Mientras las “culturas” de otras especies animales se basan exclusivamente en la imitación y otros procesos de aprovechamiento, las culturas humanas no sólo entrañan aprovechar sino, fundamentalmente, cooperar. El Homo Sapiens está adaptado para actuar y pensar cooperativamente en grupos culturales hasta un grado desconocido en otras especies. De hecho, las hazañas cognitivas más formidables de nuestra especie, sin excepción, no son producto de individuos que obraron solos, sino de individuos que interactuaban entre sí, y lo dicho vale para las tecnologías complejas, los símbolos lingüísticos y matemáticos, y las más complicadas instituciones sociales.
La evolución darwiniana reciente ha dado paso al dominio de grandes multinacionales llamadas corporatocracias antropotécnicas, que no son nuevas sino por su tamaño. Estas corporaciones viven de la explotación de las nuevas y tradicionales tecnologías y compiten fuertemente entre ellas. Pero también se alían entre sí para destruir las resistencias a su conquista del poder mundial. Por todo el mundo, esta corporatocracia tecnológica reemplaza las antiguas estructuras de la democracia y la tecnocracia estatal. Tras la crisis financiera, la corporatocracia antropotécnica americana se apoderó de gran parte de los recursos mundiales. Pero su conquista de los mercados globales está amenazada por China, que posee también su propia corporatocracia. Aunque su influencia es todavía menor, África está pasando bajo su control. Estaa competencia entre corporatocracias aumenta el riesgo civilizacional, ya que entre sus estrategias no figuran los intereses globales de la Tierra y de sus especies.
La actual situación que vivimos de “democracia mediática” de la televisión, la del poder diluido, la de los “doctores spin”, la política y la comunicación basura son el epígono, la degeneración final y definitiva del modelo político liberal. Como si con el decaer del siglo pasado y el nacimiento del actual siglo XXI hubiese sucedido igual que en otro radical cambio de época, vivimos un tiempo en el que, caducadas las viejas creencias, la batalla definitiva se da en provocar el cambio de mentalidad y percepción en los propios agentes políticos. Las herramientas de gestión de intangibles, de la reputación, de la crisis y sobre todo de la Responsabilidad Social Corporativa, pueden posibilitar la recuperación de la Democracia, elaborar alternativas y salidas teóricas y prácticas a los tiempos oscuros que estamos viviendo.
La característica común de las ideologías es el pensamiento dualista, ligado al funcionamiento de determinadas regiones de la corteza cerebral. La ideología mostraría la misma estructura que la esquizofrenia: la historia no se vive, sino que se sueña. Esta visión dualista del mundo, al ser más simple, es fácilmente adoptada por la mayoría de la población, donde queda asentada emocionalmente. Corremos así el peligro de volver a vivir cualquier otra ideología con sus nefastas consecuencias.
La reciente reunión mundial en Copenhague sobre cambio climático ha mostrado de nuevo el mundo al que vamos, en el que el poder de decisión y actuación está en manos de los países más poblados y con economías más boyantes. China, Rusia e India se han puesto de acuerdo con los Estados Unidos al margen de todos los demás países presentes. Esta será la fórmula para las decisiones futuras. Las Naciones Unidas hace tiempo que son un convidado de piedra y Europa pierde presencia y poder día a día. Se podría decir que necesitamos hoy más que nunca una nueva Gobernanza y una nueva Geopolítica. Algunas tendencias actuales muestran lo complicado de la situación.
¿Se puede ser hoy darwinista y cristiano? ¿Tiene el hombre un ancestro común con el chimpancé? Yo creo que se puede responder con un sí a las dos preguntas. Añadiendo algún matiz en cada caso. Por otra parte, ¿quién puede decir que no va a aparecer una teoría más completa que el darwinismo? Sin duda que no tiene la última palabra y que van a producirse novedades espectaculares en la teoría de la evolución y seguramente en el siglo XXI. Como ha sucedido varias veces con la Física después de Newton. Al fin y al cabo el darwinismo sólo data de ciento cincuenta años.
La especie humana está en peligro y necesita curar su alma para sobrevivir, lo que sólo se puede conseguir con la ayuda del espíritu. Cuerpo, alma y espíritu son nociones ancestrales presentes en todas las creencias, pero después de la primera mundialización el espíritu humano quedó fracturado: se descuidó la naturaleza y se olvidó la espiritualidad. El lugar del renacimiento del amor escondido desde hace tanto tiempo, esperando la oportunidad de demostrar su permanencia, no puede ser otro que España.
El proceso creador está situado en el “borde del caos”. Emerge a partir de la “contradicción interna” entre elementos que se encuentran simultáneamente tanto en cooperación como en competencia. Un ejemplo lo constituye la evolución biológica, en donde hubo un proceso de innovación evolutiva seguida de otro proceso de extinción masiva. Otro ejemplo involucra la innovación tecnológica de las sociedades industriales: al principio, surgen algunos diseños diferentes (de bicicletas, automóviles, teléfonos celulares, computadoras), todos igualmente viables y –transcurrido un cierto tiempo– se produce una sobreabundancia de formas, sobreviven unas pocas de ellas y la innovación se focaliza en los relativamente pocos diseños que quedan. Ambos procesos son eminentemente creativos…
La nueva gripe lo único que tiene de novedad es una cepa y su mortalidad es mucho más baja que la periódica gripe estacional. Para que la OMS pudiese declararla como pandemia debió cambiar la definición de este término. Y EE.UU. se declaró en “estado de emergencia sanitaria nacional” cuando en todo el país sólo había habido 20 personas infectadas de la nueva gripe y ninguna de ellas había muerto. Lo más terrible fue que la filial austríaca de la farmacéutica norteamericana Baxter distribuyó en enero pasado vacunas contaminadas que, si no hubieran sido descubiertas, habrían matado a miles de personas en la Europa del Este. La pandemia se habría convertido de declaración oficial en drama real.
Lo que conocemos como realidad es el resultado de una serie de interacciones entre los circuitos y trazas neuronales del cerebro y el mundo exterior. De esta interacción surge una sola representación mental o “realidad” de cada individuo en su particular universo, entre las potenciales realidades que se derivan de todas las posibles interacciones del cerebro con el entorno. De esta forma surge la metáfora del cerebro como sintonizador o detector/creador de realidad, si bien su capacidad para apreciar la “realidad total” es limitada porque depende de la cantidad de interacciones, directas o indirectas, que puede establecer nuestro cerebro con el mundo exterior o Todo.