Hoy día, las personas preocupadas por el medio ambiente, por su propia economía o por su salud pueden desear cambiar sus hábitos de consumo. Sin embargo, en la sociedad en que vivimos, esta transición resulta bastante compleja.
Nos hemos preguntado cómo podría ayudar la economía colaborativa a este proceso. En primer lugar, hemos pensado en las características más generales del “consumidor sostenible” –aquel que aspira a no dañar ni a su bolsillo ni al planeta ni a la desigualdad social cuando adquiere bienes y servicios-.
En segundo lugar, hemos buceado en los proyectos de economía colaborativa en marcha en nuestro país. Lo hemos hecho en el blog consumocolaborativo.com que, fundado por Albert Cañigueral, desde 2011 refleja toda la actualidad acerca de las start-ups y los servicios de consumo colaborativo, especialmente de España y América Latina.
Nos hemos preguntado cómo podría ayudar la economía colaborativa a este proceso. En primer lugar, hemos pensado en las características más generales del “consumidor sostenible” –aquel que aspira a no dañar ni a su bolsillo ni al planeta ni a la desigualdad social cuando adquiere bienes y servicios-.
En segundo lugar, hemos buceado en los proyectos de economía colaborativa en marcha en nuestro país. Lo hemos hecho en el blog consumocolaborativo.com que, fundado por Albert Cañigueral, desde 2011 refleja toda la actualidad acerca de las start-ups y los servicios de consumo colaborativo, especialmente de España y América Latina.
¿Cómo satisfacer –al menos- 6 inquietudes?
1. Una de las principales características del consumidor sostenible es que, antes de comprar cualquier cosa, se pregunta: ¿Realmente la necesito? Si la respuesta es que sí, en el mercado tradicional podrá comprar productos específicos. La economía colaborativa, en cambio, puede ofrecerle más alternativas, como el trueque en redes sociales o la posibilidad de compartir con otros lo que precisa a través de plataformas como
Kompartir.
2. Segunda característica del consumidor sostenible/colaborativo: siempre que puede, opta por consumir en su localidad, en su barrio, en su zona; en lugar de acudir a las grandes superficies. Así mata varios pájaros de un tiro: reduce el uso del coche, genera riqueza en su entorno y conoce de primera mano el origen de los productos que consume. Para satisfacer esta inquietud, la economía colaborativa facilita el “consumo de proximidad”, con plataformas como YoComproSano o Grupo a Grupo, que permite organizar grupos de compra local.
3. El consumidor sostenible tiene la manía de reutilizar y reciclar, por conciencia ecológica, por ahorrar o por ambas cosas. Para esto, la economía colaborativa le ofrece plataformas o aplicaciones como No Lo Tiro (te lo regalo sin condiciones) o Reciclalia.
4. Otra característica del consumidor sostenible es que busca medios de transporte alternativos. La finalidad: el ahorro, contaminar menos o hacer más ejercicio. Las ofertas de la economía colaborativa en este terreno permiten compartir coche (a través de plataformas como Blablacar o Amovens) o compartir bicicletas (caso de Bicing o CirculaEnBici), entre otras.
5. El consumidor sostenible suele estar cansado de los abusos de algunos bancos. Por eso, es posible que, cuando necesite dinero, se plantee cómo conseguirlo por otras vías. En este sentido, la economía colaborativa ofrece la opción del crowdfunding o micromecenaje, que consiste en “pedir” poco dinero a muchos, en lugar de mucho dinero a una única entidad. Hay guías para conocer este medio de financiación y escoger la mejor plataforma de crowdfunding para cada uno. Entre ellas están Universo Crowdfunding o ¿Cómo elegir la mejor plataforma para mi?
6. La máxima de “consumir menos, pero consumir mejor” que ronda la cabeza de cualquier consumidor sostenible puede aplicarse también al turismo. En este terreno, la economía colaborativa nos ofrece el turismo P2P (“peer to peer”), sustentado en ofrecimientos e intercambios a través de canales digitales. Por ejemplo, podemos encontrar alojamientos temporales P2P a través de plataformas como Airbnb o CouchSurfing ; intercambiar casas con MyTwinPlace o IntercambioCasas o buscar nuevas experiencias turísticas a través de Sherpandipity o BeeTripper, entre muchas otras alternativas.
1. Una de las principales características del consumidor sostenible es que, antes de comprar cualquier cosa, se pregunta: ¿Realmente la necesito? Si la respuesta es que sí, en el mercado tradicional podrá comprar productos específicos. La economía colaborativa, en cambio, puede ofrecerle más alternativas, como el trueque en redes sociales o la posibilidad de compartir con otros lo que precisa a través de plataformas como
Kompartir.
2. Segunda característica del consumidor sostenible/colaborativo: siempre que puede, opta por consumir en su localidad, en su barrio, en su zona; en lugar de acudir a las grandes superficies. Así mata varios pájaros de un tiro: reduce el uso del coche, genera riqueza en su entorno y conoce de primera mano el origen de los productos que consume. Para satisfacer esta inquietud, la economía colaborativa facilita el “consumo de proximidad”, con plataformas como YoComproSano o Grupo a Grupo, que permite organizar grupos de compra local.
