Cartel de la obra.
José Luis Collado ha logrado, brillantemente, traducir a impresionante forma dramática en tres horas y media la obra maestra de Fiódor Dostoyevski, publicada en 1880, apenas unos meses antes de su muerte.
Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte, drama de acciones desmedidas, indagación en los resortes ocultos de las más oscuras y vehementes pasiones del alma, la novela del maestro ruso y esta excelente versión teatral se revelan como una de las grandes producciones de la temporada teatral en España.
Gerardo Vera, director y también escenógrafo, ha ideado un decorado minimalista, muy bien iluminado, sugerente, práctico, sugerido por leves proyecciones, veladuras que de repente dejan ver la nieve descender lentamente o se trasforman en la estación de un tren o el patio de una cárcel, todo ello suavemente iluminado dando paso a altos ventanales y grandes espacios más en función de la trama desnuda que buscando protagonismo alguno.
Un amplio espacio casi vacío que arropa a un grupo de actores en estado de gracia, empezando por el padre, Juan Echanove, que compone un Fiódor Karamazov ubérrimo, cruel y despiadado, excelentemente secundado por el resto del reparto, todos a la altura de un texto descomunal en el que afloran las ambiciones, los odios, excesos y pasiones desmedidas de una familia desnortada y sometida a la égida de un padre que, como en las Comedias bárbaras de Valle, asiste al odio de sus hijos que compiten por él arañando su hacienda, disputando sus mujeres y desbarrancando en un desvarío de sexo, alcohol y avaricia.
Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte, drama de acciones desmedidas, indagación en los resortes ocultos de las más oscuras y vehementes pasiones del alma, la novela del maestro ruso y esta excelente versión teatral se revelan como una de las grandes producciones de la temporada teatral en España.
Gerardo Vera, director y también escenógrafo, ha ideado un decorado minimalista, muy bien iluminado, sugerente, práctico, sugerido por leves proyecciones, veladuras que de repente dejan ver la nieve descender lentamente o se trasforman en la estación de un tren o el patio de una cárcel, todo ello suavemente iluminado dando paso a altos ventanales y grandes espacios más en función de la trama desnuda que buscando protagonismo alguno.
Un amplio espacio casi vacío que arropa a un grupo de actores en estado de gracia, empezando por el padre, Juan Echanove, que compone un Fiódor Karamazov ubérrimo, cruel y despiadado, excelentemente secundado por el resto del reparto, todos a la altura de un texto descomunal en el que afloran las ambiciones, los odios, excesos y pasiones desmedidas de una familia desnortada y sometida a la égida de un padre que, como en las Comedias bárbaras de Valle, asiste al odio de sus hijos que compiten por él arañando su hacienda, disputando sus mujeres y desbarrancando en un desvarío de sexo, alcohol y avaricia.
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Que dure la fiesta
Tres son los hijos de Fiódor: Dimitri, el soldado, el hombre de acción, el derrochador, que desprecia a su prometida y le disputa al padre la carnalidad de Grushenka (una estupenda Marta Poveda, artera, seductora y, finalmente, enamorada), Ivan, el librepensador, racionalista, el ateo, secretamente enamorado de la prometida de su hermano, el dueño de la frase que desencadenará la tragedia: “si Dios no existe, todo está permitido”, y Aliosha, el monje, el místico, la inocencia pura y bondadosa, educado con el starets Zosima (estupendo Antonio Medina, imperturbable y rotundo en su silla de ruedas), personajes ambos que en la novela (igual que Iván) cobran una importancia que aquí, por mor de los recortes inevitables, queda algo desvanecida. Lo mismo pasaba en la película de Richard Brooks. No importa.
Y al fondo, manejando entre las sombras el orden de la casa, asistiendo callado a la humillación cotidiana, el epiléptico, el bastardo, Smerdyakov, un sobresaliente Óscar de la Fuente, impecable en la gestualidad corporal o en el silencio aterrador de sus miradas.
En suma, un clásico, un teatro total saturado de pasiones, excesos e incontrolados movimientos del alma que cobran forma en el espacio vacío del escenario y se encarnan en unos actores que viven sus personajes con una fuerza tal que no dejan pestañear a los espectadores, entregados al caos desmedido de todas esas almas, durante más de tres horas en las que en ningún momento hay un desfallecimiento, una transición aturullada o un descenso de interés.
Vayan al teatro Valle-Inclán con sombrero, para poder quitárselo. Con este estreno podemos ya decir que Madrid es, ahora mismo, la capital europea del teatro. Que dure la fiesta.
Tres son los hijos de Fiódor: Dimitri, el soldado, el hombre de acción, el derrochador, que desprecia a su prometida y le disputa al padre la carnalidad de Grushenka (una estupenda Marta Poveda, artera, seductora y, finalmente, enamorada), Ivan, el librepensador, racionalista, el ateo, secretamente enamorado de la prometida de su hermano, el dueño de la frase que desencadenará la tragedia: “si Dios no existe, todo está permitido”, y Aliosha, el monje, el místico, la inocencia pura y bondadosa, educado con el starets Zosima (estupendo Antonio Medina, imperturbable y rotundo en su silla de ruedas), personajes ambos que en la novela (igual que Iván) cobran una importancia que aquí, por mor de los recortes inevitables, queda algo desvanecida. Lo mismo pasaba en la película de Richard Brooks. No importa.
Y al fondo, manejando entre las sombras el orden de la casa, asistiendo callado a la humillación cotidiana, el epiléptico, el bastardo, Smerdyakov, un sobresaliente Óscar de la Fuente, impecable en la gestualidad corporal o en el silencio aterrador de sus miradas.
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Vayan al teatro Valle-Inclán con sombrero, para poder quitárselo. Con este estreno podemos ya decir que Madrid es, ahora mismo, la capital europea del teatro. Que dure la fiesta.
Referencia:
Obra: Los hermanos Karamazov.
Autor: Fiòdor Dostoyevsky.
Dirección y escenografía: Gerardo Vera.
Versión: José Luis Collado.
Reparto: Juan Echanove, Óscar de la Fuente, Fernando Gil, Markos Marín. Próximas representaciones: Hasta el 10 enero de 2016 (de martes a sábado 20:30 horas y domingo 19:30 horas en el Teatro Valle-Inclán de Madrid).
Obra: Los hermanos Karamazov.
Autor: Fiòdor Dostoyevsky.
Dirección y escenografía: Gerardo Vera.
Versión: José Luis Collado.
Reparto: Juan Echanove, Óscar de la Fuente, Fernando Gil, Markos Marín. Próximas representaciones: Hasta el 10 enero de 2016 (de martes a sábado 20:30 horas y domingo 19:30 horas en el Teatro Valle-Inclán de Madrid).