Mapa que muestra las áreas del fondo marino que han sido afectadas, en diversos grados, por la creciente acidificación de los océanos como resultado de las actividades humanas. Fuente: Universidad McGill. Click sobre la imagen para ampliar.
El ser humano no sólo ha alterado la composición, la temperatura y la dinámica de la atmósfera, sino que su impacto ha llegado también a las profundidades del océano: un estudio publicado en PNAS demuestra por primera vez que las emisiones antrópicas de CO2 disuelven los minerales presentes en los sedimentos de los fondos marinos.
Cada año, una tercera parte de las emisiones de CO2 que genera la actividad humana es absorbida por los océanos, un fenómeno que contribuye a reducir calentamiento global, pero que al mismo tiempo tiene el efecto de acidificar los océanos.
La acidificación del océano señala el descenso del pH (potencial Hidrógeno), una medida de acidez o alcalinidad de los océanos, causado por la absorción de dióxido de carbono antropogénico desde la atmósfera.
Esta investigación ha determinado que las aguas más corrosivas disuelven con más facilidad la calcita (CaCO₃), el mineral blanco formado por los esqueletos y conchas de muchos organismos planctónicos y corales.
La disolución de la calcita tiene un impacto directo en la química oceánica: por cada molécula de calcita que se disuelve, se neutraliza una molécula de CO2. Esta neutralización del CO2 en el agua permite a los océanos absorber más CO2 presente en la atmósfera y mitigar el calentamiento global.
El problema radica en que las actuales emisiones de CO2 avanzan más rápidamente que la velocidad establecida por este mecanismo natural de compensación, por lo que la disolución de la calcita está fuera de control en la actualidad.
Este proceso de destrucción de la calcita por efecto del CO2 antrópico se ha acentuado más, habiéndose duplicado en relación a los niveles preindustriales, en la región del Océano Atlántico próxima a Nueva Inglaterra (noreste de Estados Unidos) y a las provincias marítimas canadienses aledañas.
Esto se debe a que el Atlántico Norte es una de las pocas regiones de la Tierra en las que el agua de la superficie cae hasta el fondo abisal, arrastrando consigo el CO2 que termina destruyendo la calcita.
Esta investigación ha podido determinar que los fondos oceánicos donde ya no puede acumularse calcita representan el 2% del total, un espacio equivalente a la superficie de Australia.
Lo que no se sabe bien todavía es cuál será el impacto en la flora y fauna marina a esas profundidades, si bien un estudio de 2013, del que informamos en otro artículo, calculó que la acidificación de los océanos podría hacer desaparecer al 30% de las especies marinas, incluidos los corales, en los próximos 75 años.
Cada año, una tercera parte de las emisiones de CO2 que genera la actividad humana es absorbida por los océanos, un fenómeno que contribuye a reducir calentamiento global, pero que al mismo tiempo tiene el efecto de acidificar los océanos.
La acidificación del océano señala el descenso del pH (potencial Hidrógeno), una medida de acidez o alcalinidad de los océanos, causado por la absorción de dióxido de carbono antropogénico desde la atmósfera.
Esta investigación ha determinado que las aguas más corrosivas disuelven con más facilidad la calcita (CaCO₃), el mineral blanco formado por los esqueletos y conchas de muchos organismos planctónicos y corales.
La disolución de la calcita tiene un impacto directo en la química oceánica: por cada molécula de calcita que se disuelve, se neutraliza una molécula de CO2. Esta neutralización del CO2 en el agua permite a los océanos absorber más CO2 presente en la atmósfera y mitigar el calentamiento global.
El problema radica en que las actuales emisiones de CO2 avanzan más rápidamente que la velocidad establecida por este mecanismo natural de compensación, por lo que la disolución de la calcita está fuera de control en la actualidad.
Este proceso de destrucción de la calcita por efecto del CO2 antrópico se ha acentuado más, habiéndose duplicado en relación a los niveles preindustriales, en la región del Océano Atlántico próxima a Nueva Inglaterra (noreste de Estados Unidos) y a las provincias marítimas canadienses aledañas.