3. El consumidor sostenible tiene la manía de reutilizar y reciclar, por conciencia ecológica, por ahorrar o por ambas cosas. Para esto, la economía colaborativa le ofrece plataformas o aplicaciones como No Lo Tiro (te lo regalo sin condiciones) o Reciclalia.
4. Otra característica del consumidor sostenible es que busca medios de transporte alternativos. La finalidad: el ahorro, contaminar menos o hacer más ejercicio. Las ofertas de la economía colaborativa en este terreno permiten compartir coche (a través de plataformas como Blablacar o Amovens) o compartir bicicletas (caso de Bicing o CirculaEnBici), entre otras.
5. El consumidor sostenible suele estar cansado de los abusos de algunos bancos. Por eso, es posible que, cuando necesite dinero, se plantee cómo conseguirlo por otras vías. En este sentido, la economía colaborativa ofrece la opción del crowdfunding o micromecenaje, que consiste en “pedir” poco dinero a muchos, en lugar de mucho dinero a una única entidad. Hay guías para conocer este medio de financiación y escoger la mejor plataforma de crowdfunding para cada uno. Entre ellas están Universo Crowdfunding o ¿Cómo elegir la mejor plataforma para mi?
6. La máxima de “consumir menos, pero consumir mejor” que ronda la cabeza de cualquier consumidor sostenible puede aplicarse también al turismo. En este terreno, la economía colaborativa nos ofrece el turismo P2P (“peer to peer”), sustentado en ofrecimientos e intercambios a través de canales digitales. Por ejemplo, podemos encontrar alojamientos temporales P2P a través de plataformas como Airbnb o CouchSurfing ; intercambiar casas con MyTwinPlace o IntercambioCasas o buscar nuevas experiencias turísticas a través de Sherpandipity o BeeTripper, entre muchas otras alternativas.
Vivir y consumir en red
Crisis económica, crisis de valores, crisis medioambiental… todas estas crisis y sus efectos (individuales y sociales) están llevando a muchos ciudadanos-consumidores españoles a plantearse ¿qué puedo hacer para cambiar las cosas? ¿Cómo puedo cambiar algo a través de mi modo de consumir?
La economía colaborativa quizá no sea una respuesta definitiva a estas preguntas, pero lo cierto es que sí está generando una transformación de los hábitos de consumo hacia un paradigma más económico, más ecológico e incluso más humano. Todo gracias a la posibilidad que las nuevas tecnologías han abierto de vivir en red.
Los datos lo demuestran: un informe reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios, OCU, ha constatado que más de la mitad de los españoles han utilizado ya la economía colaborativa; 3 de cada 4 españoles, si se incluye la compra-venta o donación de objetos de segunda mano. En general, el grado de satisfacción del consumidor colaborativo en España es alto, señala la OCU.
Por otra parte, según otro informe de la startup de alquiler entre particulares Relendo.com, nuestro país se sitúa entre los países de la Unión Europea con mayor potencial de crecimiento en este tipo de economía.
Y, por último, para expertos como el fundador de Ideas for Change Javier Creus (uno de los estrategas y pensadores más innovadores sobre la economía colaborativa y la innovación ciudadana), “la sociedad española está sobradamente preparada para este nuevo paradigma económico”. Nuestra inteligencia colectiva quizá aún pueda sorprendernos para bien en este siglo.
Crisis económica, crisis de valores, crisis medioambiental… todas estas crisis y sus efectos (individuales y sociales) están llevando a muchos ciudadanos-consumidores españoles a plantearse ¿qué puedo hacer para cambiar las cosas? ¿Cómo puedo cambiar algo a través de mi modo de consumir?
La economía colaborativa quizá no sea una respuesta definitiva a estas preguntas, pero lo cierto es que sí está generando una transformación de los hábitos de consumo hacia un paradigma más económico, más ecológico e incluso más humano. Todo gracias a la posibilidad que las nuevas tecnologías han abierto de vivir en red.
Los datos lo demuestran: un informe reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios, OCU, ha constatado que más de la mitad de los españoles han utilizado ya la economía colaborativa; 3 de cada 4 españoles, si se incluye la compra-venta o donación de objetos de segunda mano. En general, el grado de satisfacción del consumidor colaborativo en España es alto, señala la OCU.
Por otra parte, según otro informe de la startup de alquiler entre particulares Relendo.com, nuestro país se sitúa entre los países de la Unión Europea con mayor potencial de crecimiento en este tipo de economía.
Y, por último, para expertos como el fundador de Ideas for Change Javier Creus (uno de los estrategas y pensadores más innovadores sobre la economía colaborativa y la innovación ciudadana), “la sociedad española está sobradamente preparada para este nuevo paradigma económico”. Nuestra inteligencia colectiva quizá aún pueda sorprendernos para bien en este siglo.