El consumo de lo que somos. Muestra de poesía ecológica hispánica contemporánea (Amargord, 2014), es una antología para no suprimir la otredad -sean los pobres, animales o plantas-, para promover una búsqueda de conexiones motivada por el creciente interés por temas ambientales y por la desacelerada atención a la vida humana y más que humana.
Al menos eso es para mí esta valiente colección que arma el dinámico autor de El mundo más que humano en la poesía de Pablo Antonio Cuadra (2002) y Arando el aire: la ecología en la poesía y la música de Nicaragua (2011), Steven White.
Primero, es una antología de apenas cinco poetas provenientes de los más diversos puntos de la geografía hispanoamericana y también de España: la poesía mapuche, “arma ensangrentada en la memoria” (Jaime Luis Huenún), la antipoesía ecológica española (Jorge Riechmann), la etnobotánica del deseo nicaragüense (Esthela Calderón), el mundo animista amázonico (Juan Carlos Galeano) y los poemas solares de mariposas monarcas, árboles derribados, ballenas acorraladas y las grandes ciudades contaminadas como el Distrito Federal (Homero Aridjis).
Para contextualizar los poemas, una poética de cada autor preside su selección. La extensión de la antología—que abarca poemas de diverso tamaño, entre 40 y 65 poemas por autor—es una cuestión de escala y de ritmo: exige del lector lo que un documental como “Visitantes” de Godfrey Reggio exige de su audiencia: paciencia, lentitud, observación participante, despojo de las categorías mentales.
“Una atención enfocada”, como hubiera dicho José Emilio Pacheco. Algo inusual para una antología poética: un anticanon o un canon alternativo de lo más arriesgado, porque se evalúan las obras en función a cómo retratan las realidades sociales problemáticas y su contexto de crisis ambiental, en una propuesta abiertamente anticonsumista.
Abolir fronteras, transformar el canon
La antología que ha organizado Steven White tiene su lado controversial que en el largo plazo va a transformar el canon poético de la lengua castellana.
¿Cómo se va a dar esa metamorfosis? De allí la variedad de ejemplos en el lenguaje poético contemporáneo en la que el compromiso con la otredad es el eje clave que articula toda la propuesta ecocrítica.
Mario Bellatín, en su escuela dinámica de escritores, resaltaba un canon alternativo en que las obras daban paso a procesos más que a resultados, donde se buscaba consciente e inconscientemente un mayor número de posibilidades de creación.
Esa experiencia era un abolir de fronteras y un abrirse en el vacío, para aprender a leerse a sí mismo. La lectura que propone Steven White tiene un enfoque anticonsumista similar pero que más bien apunta a una lectura poética del mundo, en el espíritu freirano, desde unas coordenadas más que humanas. O sea, un leerse a sí mismo en unas escalas menos reducidas y que critican su antropocentrismo arrogante y egoísta.
Una apuesta atrayente por su enfoque solidario y empático. Una invocación con originalidad estética desde la poesía para la crisis espiritual y ecológica a nivel global. La importancia es enorme, pues al exponer diversos factores de violencia lenta, invisible, variados factores de erosión comunitaria y de devastación ambiental, esta antología ofrece al lector una noción de poesía que no sólo se define en relación a su conciencia ecológica, a su perspectiva ecocéntrica, a su permeabilidad a las epistemologías indígenas o a su saber ambiental en que se fundamenta su razón de ser.
Si partimos de sus presupuestos ecocríticos, eso no significa necesariamente que tenemos que abandonar los criterios estéticos o teóricos de base. Steven White asume una noción de poesía como energía, como fuente de poder del lenguaje en sus aspectos racionales e irracionales, como fuerza de sobrevivencia y restauración vitalista, con su dimensión ética que rearma y junta lo que ha sido separado o menospreciado de la vida planetaria y también como medio para contrarrestar las mentiras de los políticos y los publicistas.
Al menos eso es para mí esta valiente colección que arma el dinámico autor de El mundo más que humano en la poesía de Pablo Antonio Cuadra (2002) y Arando el aire: la ecología en la poesía y la música de Nicaragua (2011), Steven White.
Primero, es una antología de apenas cinco poetas provenientes de los más diversos puntos de la geografía hispanoamericana y también de España: la poesía mapuche, “arma ensangrentada en la memoria” (Jaime Luis Huenún), la antipoesía ecológica española (Jorge Riechmann), la etnobotánica del deseo nicaragüense (Esthela Calderón), el mundo animista amázonico (Juan Carlos Galeano) y los poemas solares de mariposas monarcas, árboles derribados, ballenas acorraladas y las grandes ciudades contaminadas como el Distrito Federal (Homero Aridjis).
Para contextualizar los poemas, una poética de cada autor preside su selección. La extensión de la antología—que abarca poemas de diverso tamaño, entre 40 y 65 poemas por autor—es una cuestión de escala y de ritmo: exige del lector lo que un documental como “Visitantes” de Godfrey Reggio exige de su audiencia: paciencia, lentitud, observación participante, despojo de las categorías mentales.