Esto se debe a que el Atlántico Norte es una de las pocas regiones de la Tierra en las que el agua de la superficie cae hasta el fondo abisal, arrastrando consigo el CO2 que termina destruyendo la calcita.
Esta investigación ha podido determinar que los fondos oceánicos donde ya no puede acumularse calcita representan el 2% del total, un espacio equivalente a la superficie de Australia.
Lo que no se sabe bien todavía es cuál será el impacto en la flora y fauna marina a esas profundidades, si bien un estudio de 2013, del que informamos en otro artículo, calculó que la acidificación de los océanos podría hacer desaparecer al 30% de las especies marinas, incluidos los corales, en los próximos 75 años.
Solo el principio
Los investigadores creen que lo que estamos viendo hoy es solo el principio de la forma en que el fondo oceánico se verá afectado en el futuro.
"Debido a que tardan décadas o incluso siglos para que el CO2 caiga al fondo del océano, casi todo el CO2 generado a través de la actividad humana todavía está en la superficie. Pero en el futuro, invadirá el océano profundo, se extenderá por encima del fondo del océano y provocará que se disuelvan aún más partículas de calcita en el fondo marino", explica el autor principal Olivier Sulpis, en un comunicado.
"La velocidad a la que el CO2 se está emitiendo actualmente en la atmósfera es excepcionalmente alta en la historia de la Tierra, más rápida que en cualquier otro período desde al menos la extinción de los dinosaurios. Es una velocidad mucho más acelerada que la que los mecanismos naturales del océano pueden gestionar, por lo que aumentan las preocupaciones sobre los niveles de acidificación del océano en el futuro".
Para el estudio actual, y debido a que es difícil y costoso obtener mediciones en aguas profundas, los investigadores crearon un conjunto de microentornos del fondo marino en el laboratorio, que reproducen las corrientes de fondo abisales, la temperatura y la química del agua de mar, así como las composiciones de sedimentos.
Estos experimentos les ayudaron a comprender qué controla la disolución de la calcita en los sedimentos marinos y les permitió cuantificar con precisión su velocidad de disolución en función de diversas variables ambientales. Al comparar las tasas de disolución preindustrial y moderna del fondo marino, pudieron extraer la fracción antropogénica de las tasas de disolución totales.
Los investigadores creen que lo que estamos viendo hoy es solo el principio de la forma en que el fondo oceánico se verá afectado en el futuro.
"Debido a que tardan décadas o incluso siglos para que el CO2 caiga al fondo del océano, casi todo el CO2 generado a través de la actividad humana todavía está en la superficie. Pero en el futuro, invadirá el océano profundo, se extenderá por encima del fondo del océano y provocará que se disuelvan aún más partículas de calcita en el fondo marino", explica el autor principal Olivier Sulpis, en un comunicado.
"La velocidad a la que el CO2 se está emitiendo actualmente en la atmósfera es excepcionalmente alta en la historia de la Tierra, más rápida que en cualquier otro período desde al menos la extinción de los dinosaurios. Es una velocidad mucho más acelerada que la que los mecanismos naturales del océano pueden gestionar, por lo que aumentan las preocupaciones sobre los niveles de acidificación del océano en el futuro".
Para el estudio actual, y debido a que es difícil y costoso obtener mediciones en aguas profundas, los investigadores crearon un conjunto de microentornos del fondo marino en el laboratorio, que reproducen las corrientes de fondo abisales, la temperatura y la química del agua de mar, así como las composiciones de sedimentos.
Estos experimentos les ayudaron a comprender qué controla la disolución de la calcita en los sedimentos marinos y les permitió cuantificar con precisión su velocidad de disolución en función de diversas variables ambientales. Al comparar las tasas de disolución preindustrial y moderna del fondo marino, pudieron extraer la fracción antropogénica de las tasas de disolución totales.
Referencia
Current CaCO3 dissolution at the seafloor caused by anthropogenic CO2. Olivier Sulpis et al. PNAS, October 29, 2018. DOI: https://doi.org/10.1073/pnas.1804250115
Current CaCO3 dissolution at the seafloor caused by anthropogenic CO2. Olivier Sulpis et al. PNAS, October 29, 2018. DOI: https://doi.org/10.1073/pnas.1804250115