La determinación iraní de dotarse de energía nuclear, cuando se cumplen 20 años de la catástrofe de Chernobil, desvela la recuperación de la opción nuclear como alternativa energética. La percepción de los riesgos derivados del uso de esta energía ha disminuido desde 1986, a pesar de que subsisten las cuestiones pendientes de los desechos: hoy se considera que la seguridad de las centrales ha aumentado y que la energía nuclear es más limpia que la de origen fósil. La amenaza de un posible agotamiento de los hidrocarburos refuerza el interés por el átomo, al mismo tiempo que la creciente demanda china e hindú de energía fósil, aconseja nuevas fuentes de energía para disminuir la presión sobre los recursos de petróleo. Las potencias están de acuerdo en fomentar el recurso al átomo en el tercer mundo, pero con garantías de no proliferación nuclear, tal como lo señala The Global Nuclear Energy Partnership. La falta de garantías respecto a esta proliferación constituye el obstáculo iraní, que se ha convertido así en un símbolo inadmisible en el nuevo esquema energético global.
RenuclearesEduardo Martínez
15/04/2006
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