“Una atención enfocada”, como hubiera dicho José Emilio Pacheco. Algo inusual para una antología poética: un anticanon o un canon alternativo de lo más arriesgado, porque se evalúan las obras en función a cómo retratan las realidades sociales problemáticas y su contexto de crisis ambiental, en una propuesta abiertamente anticonsumista.
Abolir fronteras, transformar el canon
La antología que ha organizado Steven White tiene su lado controversial que en el largo plazo va a transformar el canon poético de la lengua castellana.
¿Cómo se va a dar esa metamorfosis? De allí la variedad de ejemplos en el lenguaje poético contemporáneo en la que el compromiso con la otredad es el eje clave que articula toda la propuesta ecocrítica.
Mario Bellatín, en su escuela dinámica de escritores, resaltaba un canon alternativo en que las obras daban paso a procesos más que a resultados, donde se buscaba consciente e inconscientemente un mayor número de posibilidades de creación.
Esa experiencia era un abolir de fronteras y un abrirse en el vacío, para aprender a leerse a sí mismo. La lectura que propone Steven White tiene un enfoque anticonsumista similar pero que más bien apunta a una lectura poética del mundo, en el espíritu freirano, desde unas coordenadas más que humanas. O sea, un leerse a sí mismo en unas escalas menos reducidas y que critican su antropocentrismo arrogante y egoísta.
Una apuesta atrayente por su enfoque solidario y empático. Una invocación con originalidad estética desde la poesía para la crisis espiritual y ecológica a nivel global. La importancia es enorme, pues al exponer diversos factores de violencia lenta, invisible, variados factores de erosión comunitaria y de devastación ambiental, esta antología ofrece al lector una noción de poesía que no sólo se define en relación a su conciencia ecológica, a su perspectiva ecocéntrica, a su permeabilidad a las epistemologías indígenas o a su saber ambiental en que se fundamenta su razón de ser.
Si partimos de sus presupuestos ecocríticos, eso no significa necesariamente que tenemos que abandonar los criterios estéticos o teóricos de base. Steven White asume una noción de poesía como energía, como fuente de poder del lenguaje en sus aspectos racionales e irracionales, como fuerza de sobrevivencia y restauración vitalista, con su dimensión ética que rearma y junta lo que ha sido separado o menospreciado de la vida planetaria y también como medio para contrarrestar las mentiras de los políticos y los publicistas.
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Un poderoso antídoto
Tal vez Steven White no espera otra cosa de la poesía sino ser un poderoso antídoto ante el entumecimiento de la conciencia colectiva de nuestra era, el antropoceno.
La poesía como último bastión donde se resiste el embate camaleónico, colonizador y persuasivo del sistema económico anti-ecológico. Steven White no va por una selección extendida y panorámica de la vasta producción ecopoética en Hispanoamérica.
Sin embargo, a pesar de la opción de elegir un número reducido de poetas, logra exhibir una riqueza diversa biolingüística que se asoma en los tipos de lenguajes poéticos enriquecidos con voces locales, nombres etnobotánicos y una incansable búsqueda por relacionarse mejor con un mundo cada vez más desanimado y desanimante.
Respecto a lo poco conocidos que puedan ser estos poetas, con excepción de Homero Aridjis quien por formar parte del canon de la poesía latinoamericana de vuelta de siglo y por su protagonismo activista en el Grupo de los 100 quizás posea una mayor visibilidad internacional, invito al lector a que se deje arrastrar por los ríos de palabras y brinque de poemas en poemas.
Los estilos son muy distintivos y diferentes, lo que realza las posibilidades estéticas de la poesía ecológica que se resiste a una definición exclusivamente ambiental. El tono de cada poeta es tan peculiar que ya los contrastes de registros lingüísticos e imaginarios desafían al lector a cambiar de sintonía con cada autor y probablemente con cada poema. Ironía, sarcasmo de sabor a cosmovisión mesoamericana, pesimismo de largo aliento y de gran escala marcan los poemas seleccionados de Homero Aridjis que suman 65.
Informada razón ambiental, descorazonante tono antipoético, llamado ético a pensar ecológicamente la existencia moderna a través de una suerte de denuncia y autoreflexión conducen a los poemas de Jorge Riechmann. El humor mítico y surrealista de la perspectiva animista amazónica contextualizada en la modernidad impregna el aparente prosaísmo de cosas y seres selváticos que cobran vida y risa en los versos de Juan Carlos Galeano.
Así como los poemas de Galeano plantean una mirada animal como un acto de imaginar el mundo vivo como un juego de creación continua, la sabiduría ancestral de raíces mapuches logra transformar la experiencia humana como una empatía cósmica; la experiencia nostálgica rural y traumática de la urbe presiona la sensibilidad poética de Jaime Luis Huenún en sueños, viajes y rituales.
