Los empleados de compañías que voluntariamente han adoptado prácticas y estándares ecológicos internacionales son un 16% más productivos que la media, revela un estudio realizado por especialistas de la Universidad de California en Los Ángeles, en Estados Unidos. La razón para esta diferencia: este tipo de medidas promueven el compromiso de los empleados y su salud, así como la cooperación entre los trabajadores. El resultado es un aumento de la producción en los centros de trabajo.
La recompensa es más efectiva que el castigo para forjar la cooperación humana y asegurar el bien común, señala una investigación realizada por científicos de la Universidad de Harvard y de la Escuela de Economía de Estocolmo. En el estudio, casi 200 personas participaron en juegos de bienes públicos, cuyos resultados demostraron que es la recompensa –y no el castigo- lo que provoca que la gente coopere por el bien común, y que aquéllos más reticentes a ayudar cambien y mejoren sus actitudes.
Limitar los productos contaminantes en una fábrica, crear las condiciones de trabajo adecuadas o introducir productos en el mercado en cuya elaboración no se han visto involucrados niños, son factores que pueden afectar a los beneficios de una empresa. Según varios estudios llevados a cabo por un estudiante de doctorado de la Universidad de Groningen, Holanda, la responsabilidad social corporativa incrementa el valor de la empresa. Sostiene, además, que, bien gestionada, esta práctica mejora la rentabilidad a largo plazo. Las grandes empresas ya trabajan en este sentido, dejando de percibir la responsabilidad social como “filantropía” e introduciéndola en el corazón de su estrategia.