EDUARDO MARTÍNEZ DE LA FE
Apenas cuatro meses después de los atentados del 13 de noviembre en París, Europa vuelve a verse sacudida por una nueva masacre de inocentes en Bruselas. No puede negarse la relación entre unos y otros episodios porque los atentados de Bruselas suceden después de que la detención esta semana de uno de los protagonistas de los atentados de París, Salah Abdeslam, abriera una nueva etapa en las investigaciones.
El hecho incluso de que Abdeslam se manifestara dispuesto a colaborar con la policía ha podido provocar que otros terroristas buscados por los atentados de París se decidieran a actuar antes de ser detenidos, tal como cuenta La Libre Belgique.
Para The Guardian es una manera de demostrar que estos grupos siguen en condiciones de actuar. Para el resto de los ciudadanos, la sangre derramada en Bruselas es una constatación más de que los bombardeos en Siria no terminan con el “estado de guerra” en el que insiste Francia.
Debemos parar esta escalada. El 11S, el 11M, el 13N y ahora el 22M nos señalan cada vez con mayor contundencia que la política de las potencias en la gestión del mundo no es la correcta. Necesitamos una nueva política global capaz de erradicar las causas más profundas de la violencia contemporánea, de la que los mismos Estados muchas veces también forman parte. Sería nuestra mejor contribución a las víctimas de Nueva York, Madrid, París y Bruselas.
El hecho incluso de que Abdeslam se manifestara dispuesto a colaborar con la policía ha podido provocar que otros terroristas buscados por los atentados de París se decidieran a actuar antes de ser detenidos, tal como cuenta La Libre Belgique.
Para The Guardian es una manera de demostrar que estos grupos siguen en condiciones de actuar. Para el resto de los ciudadanos, la sangre derramada en Bruselas es una constatación más de que los bombardeos en Siria no terminan con el “estado de guerra” en el que insiste Francia.
Debemos parar esta escalada. El 11S, el 11M, el 13N y ahora el 22M nos señalan cada vez con mayor contundencia que la política de las potencias en la gestión del mundo no es la correcta. Necesitamos una nueva política global capaz de erradicar las causas más profundas de la violencia contemporánea, de la que los mismos Estados muchas veces también forman parte. Sería nuestra mejor contribución a las víctimas de Nueva York, Madrid, París y Bruselas.