Si algo ha quedado claro después de 15 días de la cumbre climática (COP25) es el abismo que separa a la sociedad civil de la clase política: se extiende la convicción de que los dirigentes de las instituciones que supuestamente nos representan no van a resolver el problema más grave que la humanidad haya vivido nunca.
Y no es que no se hayan realizado progresos ni alcanzado acuerdos: es que nada de lo que se ha convenido está a la altura de las circunstancias.
Tal como explicamos en otro artículo, escrito por los científicos Victoria López Rodas y Eduardo Costas, lo que nos espera por la situación actual del planeta es mucho peor de lo que la gente piensa.
La anterior vez que hubo tanto CO2 en la atmósfera terrestre, al final del Pérmico, nuestra humanidad no existía y la acumulación de este gas, provocada por fenómenos naturales, casi extingue toda la vida en nuestro planeta.
Nuestros dirigentes no son conscientes de esta amenaza potencial, que inexorablemente pasará si no se detienen las emisiones de gases de efecto invernadero: ya acumulamos 415 partes por millón y cada año emitimos más que el anterior.
Hace 2,5 millones de años se acumularon más de 500 ppm, una cifra que repetiremos en poco tiempo si no paramos la escalada de CO2, que no dejará indiferente a la vida en nuestro planeta.
Los escenarios catastrofistas, surgidos de sofisticados modelos, han sido profusamente difundidos en los últimos años por la literatura científica y lo que nos espera no será una crisis como las que en el pasado hemos conocido. Hasta la extinción de nuestra especie está en el escenario.
Pero los discursos de la cumbre, en su mayoría, no contemplan esta posibilidad, remota, pero plausible. Cada vez más plausible. Divagan sobre posibles medidas, consecuencias, compensaciones, sin considerar que la emergencia climática ya es una realidad.
COP25: logros insuficientes
La cumbre climática ha conseguido que 73 países (firmantes del Convenio de Cambio Climático) refuercen sus planes de acción climática a partir del año que viene y que 14 regiones, 398 ciudades, 787 empresas y 16 grandes se propongan la neutralidad climática en 2050.
Sin embargo, no es solo cuestión de números. El problema es que los principales causantes del calentamiento global no están en la lista: ni China, ni India, ni Brasil ni Estados Unidos, que se retira del acuerdo de París. Y que los 73 países comprometidos solo representan el 10% de las emisiones totales.
Otro resultado significativo de la COP25: el propósito europeo de alcanzar la neutralidad climática en 2050.
El progreso es importante, ya que lo anunciado por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, supone elevar del 40% al 50% la disminución de emisiones en 2030, antes de llegar a la contaminación cero en 2050.
Pero se trata de un Pacto Verde que nace amenazado, tanto por las discrepancias internas del partido al que pertenece Ursula (CDU), tal como destaca Der Spiegel, como por las tensiones políticas que desatará entre la parte occidental y la oriental de la UE, anclada en el carbón (Polonia), así como con Estados Unidos cuando se inicien conversaciones comerciales, advierte Politico.
Puede quedar en una cortina de humo en manos de los políticos.
Protagonistas sociales
La COP25 ha puesto de manifiesto también dónde está la verdadera sensibilidad ante la grave situación: en la sociedad civil, particularmente entre los jóvenes.
Greta Thunberg, la emblemática activista de 16 años, resume en una frase la urgente necesidad ignorada por los dirigentes: hay que escuchar a los científicos y actuar en función de lo que desvelan y anticipan.
El mensaje de los científicos, ampliamente consensuado, se resume en varios puntos básicos, tal como reflejan en el último manifiesto: el crecimiento económico, como lo entendemos actualmente, y la demografía, son el origen último de la crisis climática.
La solución pasa por cambiar nuestro modo de vida y por adoptar drásticas medidas en políticas económicas y de población, especialmente forzando la transición energética.
Los científicos expresan su decepción por el fracaso de las gestiones políticas desarrolladas desde la primera conferencia mundial del clima, celebrada en 1979.
También expresan que hemos entrado en una fase de emergencia climática que demanda soluciones urgentes porque el calentamiento global se está acelerando.
Y no es que no se hayan realizado progresos ni alcanzado acuerdos: es que nada de lo que se ha convenido está a la altura de las circunstancias.
Tal como explicamos en otro artículo, escrito por los científicos Victoria López Rodas y Eduardo Costas, lo que nos espera por la situación actual del planeta es mucho peor de lo que la gente piensa.
La anterior vez que hubo tanto CO2 en la atmósfera terrestre, al final del Pérmico, nuestra humanidad no existía y la acumulación de este gas, provocada por fenómenos naturales, casi extingue toda la vida en nuestro planeta.
Nuestros dirigentes no son conscientes de esta amenaza potencial, que inexorablemente pasará si no se detienen las emisiones de gases de efecto invernadero: ya acumulamos 415 partes por millón y cada año emitimos más que el anterior.
Hace 2,5 millones de años se acumularon más de 500 ppm, una cifra que repetiremos en poco tiempo si no paramos la escalada de CO2, que no dejará indiferente a la vida en nuestro planeta.
