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Las compañías exitosas tienen más probabilidades de caer en la ilegalidad

El éxito crea una presión de estar mejorando continuamente y esto puede llevar a las empresas a salirse de la ley


Contradiciendo investigaciones anteriores, un nuevo estudio de la Michigan State University afirma que las compañías más exitosas y destacadas tienen más probabilidades de caer en la ilegalidad debido a la presión que sienten continuamente sus responsables de mantener los buenos resultados o mejorarlos. Los autores explican que las personas de este tipo de empresas se enfrentan a escoger entre presentar los resultados esperados haciendo trampa, con la posibilidad de que los castiguen, o simplemente no cumplir con las expectativas y ser castigados severamente con toda seguridad.


Catalina Franco
17/02/2010

Fotografía de giuseppe porzani. PhotoXpress.
Fotografía de giuseppe porzani. PhotoXpress.
El éxito de una compañía y el que sea reconocida por todos, interna y externamente, como una de las más destacadas en algún aspecto, no sólo repercute positivamente en la empresa, sino que también crea un ambiente que, si no se sabe manejar adecuadamente, puede generar condiciones negativas que posiblemente afecten a los buenos resultados con que se contaba.

Estudios anteriores afirmaban que las empresas con óptimos resultados tenían menos posibilidades de incurrir en actividades ilegales como el fraude, falsas reclamaciones y violaciones medioambientales y anticompetitivas, debido a que, teniendo en cuenta los buenos resultados del presente, no valía la pena correr el riesgo de ser descubiertos.

Pero una investigación de la Michigan State University llamada “Why Good Firms Do Bad Things: The Effects of High Aspirations, High Expectations and Prominence on the Incidence of Corporate Illegality” (“Por qué las buenas compañías hacen cosas malas: los efectos de las altas aspiraciones, las altas expectativas y la prominencia en la incidencia de la ilegalidad corporativa”) acaba de revelar resultados que contradicen lo anterior.

Después de que el mundo vio estallar la burbuja inmobiliaria en la que se destaparon tantas prácticas de las empresas que no eran precisamente un motivo de orgullo ante los ojos de la sociedad, resulta pertinente revisar los resultados de este estudio que analizó información de 194 grandes compañías manufactureras públicas de Estados Unidos entre 1990 y 1999, y fue publicado en el Academy of Management Journal.

Buenas compañías que terminan en la ilegalidad

De acuerdo con el estudio, las compañías exitosas y destacadas tienen más probabilidades de caer en la ilegalidad debido a la presión externa e interna que sienten continuamente sus dirigentes para mantener los buenos resultados o, peor, para mejorarlos, lo que no siempre es posible y termina por hacer que las personas lleguen a actuar de una forma que jamás hubieran imaginado. Y es que las presiones que recaen sobre los responsables de las empresas vienen de todas partes, ya que hay un entusiasmo que lleva a muchos a pedir más y a desear que los resultados sigan hacia arriba.

Yuri Mishina, profesor de la Michigan State University y líder del estudio, explica al respecto que, cuando se alcanza el éxito, hay en las empresas una presión interna que proviene, por un lado, de la percepción de la compañía acerca de cómo está posicionada frente a la competencia, y otra presión externa procedente de los accionistas, que han mejorado sus expectativas debido a los buenos resultados y se resisten a reducirlas en siguientes ejercicios.

Mishina añade que los excelentes beneficios de estas compañías destacadas tienden a no mantenerse en el tiempo; ya que “…las compañías altamente destacadas tienden a ser las más severamente castigadas por no cumplir las expectativas de rendimiento. Y es entonces cuando (esta situación) se convierte en una elección para los directivos: o bien hago las cosas más fáciles para alcanzar los resultados pretendidos y a lo mejor me descubren, o bien acepto que los resultados no han cumplido los objetivos y soy castigado con seguridad”.

Y es ahí cuando los directivos pueden caer en la tentación de simplificar tareas para no decepcionar a aquellos que esperan tanto de ellos, ya que, según Mishina, a las empresas lo que les da miedo es tener malos resultados en el futuro y es en esta situación en la que más fácilmente pueden incurrir en la ilegalidad, y no cuando ya tienen malos resultados y necesitan obtener unos mejores.

Las razones para saltarse la ley

Mientras que los estudios anteriores sugerían que una empresa exitosa no sentía la necesidad de correr el riesgo de ser descubierta quebrantando la ley, los investigadores del actual estudio presentan tres factores que pueden fomentar la ilegalidad: la aversión a los números rojos o la tendencia a evitar las pérdidas a cualquier precio; el orgullo excesivo, en el que los directivos llegan a sentir que no pueden fallar; y el efecto house-money , según el cual la gente se percibe a sí misma como si estuviera apostando con “el dinero de la casa” en vez de con el capital de la empresa.

De acuerdo con los autores de esta investigación, los directivos deben estar pendientes del comportamiento de los responsables de su compañía y, además, tener cuidado con la forma en que evalúan y exigen los resultados, ya que es de esa situación de donde se deriva el estrés y la presión que puede llevar a desarrollar acciones ilegales.

Mishina opina que es obvio que cualquier empresa desea obtener cada vez mejores resultados, pero que se debe aprender a analizar el concepto de éxito para poder evaluar bien las situaciones. Así lo explica: “…¿Sería mejor pensar, de pronto, en un crecimiento de cinco años o en uno de diez? ¿Debería el resultado estar basado en la rentabilidad y en los precios de las acciones, o debería ser una especie de medida de viabilidad a largo plazo que incluyera la creación de empleo, la estimulación de la economía y otros factores?”.

Así, los investigadores concluyen que al enfocarse afanadamente en objetivos financieros de corto plazo, los directivos y dueños de compañías exitosas pueden estar llevando a sus empresas a incurrir en la ilegalidad, lo que, efectivamente, significa perder todo lo ganado con esfuerzo y, finalmente, obtener no resultados iguales o más altos, sino ir hacia atrás.



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