Estatua de Albert Einstein. Foto: dbking. Everystockphoto.
David Masci, investigador del Pew Forum on Religion and Public Life de Estados Unidos, afirma en un artículo reciente que más de la mitad de los científicos estadounidenses cree en Dios o en un poder superior.
Masci señala que, un siglo y medio después de la publicación de “El origen de las especies” de Charles Darwin, la inmensa mayoría de los científicos ha aceptado la teoría de la evolución darwiniana como base esencial para la comprensión del desarrollo de la vida en la Tierra.
Sin embargo, y a pesar de que a menudo es presentada como contraria a la religión, esta teoría no ha acabado con la fe religiosa en la comunidad científica.
Pocos cambios en cien años
Según una encuesta realizada para la American Association for the Advancement of Science (AAAS) por el Pew Research Center en mayo y junio de 2009, concretamente un 51% de los científicos norteamericanos afirmó creer en Dios o en un poder superior, mientras que el 41% restante se declaró ateo.
Masci afirma que, por tanto, los científicos no tienden en la actualidad a creer menos en Dios que hace cien años, momento en que se realizó la primera encuesta sobre el tema en la comunidad científica estadounidense.
En 1914, cuatro décadas antes de que se descubriera la estructura del ADN, un psicólogo llamado James Leuba preguntó a 1.000 científicos norteamericanos lo que pensaban de Dios.
Las respuestas demostraron que la comunidad científica se encontraba ya entonces dividida a este respecto: el 42% de los encuestados respondió que creía en un Dios personal, y el mismo porcentaje afirmó que no creía.
Desde entonces, la ciencia ha avanzado en muchos sentidos, pero el porcentaje de científicos creyentes ha aumentado, según los resultados actuales del Pew Forum.
Menos religiosos que el resto
De cualquier forma, explica Masci, la comunidad científica es mucho menos religiosa que el público general. En encuestas anteriores realizadas por el Pew Forum, se ha revelado que el 95% de los adultos norteamericanos afirman creen en alguna forma de deidad o en un poder superior.
Asimismo, la población estadounidense no comparte con los científicos la certeza sobre la evolución. Así, mientras el 87% de los científicos afirma que la vida evolucionó a lo largo del tiempo siguiendo procesos naturales, sólo el 32% del público cree que esto es cierto, reveló otra encuesta del Pew Forum realizada en 2009.
Por otro lado, dado que los científicos son mucho menos propicios que el público general a creen en Dios, no resulta sorprendente que el porcentaje de éstos adscritos a una religión particular sea también más bajo que el del resto de la población estadounidense.
Según Masci, casi la mitad de los científicos norteamericanos afirma no tener ninguna afiliación religiosa particular, y se describen como ateos, agnósticos o como nada concreto (en comparación con el 17% del resto de los estadounidenses).
En Estados Unidos, entre los científicos hay de hecho muchos menos protestantes (21%) y católicos (10%) que entre el público general: el 51% de los norteamericanos se declara protestante, y un 24% católicos.
Por otra parte, sólo el 4% de los científicos afirma ser protestante evangelista, frente al 28% del resto de la población. La excepción a esta situación la representan los judíos: un 8% de los científicos se adscribe a esta religión, frente a un 2% de judíos de la población norteamericana general.
Fe y dedicación
Un dato curioso que se desprende de la encuesta del Pew Forum, es que los niveles de fe religiosa entre los científicos varían bastante en función de la especialidad a la que éstos se dediquen.
Así, los químicos, por ejemplo, son más propicios a creer en Dios (un 41% de ellos), que los biólogos y los médicos (32%).
La edad también supone alguna diferencia: los científicos más jóvenes (de entre 18 y 34 años) tienden más que los científicos mayores a creer en Dios o en un poder superior.
La pregunta que lanza Masci a partir del análisis de estos resultados es la siguiente: si una parte sustancial de la comunidad científica está formada por creyentes, ¿por qué tanta gente cree que la religión y la teoría de la evolución son incompatibles?
Conflicto entre evolución y fe
Según el investigador, la respuesta podría estar en el hecho de que científicos de fama mundial, como el biólogo Stephen Jay Gould o el físico británico Stephen Hawking, hayan sido reconocidos ateos o agnósticos. En la posición contraria, sin embargo, Francis Collins, antiguo director del Proyecto Genoma Humano, es un cristiano evangelista que habla públicamente de su fe.
Trasladándose al pasado para tratar de entender esta discordia, Masci hace referencia al propio Darwin, cuyas cartas indican que, probablemente, fuera agnóstico. Pero Darwin no perdió su fe a raíz de sus descubrimientos científicos, señala Masci, sino por el dolor que le ocasionó la pérdida de su hija predilecta, de diez años de edad, en 1851. A pesar de los resultados de la encuesta del Pew Forum, por tanto, la pregunta queda sin resolverse.
Hace poco, Michael Shermer, editor de Skeptic magazine y escritor, propuso seis razones por las que, a su juicio, evolución y fe parecen irreconciliables: el conflicto existente entre religión y ciencia; la creencia en que la evolución es una amenaza para las doctrinas religiosas; la existencia de una mala interpretación de la teoría de la evolución; el temor a que la evolución degrade a la humanidad; la relación entre la teoría de la evolución y el nihilismo ético y, por último, el miedo a que la teoría evolutiva extendida en el pensamiento humano implique el fallo de las doctrinas políticas y económicas, dado que la constitución de la humanidad es más fuerte que la constitución de los Estados.
