EDUARDO MARTÍNEZ DE LA FE
Estados Unidos está viviendo una versión soft de la revolución francesa, señala WSJ. Indica que los descontentos y los oprimidos han comenzado a rebelarse contra una élite política que no tiene visión de futuro.
Es un movimiento que avanza al mismo tiempo que la desconfianza de los norteamericanos en sus instituciones: la Iglesia, las profesiones liberales, la presidencia, el Tribunal Supremo, desconfianza de la que según WSJ sólo se libra el ejército.
Este declive de las instituciones deja al país en una situación precaria de la que no son conscientes ni los que quieren cambiar las cosas, ni tampoco los que pretenden conservar el statu quo.
Lo que está pasando en las primarias es reflejo de esta situación sociopolítica, ya que los electores están impulsando candidatos iconoclastas, como Trump o Sanders, pensando que una radicalización política, de uno u otro signo, es lo que necesita la democracia norteamericana. Un desafío al centralismo que, según WSJ, confía a los poderes de Washington la moderación de ambos candidatos si finalmente terminan imponiéndose.
El origen de esta situación se encuentra en los aparatos de los dos partidos dominantes, a los que el WSJ considera responsables de esta especie de rebelión de las masas (evocando a Ortega) y también el objetivo de este movimiento.
Este mismo artículo, sorprendente en un medio conservador como el WSJ, es en mi opinión el reflejo más claro de la situación social norteamericana. Su autora, Peggy Noonan, una antigua colaboradora de Ronald Reagan, refleja en su análisis una visión de fin de época de la que sólo la élite intelectual que representa Peggy Noonan parece haberse dado cuenta.
Es un movimiento que avanza al mismo tiempo que la desconfianza de los norteamericanos en sus instituciones: la Iglesia, las profesiones liberales, la presidencia, el Tribunal Supremo, desconfianza de la que según WSJ sólo se libra el ejército.
Este declive de las instituciones deja al país en una situación precaria de la que no son conscientes ni los que quieren cambiar las cosas, ni tampoco los que pretenden conservar el statu quo.
Lo que está pasando en las primarias es reflejo de esta situación sociopolítica, ya que los electores están impulsando candidatos iconoclastas, como Trump o Sanders, pensando que una radicalización política, de uno u otro signo, es lo que necesita la democracia norteamericana. Un desafío al centralismo que, según WSJ, confía a los poderes de Washington la moderación de ambos candidatos si finalmente terminan imponiéndose.
El origen de esta situación se encuentra en los aparatos de los dos partidos dominantes, a los que el WSJ considera responsables de esta especie de rebelión de las masas (evocando a Ortega) y también el objetivo de este movimiento.
Este mismo artículo, sorprendente en un medio conservador como el WSJ, es en mi opinión el reflejo más claro de la situación social norteamericana. Su autora, Peggy Noonan, una antigua colaboradora de Ronald Reagan, refleja en su análisis una visión de fin de época de la que sólo la élite intelectual que representa Peggy Noonan parece haberse dado cuenta.