Los escenarios catastrofistas, surgidos de sofisticados modelos, han sido profusamente difundidos en los últimos años por la literatura científica y lo que nos espera no será una crisis como las que en el pasado hemos conocido. Hasta la extinción de nuestra especie está en el escenario.
Pero los discursos de la cumbre, en su mayoría, no contemplan esta posibilidad, remota, pero plausible. Cada vez más plausible. Divagan sobre posibles medidas, consecuencias, compensaciones, sin considerar que la emergencia climática ya es una realidad.
COP25: logros insuficientes
La cumbre climática ha conseguido que 73 países (firmantes del Convenio de Cambio Climático) refuercen sus planes de acción climática a partir del año que viene y que 14 regiones, 398 ciudades, 787 empresas y 16 grandes se propongan la neutralidad climática en 2050.
Sin embargo, no es solo cuestión de números. El problema es que los principales causantes del calentamiento global no están en la lista: ni China, ni India, ni Brasil ni Estados Unidos, que se retira del acuerdo de París. Y que los 73 países comprometidos solo representan el 10% de las emisiones totales.
Otro resultado significativo de la COP25: el propósito europeo de alcanzar la neutralidad climática en 2050.
El progreso es importante, ya que lo anunciado por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, supone elevar del 40% al 50% la disminución de emisiones en 2030, antes de llegar a la contaminación cero en 2050.
Pero se trata de un Pacto Verde que nace amenazado, tanto por las discrepancias internas del partido al que pertenece Ursula (CDU), tal como destaca Der Spiegel, como por las tensiones políticas que desatará entre la parte occidental y la oriental de la UE, anclada en el carbón (Polonia), así como con Estados Unidos cuando se inicien conversaciones comerciales, advierte Politico.
Puede quedar en una cortina de humo en manos de los políticos.
Protagonistas sociales
La COP25 ha puesto de manifiesto también dónde está la verdadera sensibilidad ante la grave situación: en la sociedad civil, particularmente entre los jóvenes.
Greta Thunberg, la emblemática activista de 16 años, resume en una frase la urgente necesidad ignorada por los dirigentes: hay que escuchar a los científicos y actuar en función de lo que desvelan y anticipan.
El mensaje de los científicos, ampliamente consensuado, se resume en varios puntos básicos, tal como reflejan en el último manifiesto: el crecimiento económico, como lo entendemos actualmente, y la demografía, son el origen último de la crisis climática.
La solución pasa por cambiar nuestro modo de vida y por adoptar drásticas medidas en políticas económicas y de población, especialmente forzando la transición energética.
Los científicos expresan su decepción por el fracaso de las gestiones políticas desarrolladas desde la primera conferencia mundial del clima, celebrada en 1979.
También expresan que hemos entrado en una fase de emergencia climática que demanda soluciones urgentes porque el calentamiento global se está acelerando.
Cisma social
La multitudinaria manifestación celebrada en Madrid el 6 de diciembre, la mayor concentración ecologista en España, fue la expresión más elocuente del abismo que separa a las instituciones del sentimiento social.
La sensación de sus protagonistas se recoge en esta frase recogida en una crónica de euronews: “mientras los jóvenes están en pánico, los responsables de concretar un ambicioso plan para poner freno al cambio climático no parecen estar al frente de una emergencia mundial.”
Puede que no solo se agoten los plazos para impedir una catástrofe similar a la del Pérmico, sino también los tiempos para que políticos y sociedad se encuentren y disipen la amenaza.
Si este tiempo se agota, es presumible que la agitación social aumente a medida que el planeta se recalienta y que los políticos se aíslen en sus respectivos discursos y falsas noticias. Se anuncia ya una cacerolada global contra la inacción política.
Se consumará así un cisma no contemplado en los modelos climáticos, entre ciudadanos y sus representantes, que agravará aún más lo que nos espera por la acumulación de CO2 en la atmósfera. El nuevo Pérmico será también social.
La multitudinaria manifestación celebrada en Madrid el 6 de diciembre, la mayor concentración ecologista en España, fue la expresión más elocuente del abismo que separa a las instituciones del sentimiento social.
La sensación de sus protagonistas se recoge en esta frase recogida en una crónica de euronews: “mientras los jóvenes están en pánico, los responsables de concretar un ambicioso plan para poner freno al cambio climático no parecen estar al frente de una emergencia mundial.”
Puede que no solo se agoten los plazos para impedir una catástrofe similar a la del Pérmico, sino también los tiempos para que políticos y sociedad se encuentren y disipen la amenaza.
Si este tiempo se agota, es presumible que la agitación social aumente a medida que el planeta se recalienta y que los políticos se aíslen en sus respectivos discursos y falsas noticias. Se anuncia ya una cacerolada global contra la inacción política.
Se consumará así un cisma no contemplado en los modelos climáticos, entre ciudadanos y sus representantes, que agravará aún más lo que nos espera por la acumulación de CO2 en la atmósfera. El nuevo Pérmico será también social.