La concepción del Universo como un acontecimiento infinito se enmarca dentro de un paradigma científico que concibe la naturaleza como fractal. En los últimos tiempos, gracias a sorprendentes descubrimientos, el modelo fractal del cosmos ha ganado mayor validez científica, lo que exige a la propia ciencia afinar su sintonía con esta relevante cosmovisión, con el fin de obtener una imagen más nítida de la realidad y de los complejos fenómenos del Universo.
En 2012, Ray Kurzweil lanzó su libro “How to Create a Mind”, cuya edición en español “Cómo crear una mente” (LolaBooks) está prevista para el próximo mes de octubre. En él, el que seguramente sea el futurista más influyente del mundo en estos momentos, explica los impresionantes avances de la inteligencia artificial y cómo dentro de unos pocos años podremos terminar la ingeniería inversa del cerebro humano.
China podría convertirse en un modelo para España en la lucha contra la corrupción. Mientras en España se incrementa la sensación de imperio de la impunidad, en China, ante una percepción similar respecto a la magnitud del fenómeno, parece avanzarse en sentido contrario. El “todo quedará en nada” predomina en España sobre la idea china de que “al que pillan se le acabó la bicoca”. Internet se ha convertido en un referente inexcusable para recuperar la relación dañada entre el poder y la sociedad.
Asia parece sucumbir a las querellas territoriales. Amenazada de desmembramiento, el avance económico y social experimentado en las últimas décadas, está lejos de traducirse en marcos de integración que avancen significativamente en lo político, sucumbiendo a los apetitos estratégicos que anuncian la rivalidad determinante del siglo XXI. De persistir las actuales tendencias, su indudable protagonismo económico no tendrá su correlato político, amenazando así la estabilidad de su progreso.
En España tenemos un problema que llega a los tres poderes de forma evidente. ¿Qué nombres podemos darle? Corrupción, falta de ética pública, utilización de la política para fines personales o de grupo (desideologización), entre otros tantos. Los ciudadanos permitimos todo esto y literalmente hacemos muy poco. Es un deber de cada uno hacer algo para cambiar de aires, para salir de esta situación y para regenerar la vida en España. Es obligación de cada uno entregar su granito de arena. El mío es decir BASTA.
La presencia diplomática europea en Taiwán cada vez es mayor, pero nuestro país, tras décadas de generosa sintonía entre Franco y Chiang Kai-shek, siempre se ha conducido en este asunto con una prudencia extrema. Sin embargo, España debiera hacer más por elevar su presencia institucional en Taiwán, que figura entre las primeras quince potencias comerciales del mundo contando con la mitad de población de España y una superficie ligeramente superior a la de Galicia.
La cantidad de información que llega al cerebro proveniente de los órganos de los sentidos es de 11 millones de bits por segundo, pero la capacidad de información de nuestra consciencia no sobrepasa los 45 bits por segundo. Esto significa que la inmensa mayoría de nuestra actividad cerebral es inconsciente. Este hecho sugiere que es muy probable que la libertad sea una ilusión, una construcción cerebral, ya que va unida al yo consciente.
El yo sería una construcción ilusoria que aísla al sujeto de su entorno haciéndole creer que tiene una autonomía que no es real. Muy probablemente, nuestro cerebro crea la experiencia del yo a partir de una multitud de experiencias. Hoy sabemos que todo lo que experimentamos se procesa en patrones de actividad neural que conforman nuestra vida mental. Y no tenemos ninguna conexión directa con la realidad exterior. Vivimos, pues, en una realidad virtual. Los colores, los sonidos, los gustos y los olores no existen ahí afuera, sino que son atribuciones de nuestra mente.
Nuestro cerebro genera experiencias espirituales, religiosas, numinosas, divinas o de trascendencia, han demostrado diversos estudios sobre la epilepsia del lóbulo temporal, las experiencias cercanas a la muerte o sobre la posibilidad de provocar artificialmente este tipo de experiencias. Este hecho plantea la cuestión de si la división antinómica que solemos hacer entre materia y espíritu es correcta, al menos en lo que respecta al cerebro.
La evolución del marketing ha desembocado en el desarrollo del neuromarketing, que consiste en utilizar técnicas de neurociencia para analizar las reacciones de nuestro cerebro a determinados mensajes o estímulos; y aprovechar esta información para vender productos. Se ha demostrado que esta metodología es muy eficiente, por lo que tiene muchos detractores que temen su poder de manipulación. Sin embargo, lo que importa es que seamos capaces de fortalecer nuestra autonomía y pensamiento crítico.