La conciencia de que el humano es un ser inacabado es el germen del humano posthumano, que ya está próximo y alejado de los arcaicos conceptos de bien y mal y de la ilusión del libre albedrío.
Si el paradigma actual nos conduce a la extinción, hoy existe el poder de evitarlo. Si el Homo Sapiens es un animal, se puede y se debe mejorar en el sentido de mitigar sus tendencias negativas y potenciar las positivas ¿Por qué no hacerlo?
El mundo de 2030 será radicalmente distinto al de hoy: la condición humana mejorará a lo largo de todo el planeta y veremos más transformaciones tecnológicas que en los últimos 200 años. Empezará la colonización de Marte, la Inteligencia Artificial superará a la humana y exploraremos alguna forma de inmortalidad.
Si aplicamos la empatía y la consciencia humana a la Robótica y la Inteligencia Artificial seremos capaces de superar los principales retos que hoy afrontamos como especie, se puso de manifiesto en la cumbre futurista mundial Transvision2018, celebrada en Madrid con la participación de destacados expertos en ultratecnologías.
Solamente en un mundo asentado en raíces biofilosóficas, la Tierra tiene aún una oportunidad de salir adelante, porque en el Homo Sapiens, absolutamente todos sus hechos, tienen naturaleza biológica. Una contribución para el Club Nuevo Mundo.
El humanismo clásico se ha convertido en un espectáculo de masas en el que el fútbol ha sustituido al circo romano. El Homo Sapiens recupera los instintos propios del primate depredador que es. Y el mundo globalizado forma una remezcla de la que surge el subhumano, adorador del dios dinero, ahora envuelto en un manto tecnológico.
El nihilismo, que otorga a la vida valor de nada, no es hoy un fenómeno exclusivo de Occidente, sino que incluye todo el pensamiento religioso negativo y expresa la lógica decadente del pensamiento humano. Señala una vida gobernada por unos valores suprasensibles e intangibles que se encarnan en la sacralización del poder político y en las más modernas formas de terrorismo.
La condición humana está marcada hoy por la avaricia y la codicia, convertidas en valores por el pensamiento liberal dominante. Su implantación ha dado lugar a la corrupción política, consagrada por las mayorías parlamentarias. Este comportamiento tiene una arquitectura cerebral que las neurociencias podrían explicar y atemperar.
La caída de la Modernidad empezó en Auschwitz y se aceleró con la caída del Muro de Berlín. El Homo ya piensa poco. Goza, sobrevive, malvive o muere en un mundo injusto y muy desigual que carece de sentido. El estado general por el que atraviesa hoy la humanidad y su casa, esto es la Tierra, es de agotamiento. Estamos al final de algo que afecta al Homo Sapiens y a Gaia.
Gracias a las dificultades de la vida nuestra especie ha alcanzado el cerebro más grande de los mamíferos. Una combinación de entornos difíciles y procesos culturales causó la expansión del encéfalo humano. La cooperación y la competencia entre grupos no han aumentado el tamaño del cerebro, sino que lo han disminuido.