Es este un libro imprescindible para entender el presente, que nos habla de la realidad actual de lo humano como mercancía. Lo hace cuando señala, por ejemplo, “usted es datos” o imagen pixelada: “eres imagen entre las imágenes./Eres libre para desplazarte por las pantallas./Estás obligado a desplazarte por las pantallas”.
Crónicas de la galaxia está estructurado en tres partes. La primera, narrativa, en el mejor ejercicio del género de ciencia-ficción, es el prólogo del autor, titulado “Poesía para una arqueología del futuro”. Esta parte está dividida a su vez en 10 secciones en las que se explica cómo, en una Sevilla actual y reconocible, sucede lo impensable que dará pie y justificación a todo lo que se leerá después.
Aquí la prosa es ágil y entrelaza los conflictos del lenguaje, humano y no humano, con el deseo de comunicación, de comprensión y con el hallazgo de unos archivos misteriosos. La segunda parte, la poética, se subdivide en cuatro informes. Finalmente, el libro presenta un postfacio del escritor Alberto Porlán en el que se da buena cuenta de estas “Crónicas”, desde la distancia y la autoridad científico e investigadora del año 2068.
¿Qué es lo que deseamos?
Como ha señalado la poeta Laura Casielles en el suplemento Apuntes de clase de La Marea, en Crónicas de la galaxia hay una voluntad de “jugar”, que es el modo natural de la inteligencia de indagar y aprender.
Además, es este un libro para lectores a los que les gusten la poesía, las señales del futuro y leer relatos de intriga con componentes de ciencia-ficción que les permitan interpretar el presente desde la distancia adecuada; examinar la condición humana y los alcances de nuestra civilización, por momentos tan alarmantes, tan dolorosos y tan temerarios.
Por otro lado, el libro presenta una concepción del tiempo como unidad; un lapso revisado desde el futuro. Un lapso que es colapso al verse con perspectiva: ”Todo lo que pienses/un día podría acontecer./De los satélites de la Tierra/sólo quedan ruinas”.
Crónicas de la galaxia es, en resumen, una manera deliciosa y a la vez dolorosa de abordar el conflicto político y sociocultural contemporáneo, la violencia del presente, el hecho que hayamos llevado el planeta al borde del colapso; además de la posibilidad de que llegue a existir una civilización posthumana y delirante.
Es un medio para preguntarse "¿qué es y hacia dónde va la humanidad?" No es un yo poético, como en otros libros del autor, quien expone tan complejo asunto. Más bien es un “ellos” poético; ellos en el sentido más radical; una comunidad que se pregunta "¿qué es lo que deseamos?"
David Eloy Rodríguez resuelve por último, con maestría, la propensión de "oráculo" hacia la que podría haber derivado una obra de esta temática. Lo hace gracias a una notable sensibilidad y profundidad para la comprensión de nuestro tiempo. Con todos estos ingredientes, el autor consigue abundar en la precisión poética, el conocimiento humanista, y en una lucidez humilde no exenta de enigmas y paradojas.