Masci señala que, un siglo y medio después de la publicación de “El origen de las especies” de Charles Darwin, la inmensa mayoría de los científicos ha aceptado la teoría de la evolución darwiniana como base esencial para la comprensión del desarrollo de la vida en la Tierra.
Sin embargo, y a pesar de que a menudo es presentada como contraria a la religión, esta teoría no ha acabado con la fe religiosa en la comunidad científica.
Pocos cambios en cien años
Según una encuesta realizada para la American Association for the Advancement of Science (AAAS) por el Pew Research Center en mayo y junio de 2009, concretamente un 51% de los científicos norteamericanos afirmó creer en Dios o en un poder superior, mientras que el 41% restante se declaró ateo.
Masci afirma que, por tanto, los científicos no tienden en la actualidad a creer menos en Dios que hace cien años, momento en que se realizó la primera encuesta sobre el tema en la comunidad científica estadounidense.
En 1914, cuatro décadas antes de que se descubriera la estructura del ADN, un psicólogo llamado James Leuba preguntó a 1.000 científicos norteamericanos lo que pensaban de Dios.
Las respuestas demostraron que la comunidad científica se encontraba ya entonces dividida a este respecto: el 42% de los encuestados respondió que creía en un Dios personal, y el mismo porcentaje afirmó que no creía.
Desde entonces, la ciencia ha avanzado en muchos sentidos, pero el porcentaje de científicos creyentes ha aumentado, según los resultados actuales del Pew Forum.
Menos religiosos que el resto
De cualquier forma, explica Masci, la comunidad científica es mucho menos religiosa que el público general. En encuestas anteriores realizadas por el Pew Forum, se ha revelado que el 95% de los adultos norteamericanos afirman creen en alguna forma de deidad o en un poder superior.
Asimismo, la población estadounidense no comparte con los científicos la certeza sobre la evolución. Así, mientras el 87% de los científicos afirma que la vida evolucionó a lo largo del tiempo siguiendo procesos naturales, sólo el 32% del público cree que esto es cierto, reveló otra encuesta del Pew Forum realizada en 2009.
Por otro lado, dado que los científicos son mucho menos propicios que el público general a creen en Dios, no resulta sorprendente que el porcentaje de éstos adscritos a una religión particular sea también más bajo que el del resto de la población estadounidense.
Según Masci, casi la mitad de los científicos norteamericanos afirma no tener ninguna afiliación religiosa particular, y se describen como ateos, agnósticos o como nada concreto (en comparación con el 17% del resto de los estadounidenses).
En Estados Unidos, entre los científicos hay de hecho muchos menos protestantes (21%) y católicos (10%) que entre el público general: el 51% de los norteamericanos se declara protestante, y un 24% católicos.
Por otra parte, sólo el 4% de los científicos afirma ser protestante evangelista, frente al 28% del resto de la población. La excepción a esta situación la representan los judíos: un 8% de los científicos se adscribe a esta religión, frente a un 2% de judíos de la población norteamericana general.
Fe y dedicación
Un dato curioso que se desprende de la encuesta del Pew Forum, es que los niveles de fe religiosa entre los científicos varían bastante en función de la especialidad a la que éstos se dediquen.
Así, los químicos, por ejemplo, son más propicios a creer en Dios (un 41% de ellos), que los biólogos y los médicos (32%).
La edad también supone alguna diferencia: los científicos más jóvenes (de entre 18 y 34 años) tienden más que los científicos mayores a creer en Dios o en un poder superior.
La pregunta que lanza Masci a partir del análisis de estos resultados es la siguiente: si una parte sustancial de la comunidad científica está formada por creyentes, ¿por qué tanta gente cree que la religión y la teoría de la evolución son incompatibles?
Conflicto entre evolución y fe
Según el investigador, la respuesta podría estar en el hecho de que científicos de fama mundial, como el biólogo Stephen Jay Gould o el físico británico Stephen Hawking, hayan sido reconocidos ateos o agnósticos. En la posición contraria, sin embargo, Francis Collins, antiguo director del Proyecto Genoma Humano, es un cristiano evangelista que habla públicamente de su fe.
Trasladándose al pasado para tratar de entender esta discordia, Masci hace referencia al propio Darwin, cuyas cartas indican que, probablemente, fuera agnóstico. Pero Darwin no perdió su fe a raíz de sus descubrimientos científicos, señala Masci, sino por el dolor que le ocasionó la pérdida de su hija predilecta, de diez años de edad, en 1851. A pesar de los resultados de la encuesta del Pew Forum, por tanto, la pregunta queda sin resolverse.
Hace poco, Michael Shermer, editor de Skeptic magazine y escritor, propuso seis razones por las que, a su juicio, evolución y fe parecen irreconciliables: el conflicto existente entre religión y ciencia; la creencia en que la evolución es una amenaza para las doctrinas religiosas; la existencia de una mala interpretación de la teoría de la evolución; el temor a que la evolución degrade a la humanidad; la relación entre la teoría de la evolución y el nihilismo ético y, por último, el miedo a que la teoría evolutiva extendida en el pensamiento humano implique el fallo de las doctrinas políticas y económicas, dado que la constitución de la humanidad es más fuerte que la constitución de los Estados.