Todo un mundo de flores, árboles, semillas, frutos cobran vida propia y entrelazan sus destinos con el perspectivismo sin pesticidas de la poeta del Jocote, del Mango, del Guanacaste y de los miles de nombres que germinan en la poesía de Esthela Calderón, “soplos de corriente vital”.
Semillas contra la devastación
Si las comunidades interpretativas van a continuar indiferentes a las ondulaciones y logros de esta poesía ecológica hispanoamericana y española es un problema de perspectiva que esta antología decididamente va a remecer. Dudo que el ninguneo habitual de la cultura del entumecimiento masivo siga reinando impune en el horizonte de expectativas del lector común y corriente.
No hay duda de que este libro portador de una imaginación medioambiental hispánica diversa es una contribución invalorable a partir del campo de la poesía dentro de la conciencia y espiritualidad ecológicas que se ha ido gestando a nivel mundial en las últimas décadas.
Tal vez a partir de estas semillas poéticas que siembra Steven White puedan esperarse cambios que no se han dado todavía en la racionalidad económica ni en conciencia política actual a pesar de los signos irreversibles de destrucción planetaria y devastación espiritual.
Roberto Forns-Broggi es autor del libro Nudos como estrellas: ABC de la imaginación ecológica en nuestras Américas.
Tal vez Steven White no espera otra cosa de la poesía sino ser un poderoso antídoto ante el entumecimiento de la conciencia colectiva de nuestra era, el antropoceno.
La poesía como último bastión donde se resiste el embate camaleónico, colonizador y persuasivo del sistema económico anti-ecológico. Steven White no va por una selección extendida y panorámica de la vasta producción ecopoética en Hispanoamérica.
Sin embargo, a pesar de la opción de elegir un número reducido de poetas, logra exhibir una riqueza diversa biolingüística que se asoma en los tipos de lenguajes poéticos enriquecidos con voces locales, nombres etnobotánicos y una incansable búsqueda por relacionarse mejor con un mundo cada vez más desanimado y desanimante.
Respecto a lo poco conocidos que puedan ser estos poetas, con excepción de Homero Aridjis quien por formar parte del canon de la poesía latinoamericana de vuelta de siglo y por su protagonismo activista en el Grupo de los 100 quizás posea una mayor visibilidad internacional, invito al lector a que se deje arrastrar por los ríos de palabras y brinque de poemas en poemas.
Los estilos son muy distintivos y diferentes, lo que realza las posibilidades estéticas de la poesía ecológica que se resiste a una definición exclusivamente ambiental. El tono de cada poeta es tan peculiar que ya los contrastes de registros lingüísticos e imaginarios desafían al lector a cambiar de sintonía con cada autor y probablemente con cada poema. Ironía, sarcasmo de sabor a cosmovisión mesoamericana, pesimismo de largo aliento y de gran escala marcan los poemas seleccionados de Homero Aridjis que suman 65.
Informada razón ambiental, descorazonante tono antipoético, llamado ético a pensar ecológicamente la existencia moderna a través de una suerte de denuncia y autoreflexión conducen a los poemas de Jorge Riechmann. El humor mítico y surrealista de la perspectiva animista amazónica contextualizada en la modernidad impregna el aparente prosaísmo de cosas y seres selváticos que cobran vida y risa en los versos de Juan Carlos Galeano.
Así como los poemas de Galeano plantean una mirada animal como un acto de imaginar el mundo vivo como un juego de creación continua, la sabiduría ancestral de raíces mapuches logra transformar la experiencia humana como una empatía cósmica; la experiencia nostálgica rural y traumática de la urbe presiona la sensibilidad poética de Jaime Luis Huenún en sueños, viajes y rituales.
Todo un mundo de flores, árboles, semillas, frutos cobran vida propia y entrelazan sus destinos con el perspectivismo sin pesticidas de la poeta del Jocote, del Mango, del Guanacaste y de los miles de nombres que germinan en la poesía de Esthela Calderón, “soplos de corriente vital”.
Semillas contra la devastación
Si las comunidades interpretativas van a continuar indiferentes a las ondulaciones y logros de esta poesía ecológica hispanoamericana y española es un problema de perspectiva que esta antología decididamente va a remecer. Dudo que el ninguneo habitual de la cultura del entumecimiento masivo siga reinando impune en el horizonte de expectativas del lector común y corriente.
No hay duda de que este libro portador de una imaginación medioambiental hispánica diversa es una contribución invalorable a partir del campo de la poesía dentro de la conciencia y espiritualidad ecológicas que se ha ido gestando a nivel mundial en las últimas décadas.
Tal vez a partir de estas semillas poéticas que siembra Steven White puedan esperarse cambios que no se han dado todavía en la racionalidad económica ni en conciencia política actual a pesar de los signos irreversibles de destrucción planetaria y devastación espiritual.
Roberto Forns-Broggi es autor del libro Nudos como estrellas: ABC de la imaginación ecológica en nuestras Américas.