas de la corteza son las únicas que se comportan así o si el fenómeno aparece más “temprano”, es decir, en zonas del sistema en donde la información aparece menos elaborada.
La amnesia ocasionada por daños en la región cerebral del hipocampo puede afectar también a la capacidad de imaginarse el futuro, acaba de demostrar un estudio realizado en el Reino Unido. Un grupo de voluntarios enfermos de amnesia sometidos a una serie de pruebas fueron incapaces de imaginarse situaciones futuras, bastante corrientes, como el reencuentro con un amigo, en contraposición a otro grupo de voluntarios, que no padecían la enfermedad. Los resultados sugieren que el hipocampo, que se relaciona con la capacidad de memoria a largo plazo, tiene una función más amplia de lo que hasta ahora se creía.
El acelerador de partículas más potente del mundo, el Tevatron, perteneciente al Fermi National Accelarator Laboratory de Chicago, ha logrado medir de la manera más precisa hasta la fecha, la masa de una partícula subatómica llamada bosón W, una de las mediadoras de la llamada interacción nuclear débil. Esta masa está directamente relacionada con la de otra partícula subatómica, misteriosa y evasiva, el bosón de Higgs, rebautizado como “partícula divina” porque teóricamente se cree que permea todo el universo y da masa al resto de las partículas subatómicas, incluyéndose a sí misma. Poder definir la masa y la posición del bosón de Higgs supondría un logro científico sin precedentes que supondría hallar la clave perdida del Modelo Estándar de la física de partículas actual.
Científicos de la universidad norteamericana de Wisconsin-Madison han descubierto, gracias a la técnica de estimulación magnética transcraneal o TMS, que un área del cerebro muy concreta, el girus frontal inferior, podría jugar un importante papel en el control de algunos recuerdos capaces de borrar otros: las interferencias proactivas. Estas interferencias son las causantes de confusiones y tropiezos de la memoria. La localización del área que las controla podría ayudar a comprender ciertos problemas de la memoria.